Se disparan las expectativas
Es curioso como la llegada de dos jugadores dispara las expectativas por una plantilla que previamente suscitaba grandes dudas. ¿Y por qué? Si César es mejor que Luis García, si Ewerthon es mejor que Galletti, si Sergio García es mejor que el tandem Moreno/Drulic, ¿por qué nadie, fuera del Real Zaragoza, pensaba que la plantilla fuera mejor? La explicación parece innecesaria por obvia: porque hacía falta un goleador para cubrir el hueco dejado por Villa. Y es que un equipo sin gol, nunca puede ser mejor que un equipo con gol. Y esto seguiría siendo válido aun a pesar de la llegada de un jugador contrastado y experimentado como Celades para reforzar un puesto clave, como es el de organizador, donde hasta ahora dependíamos exclusivamente de Movilla (dejando a un lado el «affaire» Longás).
Así pues, que este equipo fuera verdaderamente mejor que el del año anterior dependía única y exclusivamente del delantero centro. Ha venido Diego Milito y se confía mucho en él, pero prácticamente nadie le ha visto jugar, aunque hay un dato objetivo que invita a la esperanza: su cuarentena de goles en las dos últimas temporadas, una cifra más que apreciable. Su llegada «in extremis» nos ha causado a todos un gran alivio, pero en algunos casos se ha transmutado rápidamente en una ilusión comprensible, pero quizá un tanto desmedida.
Si Diego Milito rinde como todos esperamos, a este equipo hay que exigirle que mejore su posición de la temporada pasada, y eso significa entrar en la lucha por los puestos europeos. Pero tengamos los pies en el suelo. Que el equipo pueda ser algo mejor que el del año pasado no implica que sea mejor que 14 equipos de la Liga de este año. Es obligado recordar, por ejemplo, que la defensa, al margen del portero, sigue siendo la misma que tantos problemas ha tenido en temporadas pasadas, con una carencia especialmente notable en los laterales. Los suplentes de los centrales son prácticamente debutantes en Primera. Hay jugadores que todavía deben progresar y demostrar muchas cosas. Y otros que no cuentan para nada.
Por lo tanto, no parece razonable empezar a soñar con la Champions cuando todavía no hemos hecho absolutamente nada. Demasiadas veces hemos querido tocar el cielo y nos hemos dado de morros contra el suelo. Hay que ir paso a paso.
Por Poyet11.
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