La primera gran decepción

Cuando Agapito Iglesias desembarcó en el Real Zaragoza prometió que trabajaría para hacer del Real Zaragoza un equipo grande y esto es lo que desató la ilusión y la euforia en una afición hastiada del discurso de resignación a la mediocridad del anterior propietario. Como es obvio, para hacer un gran equipo hay que hacer buenos fichajes y conservar a tus jugadores importantes y por eso Agapito y después Bandrés se hartaron de decir que, si llegaban ofertas por estos jugadores, su respuesta sería la cláusula.

A mí siempre me pareció una promesa difícil de cumplir, porque ya llevo años viendo cómo funciona el mercado del fútbol, pero pensé que no podían ser tan estúpidos o temerarios como para hacer promesas vacías. No era una cuestión de credulidad o de ingenuidad. Pensé que si se atrevían a a dar su palabra, y más sabiendo lo quemada que estaba la afición zaragocista por la política de ventas que se había llevado en la época anterior, sería porque estaban dispuestos a cumplirla. Desde el momento en el que se dispusieron a negociar en cuanto llegó una oferta, esa palabra se incumplió.

En descargo de Agapito, han salido informaciones sobre un supuesto acuerdo privado de Alfonso Soláns con Gaby Milito para traspasarlo por 18 millones. Pero eso no justifica nada. Soláns ya es historia, ese acuerdo no tiene fuerza legal y no obliga a la nueva Directiva, por más que se haya dicho que Agapito no tenía ahora fuerza moral para negarle a Gaby lo prometido por Soláns. Claro que la tiene. La fuerza moral que le dan sus compromisos con la afición. Por otra parte, el 3 de junio Bandrés declaró que ningún jugador les había expresado su deseo de irse, lo cual no concuerda con estas informaciones.

A partir de aquí, lo que procede es valorar si la operación de venta se ha llevado bien. Una cosa que no ayudó en nada fueron las declaraciones del representante de Gaby Milito el 4 de junio, en la semana del trascendental partido contra el Real Madrid, en el sentido de que Gaby daba por concluido su ciclo en el Real Zaragoza y pretendía irse a la Juventus. Esta maniobra no sólo supuso el pistoletazo de salida a todo este «affaire», sino que perjudicó la operación desde un principio.

Que Gaby quiera irse me parece bien, pero ha presionado demasiado. Y creo que teniendo esto en cuenta, el Real Zaragoza deberia haberse empeñado todavía más en defender sus intereses antes que satisfacer el deseo del jugador (que ir de buenos no suele tener recompensa, como quedó demostrado con Savio). En ese momento era necesaria una postura de fuerza, amenazando incluso con retener al jugador si no se hacían efectivos los 30 millones de euros.

No digo que esta amenaza realmente pudiera cumplirse, porque es verdad que otros clubes han retenido a algún jugador importante (Valencia con Ayala o Sevilla con Alves) y el jugador ha seguido rindiendo al máximo porque sabia que, de lo contrario, el mayor perjudicado era él mismo, pero en este caso, había otro factor problemático para el Real Zaragoza: cómo pudiera afectar la cuestión de Gaby a su hermano Diego.

En cualquier caso hacía falta una posición de fuerza en la negociación y, en lugar de eso, apareció Pardeza justificando la venta por ese deseo de Gaby y rebajando el precio hasta los 20 millones de euros. Grave error en un proceso negociador. Además de un precio que no encaja con las millonadas que equipos económicamente potentes han pagado o se han mostrado dispuestos a pagar por centrales de categoría similar o inferior a la de Gaby Milito. ¿De verdad eran tan excesivos 30 millones de euros cuando se han pagado 30 por el brasileño «Pepe» o se pagaron 27 por Sergio Ramos? Bueno, igual sí, porque en ambos casos estamos hablando del Real Madrid, pero… si se pagaron 14 por Thuram o se iban a pagar 18 por Chivu… los 17+3 por objetivos que ha pagado el Barça (encima eso), parecen un precio por debajo de mercado.

Al final, queda la sensación de que Agapito y Bandrés han pagado la novatada como directivos y como negociadores, y que ante la parálisis de La Romareda y de la recalificación de las oficinas, ante el magro contrato televisivo (tanto con MediaPro como con Aragón TV), ante las migajas de ayuda del Gobierno de Aragón y demás instituciones, en fin, ante la habitual situación de soledad que también sufrió Soláns y que aquí siempre he denunciado, se han visto obligados a buscar una venta que les permitiese afrontar la configuración de la plantilla para la próxima temporada, y las prisas han sido malas consejeras en la operación.

Lo que más lamento es que estoy seguro de que con tan sólo evitar promesas inútiles y dar las explicaciones pertinentes a la afición, que estoy seguro de que las hubiéramos entendido, la gran decepción que ha sufrido buena parte del zaragocismo se hubiera podido evitar.

Esta es mi valoración del «affaire» Milito, la que nunca hubiera querido tener que dar. Había quien profetizaba que esto se iba a producir así y yo nunca quise adelantarme a los acontecimientos, ya que creía que había que esperar a ver lo que ocurría y entonces opinar. Ahora ha ocurrido lo que se vaticinaba y no me queda más remedio que valorarlo de forma negativa. Y sólo puedo esperar que las profecías todavía más terroríficas que hacen algunos no lleguen a cumplirse.

A partir de ahora lo que importa es que el otro compromiso adquirido por la Directiva se cumpla: una inversión adecuada en la plantilla, que vuelva a ilusionar a la afición y lo que es más importante, que suponga un paso adelante en el proyecto y que nos permita afrontar la próxima temporada con garantías de éxito. La salida de Gaby supone sin duda una pérdida notable en el aspecto deportivo, pero sólo se podrá empezar a valorar de verdad en qué situación quedamos cuando se cierre la plantilla a finales de agosto. Y espero que entonces pueda escribir un artículo de valoraciones positivas.

Por Poyet11.

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