Te sigo a todas partes

Por Sigfrido González Pardo

Las tres de la mañana en la capital china. Smartphone y wi-fi en mano esperando el comienzo del partido. Auriculares y un rincón en el que no se corte la conexión. El baño, sí. Además, ahí no molestaré con el reflejo de la luz, innecesaria por cierto, pues siempre he pensado que la auténtica magia de la radio, y de oír la retransmisión de un encuentro de fútbol, se vive más intensamente en la oscuridad.

-¿Dónde vas?, ¿qué haces?
-nada, cosas mías, ya sabes… el Zaragoza … shhhht
-dichoso fútbol. Mañana no te levantarás

Hay algo de locura en soportar trece horas de vuelo, un jet lag y siete horas de cambio horario y sentarte en un minúsculo taburete de plástico, dispuesto a escuchar semidesnudo, un Real Zaragoza-Real Valladolid; primera jornada de liga, agosto de 2012. Absténganse por favor de entenderlo aquellos que no gusten del pelotón.

Pekín. China. Aragón Radio. Ahí es nada interiorizar ese momento para aquellos que ya con una edad a nuestras espaldas, recordamos cuando el único vínculo con nuestro equipo -por aquel entonces, años 70, yo vivía en la vecina Cataluña- se producía a través del Zaragoza Deportiva, cuyos ejemplares, pocos, llegaban los martes a aquel entrañable quiosco en Reus, muy cerca de casa. Y no siempre llegabas a tiempo de hacerte con uno de ellos; si te retrasabas, ¡adiós!, había desaparecido el último. Otras veces te llevabas el de muestra, el verdadero y definitivo “último”; un tesoro agarrado al expositor con dos pinzas de madera. Esa era toda la información específica semanal. Ah, y el reportaje de Estudio Estadio. No había más.

Cuarenta y ocho años de fidelidad sin fisuras, dan para mucho si echamos la vista atrás y repasamos dónde, cómo y en qué situaciones hemos tenido que seguir al Club –a la SAD, que dicen ahora- de nuestros amores.
Relativamente recientes la del 1-5 en el Bernabéu, vivido en tierras balcánicas a través de ese maravilloso teletexto del canal internacional de Televisión Española que nos informaba al minuto de los goles. ¿Quién consulta ahora el teletexto para ver resultados y clasificaciones?
Granada, cinco de la tarde de un caluroso mes de septiembre. Cuarenta y pico grados dentro del coche con las ventanillas cerradas. Sudando e intentando sintonizar manualmente -trabajo de precisión quirúrgica-, la mejor frecuencia del Carrusel Deportivo.

Es curioso cómo incluso puedes llegar a establecer extrañas relaciones entre lugares y sensaciones. Yo no recuerdo el nombre de muchas de las iglesias que vi en Malta, pero sí vivencio como si fuera ahora el momento, el justo instante en el que di por seguro que Álvaro Negredo iba a jugar en nuestras filas. Lo acababa de leer en el ordenador de un locutorio al que me había escapado tras un poco convincente –dos minutos y voy, ¿vale? No olvido ese repentino subidón en La Valeta. Luego resulta que el asunto acabó en nada, escondido para siempre en las partes íntimas de un dirigente. Pero esa es otra historia…

También dentro de nuestro propio Aragón nos las veíamos y deseábamos para estar al tanto de la última hora del conjunto blanquillo. Los primeros años en Huesca, recuerdo usar una radio que en determinado rincón de la cocina sintonizaba bastante bien las retransmisiones en directo que, en tiempos ya más cercanos cronológicamente, se escuchaban en Radio Zaragoza. Para ello, había que acercar un cuchillo, tenedor, utensilio metálico al fin y al cabo para oír más nítidamente y sin interferencias, no sólo los partidos sino también los programas deportivos que poblaban las ondas en diferentes horarios. No me perdía ninguno, con especial cariño seguía las eliminatorias de copa, alguna que otra competición europea e incluso la llegada de algún fichaje de campanillas a mitad de campaña, como aquel de Cafú.

Aupazaragoza y sus tardes-noches del f5 fueron la referencia con la eclosión de internet. La posibilidad de participar en un foro con otros zaragocistas, consultar estadísticas, empaparte las fechas del calendario futbolero y hacer cábalas clasificatorias, o tan importante o más que eso, para encontrar un punto de encuentro, un reducto de resistencia frente a las tropelías institucionales encabezadas por aquel de cuyo nombre no me quiero acordar.

Sí. Hay cierta de dosis de romanticismo en todo lo dicho, de épica informativa, pero mejor ahora, sin necesidad de recurrir a la hoja deportiva, a las pizarras de tiza en las que se iban “actualizando” los resultados y la quiniela, o el mítico teléfono de información deportiva, que marcabas con la esperanza de que trajera consigo buenas noticias del Real Zaragoza.

Y ahora, Pekín. China. Aragón Radio… Por cierto, gol del Valladolid… -buff, mal empezamos.

Qué viejos somos, leches. Y qué zaragocistas, también.