Cumpleaños

Por Laura Muñoz González

Son las diez, se abre la puerta y como cada martes  me adentro por los pasillos y dependencias de su casa para buscarle. Camino despacio, deseando, tal vez, que esos minutos que me restan para llegar, me den la fuerza que necesito para abrazarle y no derrumbarme. Sé que es feliz.

Antes de pasar a la sala, me detengo y lo observo. Allí está, sentado, inmóvil, con la mirada perdida pero con la sonrisa dibujada en el rostro. Pienso y quiero creer que me espera. Me gusta venir y pasear a su lado, cogerle la mano, escucharle…  aunque ahora no sepa quién soy. En cada visita, intento remover los pocos recuerdos que le quedan, recuerdos de su vida y  de mi niñez, cuando él me cuidaba.

Nadie como él narraba las gestas de su Zaragoza, equipo de sus amores que lograba gestas gloriosas, remontadas épicas en la Liga, en Europa, en la Copa del Rey… ¡Cómo disfrutaba contándomelo!

Me acerco y me mira; sonrío, le saludo y le abrazo durante unos instantes. Le invito a pasear y salimos hacia los jardines. Hoy es un día especial, es 10 de mayo y se lo digo.

Sé que en su corazón esa fecha estaba doblemente grabada. Cierro los ojos y espero. Espero a que su cerebro pueda recomponer ese puzle de recuerdos y  me dé la oportunidad de vivir ese momento con él. Un largo silencio se hace entre los dos, permanezco callado.

Recuerda París y veo con alegría como sus ojos adquieren cierto brillo y cobran vida. Le escucho con atención; comienza su relato con emoción contenida, me quedo con el final, “…quedaban diez segundos, solo diez para terminarse la prórroga y desde una distancia de 49 metros, Nayim marcó un gol espectacular, el mejor gol de la historia, ¡éramos campeones!”

Nos abrazamos. Por sus mejillas resbala alguna lágrima fruto de la emoción y por las mías muchas más, que, ocultas por el momento, dejan entrever el dolor por el olvido.

Llega el  momento de la despedida y hoy, a diferencia de otros días, me marcho feliz; feliz de ver que aunque la enfermedad ha permitido que mi abuelo nos relegue al olvido, he visto que su corazón sigue siendo zaragocista y que todavía quedan sentimientos hacia su tierra y hacia su equipo.