El abuelo Matías

Por Ricardo Barrena Gutiérrez

Aquella estancia aunque aséptica y algo fría era a su vez cálida y silenciosa. Matías no estaba tranquilo. Sabía que aquel iba a ser un día importante en su dilatada vida y por ello se encontraba nervioso. Carlitos, su pequeño bisnieto, mostraba un derroche de energía propio de su corta edad.

– ¡Abuelito abuelito!, ¿cuándo tú eras pequeño como yo también había fútbol?- pregunto Carlitos con gran entusiasmo

– Claro pequeño. Pero en aquel entonces era muy distinto. Los campos casi no eran de césped si no de tierra y no había televisiones. Si querías ir ver fútbol tenías que ir al campo.

– ¡Alaaaa! – exclamó Carlitos abriendo mucho su pequeña boca- ¿Y el campo era muy grande?

– Entonces no cariño – respondió a Carlitos con una fraternal sonrisa- El campo era muy pequeñito y estaba en Torrero aunque, unos años después, nos fuimos a otro más grande. La Romareda. ¡Ese si era grande!, ¡Tan grande como este!

– ¡Alaaaa! – volvió a exclamar Carlitos – Sabes abu,¡ yo cuando sea mayor construiré campos tan grandes como este!

– Y al poquito de jugar el Real Zaragoza en La Romareda hubo unos jugadores muy buenos. ¡Fijate si eran buenos que los llamaban Los Magnificos!

– ¡Alaaaaa!, ¿Y tan buenos eran?, ¿Y ganaron muchas copas?

– Si, ganaron muchas. Le ganaron al Real Madrid, al Atlético de Madrid, al Barcelona, al Leeds… ¡a todos los equipos buenos!

– ¡Alaaa! Sí que eran buenos – detallo Carlitos con su enorme boca – Yo de mayor, cuando sea corredor de coche, ¡seré tan bueno como ellos y me llamaré el magnífico!

Matías respondió con una pequeña carcajada – Claro que si pequeño, ¿Y sabes qué? Después vinieron otros jugadores también muy buenos. Vinieron de muy lejos ¡De América! se llamaban los Zaraguayos

– ¡Alaaaaa sí que vinieron de lejos! Yo de mayor, cuando sea piloto de aviones, viajare a América para traer a jugadores buenos. ¿Y ganaron muchas copas?

– Estos no cariño. Pero sabes que, en un partido le metieron seis goles al Real Madrid.

– ¡Alaaaa golees! ¿Tantos?

– Si hijo sí. Tantos. Y muchos años después le metieron otra vez seis goles

– ¡Alaaaa!

– Unos añitos después también vinieron unos jugadores muy buenos. Se llamaban Cedrún, Señor, Pardeza, Herrera. ¿Y sabes qué? Le ganaron una Copa al Barcelona.

– ¡Alaaa al Barcelona! Yo de mayor, cuando sea piloto de motos, también le ganaré copas al Barcelona

Matías volvió a sonreir con la ocurrencia de su biznieto. Aquella conversación le llenaba de nostalgia pero a la vez de alegría. Su mirada se iluminaba tanto como la del pequeño Carlitos cuando escuchaba todas esas historias. Alguna ya la conocía pero no dudaba en pedir a Matías que se la contase de nuevo. Le encantaba escuchar estas historias. Y a Matías contarlas.

– ¿Sabes Carlitos? Unos años después vino lo mejor de todo. El mejor Real Zaragoza de todos los tiempos.

– ¡Alaaaa!

– Cedrún, Aguado, Belsué, Poyet, Nayim, Aragón, Higuera, Pardeza, Esnaider…. ¡Esos sí que eran buenos! – exclamo Matías con gran vehemencia.

– ¡Alaaaa!

– ¿Sabes Carlitos? Esos que eran tan buenos le ganaron una Copa al Celta. El Celta también era muy bueno y empataron el partido. Y como no desempataron tiraron penaltis.

– ¿Y qué paso?

Matías volvió a sonreir. Su nieto había escuchado mil veces esa historia. Sabía cómo terminaba pero nuevamente quería escucharla.

– Pues Cedrún paro un penalti. Luego tiro otro Higuera y ¡Gool!

– ¡GOOOOOOLLL!- grito el pequeño Carlitos

Matías, como tantas veces, volvió a sonreir al ver el énfasis de su pequeño.

– ¿Y sabes? Al año siguiente el Real Zaragoza jugo otra copa. ¡La Recopa! Esta vez contra unos ingleses que también eran muy buenos

– ¿Y qué paso?

Matías guardo silencio por un momento. Tomo aire profundamente y recordó, con total nitidez, aquella final. Había viajado mucho por muchos sitios. Había visto varias finales. Pero, como dice el dicho, “Siempre nos quedará París”

– Otra vez volvieron a empatar. ¿Y sabes? Cuando estaba a punto de acabar el partido Nayim tiró desde medio centro y… ¡Goool!

– ¡Alaaa desde medio centro!

– ¡Si desde ahí! y ¡Goool!

– ¡GOOOOLLL!- volvió a gritar Carlitos

Matías nuevamente miró con satisfacción. Esa mirada de satisfacción que supone el haber vivido esa parte de la historia. Esa mirada de orgullo que se genera cuando se ha visto algo así y se siento orgulloso de todo. Uno de los puntos álgidos de una vida ligada a un club.

– ¿Sabes Carlitos? Después de aquello vinieron unos años más tranquilos. No fue todo tan bien. Pero en 2004, ¿Sabes que paso?

– No- respondió Carlitos

– En el Madrid había unos jugadores muy buenos. Los llamaban Los Galacticos. Y el Real Zaragoza tenía que jugar la final de Copa contra ellos. Claro, eran muy buenos pero el Real Zaragoza les hizo frente. Y casi al final Galletti tiró desde lejísimos y ¡Gooool!

– ¡Gooooll!, otra Copa, ¡Bien bien! Gritó Carlitos dando saltitos.

– Y unos meses después, otra Copa, esta vez con el Valencia. ¡Uno de los mejores Valencia de la historia!

– ¡Otra Copa!, ¡Bien bien! – grito Carlitos dando saltos.

Matías frunció el ceño. Esta parte de la historia le gustaba menos.

– Tiempo después llego un señor malo. Un señor muy malo. Intento acabar con el Real Zaragoza y a punto estuvo de ello- exclamo mientras apretaba sus puños con fuerza- Al final con los años conseguimos echarlo y, con el tiempo, el Real Zaragoza volvió a ser el equipo que un día fue – concluyo Matías con una leve sonrisa.

Poco después alguien interrumpió la conversación.

Perdone señor Matías, ya es la hora.

Había llegado el momento que Matías había esperado tanto tiempo. Aunque los nervios le corrían a flor de piel su mirada de entusiasmo era similar a la del pequeño Carlitos.

Una bella azafata se acercó a Matías – No, no es necesario, gracias- espetó Matías rechazando su ayuda.

Cogió un bastón y de la mano a Carlitos. Juntos se dirigieron al césped del estadio.

Matías siempre había imaginado este momento. Se sentía como creía que se sentirían muchos jugadores cuando atraviesan el túnel de vestuarios. Nervioso e ilusionado a la vez.

18 de Marzo de 2032. Ese día el Real Zaragoza cumplía 100 años. Matías, nacido casi 100 años antes, era el socio número 1 del Real Zaragoza e iba a ser homenajeado, a ras de césped, recibiendo la insignia de oro y brillantes del club.

Los aplausos retonaban por todos los sitios. Carlitos alucinaba y Matías no pudo reprimir las lágrimas al ver a todo el estadio en pie ovacionando al anciano zaragocista.

Aunque todo eran aplausos ambos, bisabuelo y bisnieto, parecían estar en una burbuja.

Carlitos, entonces, interrumpio levente el momento.
– Yayo. Ya sé que voy a ser de mayor.

– ¿El que Carlitos?
– Seré como tu yayo. Seré zaragocista.