El paciente de la 2ª planta

Por Elena Navarro Asensio

—¿Qué tenemos?, ¿lo de siempre?

—Sí, por desgracia lo de siempre, doctor: garra, fuerza y muchas ganas en general pero, al final, desplome y mala suerte. Lo de hoy le ha afectado sobremanera, aún no se había recuperado del último palo y éste nuevo ha caído como un jarro de agua fría.

—Conozco la historia, no hay tiempo que perder. Empezaremos por lo importante, ¿cómo van las defensas?

—¡Increíble, como las de un león! De apoyo va sobrado, es lo mejor que tiene, y gracias a eso sigue aguantando. Todas las series están más que cubiertas: la blanca, la azul, la roja y, sobre todo, la de la “afición incondicional”. ¡Qué naturaleza, después de lo que ha pasado y está pasando! A pesar de ello, es cierto que no le vendría mal una ayuda extra…usted ya me entiende.

—Por favor, hable más bajo, que nos pueden oír. ¿Está insinuando que necesitaría una transfusión de esas que se les da a otros casi sin pedirla? Pues claro que no le vendría mal, lo sé, y prácticamente es la única opción de reflote que tenemos, pero son tan difíciles de conseguir, hay tanto papeleo, tantos intereses espurios…que me temo que nos tendremos que apañar con los medios de los que disponemos.

—Perdone la osadía, ¡pero le tengo tanto cariño! Desde que acabé la carrera lo he visto y lo he tratado, e incluso he expuesto su caso con orgullo a otros especialistas que nos miran como secundones hace tiempo. Mi padre comenta con añoranza que en su época de esplendor hacía viajes por Europa, que se codeaba con los más grandes, tratándolos de tú a tú, y que incluso le gustaba, como se dice vulgarmente, empinar el codo un poco, vamos, que de vez en cuando levantaba alguna copa; dice que nunca tenía miedo de parecer pequeño por este orgullo y tesón que nos caracteriza a los de aquí, pero que últimamente ve que lo está perdiendo. Le digo que es lógico, pues la sombra de la mala racha es muy larga y dura ya mucho, demasiado. Además,  hay un tema añadido que me preocupa especialmente. A pesar de que los niveles de apoyo son estupendos y dignos de resaltar, tiene un gran problema que no le favorece a la hora de recuperarse: el de su vivienda. De hecho, pasé por allí hace unos sábados y no me gustó nada lo que vi, no se han hecho reformas desde…bueno, creo que yo no las he conocido. Usted ya sabe que esas condiciones merman la salud de cualquiera, y da pena que tenga la casa en semejante ubicación tan privilegiada y se esté cayendo a pedazos.

—Sí, otra gota más para colmar el vaso, pero, estimado colega, poco podemos hacer ahí. No sé cómo algún familiar o allegado no se da cuenta de que aún sigue recibiendo un par de visitas al mes por lo menos, e incluso, si consiguiéramos remontarlo, serían las mismas pero oficialmente de más categoría, y que lo mejor sería hacerle un lavado de cara para que estuviera bien presentable. Deben entender que forma parte de la cultura y sociedad zaragozana, que es un embajador de nuestra ciudad fuera de ella y que la imagen dada últimamente no es la que a la mayoría nos gustaría ver. Bien es cierto que tanto cambio de gente a su alrededor no ha sido bueno, se le ha relacionado con algunas compañías que precisamente no eran las más adecuadas, que sólo iban a lo que iban,  sin importarles las consecuencias negativas.

—Gente incompetente que, en el fondo, poco lo apreciaba.

—Exacto, así que difícil panorama tenemos. Pero no seamos pesimistas porque, aunque la medicina no lo cura todo, entre su juventud, que es el futuro, y mi experiencia como, llamémosle, sufridor y seguidor incondicional, lograremos que su nombre vuelva a sonar fuerte y en lo más alto.

—¿Entonces…?

—Entonces que el administren sin falta doble dosis de juego y velocidad, inyecciones diarias de buen entrenamiento con muchas unidades de ilusión y, sobre todo, que lo alejen de esas malas gestiones y vicios que en parte lo han llevado a esto. Ya verá como juntos lo sacamos, estoy seguro. Es él, somos nosotros, somos todos.

—En fin, esperemos que evolucione pronto para llevarlo de esta segunda planta a la primera, que es dónde debe estar. Y cambiando de tema, doctor, he pensado que usted y yo casi nunca hablamos de cosas que no sean relativas a nuestra profesión, como por ejemplo el cine o el fútbol. ¿Podría decirme, si no es indiscreción, de qué equipo es?

—Estimado colega, la pregunta me ofende, pues creo que ya se lo puede imaginar…del mejor, cómo no.