Nobleza y Valor

Por Cristian Royo Escuer

Yo no os voy a contar una historia real o de ficción, sino que os voy a contar, igual que para muchos zaragocistas lo que es mi sueño y espero que se haga realidad, el del ascenso a la 1ª división española.

Mi sueño empieza una mañana del día 2 de Junio del año 2017, me levanto de la cama un poco tarde, porque mi despertador, en el que suena el himno del Zaragoza me despierta. Al levantarme, me acuerdo perfectamente de que hoy es la última jornada de la Liga 1 2 3, y hoy juega el Real Zaragoza a las 20:00h. El partido definitivo para subir a 1ª división, y además es en casa, en La Romareda.

 

Comemos en casa toda la familia, y no hacemos más que hablar del partido y nos hacemos una pregunta inevitable. ¿qué pasara?, ¿ganaremos o perderemos?, no se sabe, pero nosotros estamos convencidos de que vamos a ganar. En mi opinión será un partido difícil pero intenso, jugamos en La Romareda y tiene que ser una gran noche para los zaragocistas.

Se acerca la hora del partido, y mi padre y yo nos dirigimos al estadio. En los aledaños está todo repleto de zaragocistas, ¡el ambiente es increíble!

Entramos en el campo y se siente el ambiente futbolero en todo su esplendor. Los jugadores salen a calentar, la grada pita al otro equipo y aplaude con fervor al Real Zaragoza.

El partido comienza, y todos animamos como leones, el equipo blanquillo domina el partido, a los veinte minutos el Real Zaragoza mete el primer gol de la noche. La Romareda se viene arriba y el estruendo de los aplausos y los vivas es ensordecedor.

Los minutos restantes pasan lentos y el Zaragoza aguanta la presión rival que también se juega mucho en este último partido.

El árbitro pita el descanso. 1-0 en el marcador favorable al cuadro aragonés, la afición lo ve muy cerca pero en el vestuario no se confían, pues no había nada hecho.

Comienza la segunda parte, el equipo maño defiende su resultado, y en el momento menos esperado mete el gol el otro equipo, 1-1, la afición se queda hundida pero no deja de animar.

El equipo sigue adelante y da un paso de gigante, pero pasan los minutos y es un partido disputado e igualado. Ningún equipo domina con claridad. La afición sigue animando sin parar.

Los últimos minutos resuenan en nuestros corazones. El minuto ochenta hace soñar a la afición contraria, pues mete gol el otro equipo. Nuestra grada se derrumba y las lágrimas empiezan a verse en algunos rostros. Al Real Zaragoza no le queda más remedio que ir hacia arriba, ¡Y tanto que va! en el minuto ochenta y cinco, un fallo del portero rival se transforma en el empate.

Apenas queda tiempo y la sangre se nos agolpa en las venas. El árbitro añade cinco minutos más y la esperanza vuelve a nuestra grada. El Real Zaragoza tiene una última oportunidad, y no puede desperdiciarla. La afición está volcada con el equipo. ¡Ruge como un león!

Una falta desde el medio campo hace que uno de los jugadores locales consiga central el esférico, y tras un barullo en el área, el 10 maño mete, como un resorte, el balón en la portería.

¡Goooooooooooool! Se escucha en cada rincón de la ciudad.

La Romareda se vuelve loca, las gradas tiemblan y la emoción se deja ver en cada aficionado aragonés.

El colegiado pita el fin de partido. Mi padre me abraza llorando, yo también lloro, ¡todo el mundo llora!

En la radio hablan de remontada histórica y los jugadores corren por el césped, exultantes, celebrando el tan esperado éxito.

El Zaragoza ha vuelto al lugar de donde nunca debió salir, a la cumbre del fútbol, al Olimpo de los dioses. A la primera división soñada.