Real Zaragoza 0 – 0 Córdoba CF | Crónica

Real Zaragoza 0 – 0 Córdoba CF | Crónica

No hay nada aquí

Apúnteme usted, señor escribano: que esta historia tiene un final sin sangre y la voz seguirá cruzando las dos orillas del Ebro cuando la primavera se acueste. Apúnteme usted, señor de la guerra, que esta leyenda no ha de morir. Apúntelo usted, por misericordia, que no quedan latidos en nuestros corazones con los que combatir tal miseria. Apúntelo, señor, y que vengan los caballeros de la luz y nos nieguen tanta negrura.

El Real Zaragoza firmó ayer una nueva página de indignidad. El partido que no le disputó al Córdoba hizo sonrojar al zaragocismo y sirvió para emborronar un poco más el alma de una afición malherida y desesperanzada. Ni un solo argumento para creer en el equipo, para considerar un horizonte nítido. De los trece jugadores que vistieron ayer la camiseta blanquilla solo disipamos las dudas con Cristian, que salvó de nuevo al equipo a poco del final del partido con una buena parada a disparo lejano. Solo él, paciente lector. Los demás compusieron un ejército inerme muy mal dirigido por Lucas Alcaraz. El entrenador andaluz volvió a dislocar nuestras conciencias con una alineación incomprensible en algunos puestos y que no ayudó en ningún momento a afrontar el choque con garantía de éxito.

El equipo aragonés comenzó el partido con un ímpetu eléctrico que le dio para disfrutar de una extraordinaria ocasión en las botas de Álvaro. Corría el minuto 4 y el catalán ecibió un buen centro que remató a bocajarro pero Abad lo rechazó cuando ya se cantaba el gol. Fue todo. A partir de ese momento, asistimos a una estéril ceremonia de despropósitos, errores no forzados y decisiones erróneas. Ni el Zaragoza ni el Córdoba están para nada más que dejarse el alma, pero desde luego a eso tampoco sabe jugar el equipo del león. Con muy poco, el equipo verdiblanco era capaz de poner en jaque a la enflaquecida zaga local, que vio cómo el exzaragocista Jaime, De las Cuevas o Quintanilla podían asustarnos con acciones afortunadamente no muy certeras.

El nerviosismo y la excesiva responsabilidad fueron haciendo mella en los jugadores de Alcaraz. No había forma de sujetar el partido ni mucho menos de construir ni una sola jugada razonable. El centro del campo no tenía sustancia y los dos puntas deambulaban desorientados por los alrededores del área andaluza, pero sin ninguna posibilidad de lograr gol. Al contrario, otra vez el Córdoba estuvo cerca de convertir, esta vez con una acción a cargo de Abad que no encontró puerta gracias al rechace de Álex.

Llegó el descanso y las miradas extraviadas de la grada decían mucho más de lo que se atrevían a expresar. No había argumento, ni relato, ni melodía. El Zaragoza había demostrado ser un equipo muerto, aterrorizado y sin aire en los pulmones. ¿Habría cambios? ¿Saldría Pombo, extrañamente en el banquillo, para aportar algo más de acidez en el ataque? ¿Qué tipo de pensamientos pasarían por la mente del veterano Alcaraz? Las respuestas vendrían en forma de nada cuando saltaron los jugadores al terreno de juego. Es decir, todo seguiría igual.

Y así fue. Ambos equipos mantuvieron sus libretos y siguieron jugando a no jugar. El Zaragoza no carburaba, no echaba humo por sus chimeneas, seguramente porque ni hay leña ni brasas. A los pocos minutos la afición comenzó a mostrar su descontento y Alcaraz movió ficha. “La” ficha. Pombó saltó al césped de la Basílica y esta lo bendijo con una cerrada ovación y coreando su nombre. La gran esperanza blanca del zaragocismo ya estaba donde debía. Sin embargo, lamentablemente, su presencia sola no basta para enmendar a este desastroso equipo. Y eso se pudo comprobar con el discurrir de los minutos. El partido entró en una fase de desconcierto multitudinario en el que nadie era capaz de tomar el timón, ni de ejecutar una acción correctamente.

Es verdad que el Zaragoza tiró mínimamente de corazón, pero este está tan apagado que apenas consiguió encender una mini llama de ilusión. Al contrario, fue el Córdoba el que acorraló al equipo blanquillo y a punto estuvo de conseguir un gol que habría supuesto una puñalada en el desvencijado pecho de este grupo que ya no es capaz de ofrecer ni medio mensaje de vida.

El partido finalizó con un 0-0 que deja un paisaje desolado al final del cual asoma un horizonte negro que nos atrae con la fuerza de un poderoso imán. Muchas cosas y muy pronto tienen que cambiar para encontrar solución a un desastre que amenaza con engullirnos a todos y llevarnos al vacío.

Ficha técnica

Real Zaragoza:
Cristian Álvarez; Delmás, Verdasca, Álex Muñoz, Lasure; Javi Ros, Benito, Raúl Guti, P. Biel (Pombo, 68); M. Gual (Soro, 86) y Álvaro Vázquez.

Córdoba CF:
Abad; Loureiro, Aythami, Quintanilla, Galán; Vallejo, Blati Toure; Quim Araujo (Martín, 80), Sebas (Jovanovic, 74), De las Cuevas; y Jaime (Piovaccari, 87).

Goles:

Árbitro:
Díaz de Mera (Comité Castellano-Manchego). Amonestó a Álex Muñoz (46), Galán (52) y Lasure (85).

Incidencias:
Partido de la 17ª jornada de LaLiga 123 disputado en La Romareda ante unos 16.000 espectadores.

Puntuaciones

Cristian: 4. De nuevo, el mejor.
Delmás: 1. Superado por todo y por todos.
Verdasca: 1. Nervioso e inexacto.
Álex: 2. Alternó errores y aciertos.
Lasure: 1. Ha perdido la chispa que nos enamoró.
Ros: 1. Falló mil pases aunque su lucha no falta.
Guti: 1. Le falta ritmo y poso.
Benito: 2. Lo intentó todo, pero en territorios que no conoce.
Pep Biel: 1. No es jugador titular.
Gual: 1. Se pierde n un mar de regates imposibles.
Álvaro: 1. La tuvo, pero no golea. Desubicado.
Pombo: 2. Trató de encontrar caminos en solitario.
Soro: S. C.

por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello

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