Real Zaragoza 0 – 1 RCD La Coruña | Crónica

Real Zaragoza 0 – 1 RCD La Coruña | Crónica

Sueño con serpientes

¡Qué frío hace en las proximidades de la 2ª B! Cualquier zaragocista que ayer optó por asistir al partido que disputaron el Real Zaragoza y el Deportivo pudo comprobarlo. ¿O no se te heló el corazón, apreciado lector,  cuando Pedro, otro ex-zaragocista que se reivindica cuando el escudo del león se le pone enfrente, clavó un impecable chut cruzado en la red de Cristian?. ¿O no hundiste la barbilla en el pecho cuando el árbitro pitó el final del choque? ¿O no miraste aterrado la pantalla de tu móvil para comprobar que, en efecto, las llamas del infierno llaman a nuestra puerta? Es seguro que sí. Que sí a todo.

En el minuto 83 se acabó la tenue luz que hasta ahora había iluminado la esperanza blanquilla. Fue suficiente un despiste defensivo, un bastardo desajuste en el lateral para que el balón cayese a los pies del 15 gallego y se hiciese de noche de golpe. De nada habían servido las pocas cosas buenas que se habían hecho hasta entonces. Nada es suficiente.

Y lo peor, si es que no había bastante para sentir tanto dolor, ocurrió a orillas del Mediterráneo. Y en el archipiélago canario. Y en la lejana Galicia. Los demás ganan. Sí, amigos. Casi todos ganan. Menos el Real Zaragoza. Y no por falta de intención, ni por ausencia de interés, pero la voluntad no le da para doblegar a equipos hechos, ellos sí, para empresas más nobles que arrastrar la  miseria y el miedo por los abismos de la categoría.

La primera parte fue un monumento al desacierto. Ninguno de los dos equipos cumplió con lo que un partido de tal relevancia les exigía. A unos, por la supuesta ambición del ascenso; a otros, por la segura inestabilidad ante el descenso. Hubo, es verdad, un breve tramo en el que los de Víctor gobernaron moderadamente el choque. Los primeros quince minutos, por más exactos. Al poco, el Depor dio un pasito al frente y se decidió a controlar la zona media, aunque con poco criterio. Y al final, le guió el ojo al gol aunque sin acierto en las botas de Borja Valle, pero su chut se fue alto cuando tenía todo a favor.

Antes, el Zaragoza trató de hacerle daño al equipo gallego por medio de los disparos de Pep Biel en el minuto 7 y de Gual en el 11. Poca cosa y de poca entidad. Nada importante. Quien de verdad tenía peligro era el equipo de Martí, más vertical e intenso, si bien la puntería tampoco es uno de sus fuertes.

Se llegó al descanso con el 0-0 en el vetusto marcador de la Basílica, lo que fue interpretado por la afición zaragocista como un mal menor. Todos pudimos ver que la maquinaria del centro del campo no funcionaba con fluidez y que los laterales tampoco estaban cumpliendo con el seguro mandato de rasgar las costuras gallegas con incursiones metálicas. La defensa acogía los embates forasteros con mediocre claridad y arriba…Bueno, arriba no lucía el sol. No, no había claridad ni argumentos nítidos. Solo una estéril puesta en escena.

Regresaron ambos equipos al césped con los mismos jugadores. Los primeros minutos fueron de tanteo obtuso, transmitiendo a la grada que el resultado a evitar era la derrota, por lo que el empate podría no ser demasiado malo. Inexactas acciones, lentas ejecuciones y total abulia. Si en algún momento habíamos pensado que Papu podría agitar algo el partido en seguida se nos olvidó. Víctor pensó lo mismo y en el minuto 54 lo sustituyó por Guti.

El partido llevaba camino de ahogarse en el vaso de la inactividad hasta que Pep Biel capturó un balón que por allí pasaba para llegar con rapidez y decisión al balcón del área. Su disparo, un tanto fláccido, fue despejado por Giménez. Era la primera ocasión de verdad generada por el Real Zaragoza, pero como pudimos comprobar, apoca cosa para conseguir el gol. A partir de ahí, minuto 60, el Depor se quedó el balón y comenzó a buscar con ahínco la meta local. El Zaragoza, agazapado, se aprestaba a cerrarse con orden y tratar de desbloquear el marcador a base de contragolpes. La lástima fue que no supo construir ni uno solo con cierta entidad, mientras que los minutos corrían camino del empate final.

Diez minutos más tarde Eguaras, lesionado, abandonó el terreno de juego. No estaba teniendo una tarde memorable y su puesto lo ocupó un revolucionado Ros que contribuyó a que el equipo aragonés viviese sus minutos más relevantes. Marc Gual puso a prueba a Giménez con un chut raso y poco después Pep Biel probó fortuna con un disparo lejano que se fue fuera por poco.

Pero sería en el minuto 75 cuando el Zaragoza disfrutó de su mejor ocasión. Mejor dicho: de sus tres mejores ocasiones. Biel remató desde el borde del área, obligando a Giménez a una buena parada. El rechace lo recogió Gual, pero el portero deportivista sacó una mano milagrosa. El balón, juguetón, rodó por el área pequeña y fue recibido por Álvaro, pero su remate no llegó a buen puerto. Una lástima, pues el Zaragoza había ido a por el partido con poca fortuna en la finalización.

Y como todo puede ir siempre un poco peor, sucedió. La Romareda recibió con una sonora pitada a Pedro, jugador muy poco querido por su indolencia y distancia afectiva con quien fue su afición. Y quien más quien menos se temió lo peor: este nos ha de amargar la tarde. ¿Podía ser? Sí. ¿Sería? Probablemente. ¿Fue? En efecto. El alicantino recibió un balón completamente libre de marca (¡ay, esos errores defensivos!), controló con la suavidad que dan los años y la experiencia y cruzó un chut envenenado que Cristian no pudo detener. Era el minuto 83.

El zaragocismo enmudeció. El abatimiento se hizo dueño de nuestros corazones con tal intensidad que de las gargantas de los fieles no salió ni siquiera un grito de reproche. Víctor sacó a Pombo al campo y el equipo del Ebro se enmarañó de tal modo que de ahí hasta el final no fue capaz de ligar ni una sola jugada con criterio. Ni los cinco minutos de extensión ni los desesperados intentos blanquillos sirvieron para lograr el gol del empate.

Gual lo intentó a un minuto del final pero su remate tuvo el mismo final que todos los demás: la nada. El partido acabó, la afición protestó y los jugadores mostraron su abatimiento en una preocupante demostración de que están superados por la situación. Hay motivos más que razonables para estar muy preocupados, pues el desastre se aproxima a una velocidad de crucero que ya querríamos para huir de este incendio de Atlanta que amenaza con destruirnos.

De momento el equipo depende sí mismo. Lo que no sabemos es si es una buena noticia u otro argumento para echarnos a temblar.

Ficha técnica

Real Zaragoza:
Cristian Álvarez; Delmás, Guitián, Verdasca, Nieto; Eguaras (Javi Ros, 70), Zapater (Pombo, 86), P. Biel; Papunashvili (Raúl Guti, 54), Álvaro Vázquez; y M. Gual.

RCD La Coruña:
Dani Giménez; Bóveda, Domingos Duarte, Marí, Saúl García; Bergantiños, Expósito; Borja Valle (Nahuel, 69), Fede Cartabia (Vicente Gómez, 89); Carlos Fernández (Pedro, 80) y Quique González.

Goles:
0-1, min. 83: Pedro.

Árbitro:
Vicandi Garrido (Comité Vasco). Amonestó a Marí (4), Eguaras (12), Verdasca (36), Nieto (41) y Guitián (79).

Incidencias:
Partido de la 37ª jornada de LaLiga 123 disputado en La Romareda ante unos 21.500 espectadores.

Puntuaciones

Cristian: 3. Poco trabajo. En el gol se vio superado.
Delmás: 2. Poco expeditivo en defensa. El faltó profundidad en ataque.
Guitian: 2. Discreto y poco contributivo.
Verdasca: 2. Moderadamente correcto. No aportó salida.
Nieto: 2. Fue de más a menos. Sufrió en defensa y en el gol se desubicó.
Eguaras: 2. Tocó y tocó, pero no generó.
Zapater: 2. Luchó lo indecible, pero no contribuyó.
Papu: 1. Falto de forma y ausente en muchos momentos.
Pep Biel: 3. Activo y vertical, pecó de inexacto.
Gual: 2. Trabajó y se empeñó, pero no acertó.
Álvaro: 1. Opaco y poco importante. En el gol se desubicó.
Guti: 2. Trabajó con denuedo, pero no sumó.
Ros: 2. Activó al equipo, pero algo revuelto.
Pombo: S.C.

por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello

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