Real Zaragoza 4 – 2 R Sporting Gijón | Crónica

Real Zaragoza 4 – 2 R Sporting Gijón | Crónica

Lágrimas que son futuro

Sí Víctor: vamos a dejarte ser feliz. Porque si tú lo eres, eso quiere decir que el zaragocismo tiene motivos para serlo. Por eso no solo te lo permitimos, sino que te rogamos que disfrutes, que puedas bajarte al fin de ese corcel desbocado que ha sido el equipo durante este annus horribilis que ya muere. Pero al mismo tiempo permítele tú a esta afición maltratada y tantas veces herida de muerte que respire contigo este aire de resurrección que ilumina nuestros corazones. Y perdónale que te suplique que te quedes, porque en ti tiene, tenemos el estandarte que nos puede guiar a lo más parecido al futuro.

El partido de ayer fue un episodio digno de pasar a la historia del zaragocismo. No se logró un éxito memorable, ni se conquistó un título, ni supuso un ascenso. Nada de todo eso fue. Pero significó una vuelta a la matriz del zaragocismo, una cierta recuperación de las más finas esencias de lo que este club representa en el fútbol. Un ejercicio de buen gusto, asociación, amor a la posesión y compromiso con el espíritu del león. Y un homenaje al espíritu de lo que el himno de los años setenta proclamaba en su título: “Sin reblar”.

Eso hizo ayer el Real Zaragoza. Levantarse del primer golpe recibido en el minuto 7, cuando tras marrar Pombo el 1-0 en jugada fina y elaborada, un discreto contragolpe acabó en el 0-1. Bien es cierto que hubo un grueso error a cargo de Álex Muñoz, pero ya se sabe que lo que en muchos equipos no significa un gol en contra, en el equipo aragonés siempre lo es. Y otra vez el fantasma de la obligada remontada se instaló en las gradas de la Basílica y en los hogares y peñas zaragocistas de medio mundo. Otra vez a pelear contra la debilidad defensiva.

Tocaba discutirle al infortunio su empeño en derribarnos. Para ello se tuvo que armar bien el medio centro, ayer repetición del que jugó en Almendralejo. Comandados por Javi Ros, inmenso ayer, los cuatro centrocampistas se aprestaron a una dura batalla con los jugadores asturianos, avezados en choques aguerridos. Para romper el ritmo impuesto por los rojiblancos Ros puso a prueba a Dani Martín con un chut polvoriento que acabó en corner. Era el primer gesto. Poco después, fue Pombo quien lo intentó, pero de nuevo Martín reaccionó ágilmente y evitó el empate.

El mejor argumento en ataque lo tenía el Zaragoza en las galopadas de Delmás, digna réplica de castizos antecesores como José Luis Rico o el mismo Alberto Belsué, pero quien estuvo más cerca del gol fue, de nuevo, el Sporting.  Primero Babin, con un cabezazo algo desviado, pero sobre todo la mejor ocasión la tuvo Djurdjevic en el minuto 24. El balcánico se plantó ante la portería blanquilla superando a los dos centrales pero su disparo fue mágicamente desviado por la pierna de Cristian, el Divino. El 0-2 habría podido ser una losa insoportable, por lo que hay que computar esta acción del portero argentino como una de las acciones clave del partido.

En medio de estas dos oportunidades reseñamos un gol anulado a Álvaro por fuera de juego para poco después anotar un centro chut de Delmás que Martín desvió con muchos apuros y que Pombo no puedo remachar pues se lo impidió el defensa Peybernes. En esos instantes es cuando llegó el gol del empate. Fue una nueva incursión de Delmás tras pase de Ros la que propició un remate raso de Álvaro tras centro del zaragozano. Fue una buena noticia que venía a equilibrar no solo el marcador sino a aportar la sensación de que ahora sí que reflejaba con justicia lo que había sucedido sobre el verde del vetusto estadio. Así y todo, aún pudo irse el Sporting con el 2 en su casillero si Cristian, de nuevo Cristian, no hubiera despejado con solvencia un duro chut de Djurdjevic.

Víctor nos contaría después que en el descanso habían manejado el discurso de seguir así, “que vamos bien”, y todo eso, pero el fútbol es un deporte que no entiende de relatos previos sino de verdades insospechadas. Y de eso el Zaragoza sabe mucho. Lo escribo así porque apenas iniciado el segundo tiempo, con las botas aún oliendo a crema abrillantadora, el Sporting logró el 1-2 en una jugada digna de patio de recreo de los setenta, cuando los partidos los jugábamos 25 contra 32. Ni Álex, ni James, ni Delmás ni Guitián acertaron a despejar y el balón llegó mansamente a la red de Cristian tras toquecito nórdico de Lod.

Fue el período más pobre del Real Zaragoza. Con un Sporting crecido y muy confiado en sus posibilidades, los de Víctor vivieron unos minutos de aturdimiento. Dominaba el partido, controlaba la situación y acorraló a los aragoneses simplemente manejando el balón y no cometiendo errores. Y ahí apareció la mano de Víctor. Retiró del campo a un aturdido Pombo, duramente cuestionado por los suyos, y metió en la batalla a Papu, justo cuando estaba a punto de sacarse un corner. Y sucedió. El balón cayó en el área pequeña, se produjo un breve barullo y ahí apareció el georgiano, que metió el pie para lograr el empate.

Puede decirse que el Zaragoza tuvo fortuna en esta ocasión, pero con eso hay que jugar también. Y aprovechar el viento cuando es de cola. El equipo creyó. Víctor creyó. Y la afición creyó. El equipo recibió un chute de energía y fe en sí mismo y así en cinco minutos llegó el 3-2. Fue una buena apertura de James a la banda, donde encontró a Nieto. El lateral zaragozano corrió limpiamente unos metros y le regaló una fantástico balón a Álvaro, quien remató con calidad para batir a Martin. Fue un bello gol. Y lo más importante: fue un gol que encendió al zaragocismo, que incendió la noche con la pasión propia de las grandes gestas. El equipo se aprestó a cerrar el combate con las armas de la inteligencia, la generosidad y, siempre, el buen fútbol. Víctor movió de nuevo el banquillo y sumó a la empresa al fino Eguaras en lugar del fatigado Igbekeme. Su presencia aportó gobierno, elegancia y control. Esto último fue muy importante, pues el partido estaba para listos, no para insensatos. Y para ser administrado con prudencia y picardía. A ello contribuyó Víctor con sus decisiones. La última importante, introducir a Gual por Álvaro para que este recibiese una gran ovación en premio, ayer sí, a sus méritos.

Quedaban pocos minutos, pero aún tuvo tiempo el inquieto delantero catalán de meter un gol. Lo hizo después de una buena jugada de Pep Biel por la banda, al borde de la anulación por haber salido el balón del campo, con un pase de la muerte que recogió Gual para lograr el 4-2. Y ese fue el momento no solo de la noche, sino de la temporada. No por el gol, sino porque el corazón desarmado del zaragocismo ya no pudo más y estalló en un verso vacío de poesía pero cargado de amor confeso: “¡Víctor, quédate!”. Atronó la noche blanca y azul y Víctor, Vitín, lloró. Seguramente recordando sus carreras de niño por su barrio Oliver; aquellos partidos de tenis en su colegio y los interminables recorridos por sus calles en aquella bicicleta “de carreras” que tantos y tanto envidiamos; probablemente  acordándose de tantas y tantas noches en vela que estos últimos meses han atormentado su alma zaragocista. Decía, sí, que Víctor rompió a llorar. Y con esto escrito no queda mucho más que relatar. El lector sabe que ayer el Zaragoza ganó un partido, pero también intuye que quizás obtuvo algo más importante: tal vez se produjo el nacimiento del futuro.

Ficha técnica

Real Zaragoza:
Cristian Álvarez; Delmás, Guitián, Álex Muñoz, Nieto; Javi Ros, Igbekeme (Eguaras, 79); R. Guti, P. Biel, Pombo (Papunashvili, 65); y Álvaro Vázquez (M. Gual, 87).

R Sporting Gijón:
Dani Martín; Geraldes, Peybernes, Babin, Molinero; Cofie (Sousa, 73), Cristian Salvador; Traver (Pablo Pérez, 82), Lod (Pedro Díaz, 87); Alegría y Djurdjevic.

Goles:
0-1, min. 8: Lod. 1-1, min. 38: Álvaro Vázquez. 1-2, min. 46: Lod. 2-2, min. 65: Papunashviili. 3-2, min. 70: Álvaro Vázquez. 4-2, min. 90: M. Gual.

Árbitro:
Ais Reig (Comité Valenciano). Amonestó a Pombo (35) y Babin (34).

Incidencias:
Partido de la 39ª jornada de LaLiga 123 disputado en La Romareda ante unos 17.000 espectadores.

Puntuaciones

Cristian: 5. Estuvo serio y decisivo. Evitó el 0-2. Crucial.
Delmás: 5. Su trabajo en la banda fue portentoso. Abrió la lata y defendió con coraje.
Guitián: 2. Discreto y algo irregular.
Álex Muñoz: 1. Noche aciaga. El primer gol (en contra) fue suyo y mostró inexactitudes.
Nieto: 5. Gran labor ofensiva, sirviendo el tercer gol y abriendo rutas de seda.
Ros: 5. Inmenso. No dejó ni un resquicio del campo por recorrer. Lo dio todo.
Guti: 4. Gran trabajador y enorme abarcando campo.
Pep Biel: 5. Extraordinario todo el partido. Juega y hace jugar.
James: 3. Con luces y sombras, adoleció de cierta inestabilidad.
Pombo: 2. Lo intentó de todas las maneras, pero está viviendo un calvario.
Álvaro: 5. Trabajó hasta la extenuación. Abrió posibilidades y goleó doblemente.
Papu: 2. Salió y goleó. Algo individualista e impreciso.
Eguaras: 3. Sobrio y eficaz, ayudó a sujetar el partido.
Gual: 2. Jugó muy poco pero aún así le dio tiempo a marcar.

por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello

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