Subiendo la escalera | De 5 en 5

El punto de inflexión fue en Tenerife.

Corría el minuto 78 y el Real Zaragoza estaba siendo bailado por el antepenúltimo clasificado. Gay había hecho los tres cambios (pensando si no eran sus últimos como entrenador del Real Zaragoza) y había metido toda la carne en el asador.

Entonces Arizmendi, ese chico de mirada triste y aspecto de novela de Dickens, recogió un balón en el pico derecho del área rival. Allí, Luna (un amigo) metió la pierna de manera irresponsable y zancadilleo al delantero zaragocista. Penalti, gol y…Domingo de Resurrección, como nos contó Lobo Diarte.

El Real Zaragoza tomó su primera bocanada de aire en varios meses y se preparó para, como dijo Gay en esa misma rueda de prensa, subir la escalera que les llevara a la salvación. Nos salvaremos o no pero, a partir de ese día, el que afronta el reto, es un ser vivo y no un cadáver.

Un vistazo a la tabla de clasificación nos indicaba que, para asegurar claramente la permanencia, eran necesarias 10 victorias en media temporada. Nada menos que 30 puntos. Es decir, los que había logrado en ese periodo de tiempo el europeo Sevilla.

Y así se presentaba el nuevo Real Zaragoza al pie de su escalera. Con la mirada nueva y sin el angustioso lastre de una vergonzosa racha perdedora.

El día del Sevilla

Desde tierras del Ebro, hemos estado viendo con envidia la evolución de los últimos años del equipo de Nervión.

Por nivel, secretario técnico y posibilidades, les hemos visto como un espejo en el que mirarse. Un modelo de como hay que hacer las cosas.

Así pues el duelo del 7 de febrero era, además de los imprescindibles 3 puntos, una oportunidad de revindicarse.

Y el Real Zaragoza se reivindicó. El partido nos dejó la sensación de que es posible la remontada. De que es posible ganarle a uno de los gallos de la competición. Y de que el Zaragoza es como ese primo lejano que aparece cuando menos te lo esperas.

Las combinaciones de Colunga y Suazo, y los goles del primer tiempo fueron el primer motivo de orgullo para la afición desde…ni se sabe. Es bueno, de vez en cuando, acordarte de porque te gusta el fútbol.

Y además, como si un ángel justiciero estuviera al tanto de nuestras desventuras, el gol de la victoria lo marcó Negredo. Su primer gol como zaragocista.

El bache

El partido contra los andaluces debería suponer un tótem, un máximo al que agarrarse cuando

venga mal dadas. Un recordatorio de lo que es posible.

Pero la salvación se pelea en el barro, y eso lo olvidaron los maños en Pucela (pese al valioso empate, a los últimos minutos y al «Chupetazo») y, sobretodo, en casa contra el Sporting. Este último partido es también un recordatorio de lo que es posible, pero por el lado malo.

La histórica tendencia a relajarse ante rivales de menor calado hizo su aparición en estos 2 partidos. Lo que en otras circunstancias no es más que una fea costumbre, como el niño que se escaquea de lavarse los dientes cuando la madre no mira, es, en estas condiciones, un despiste inadmisible.

En cuanto los maños se gustaron y salieron al campo desprovistos de presión, se convirtieron en un equipo blando al que no le llega para ganar sólo con su calidad.

Un equipo solidario

Con el toque de atención que nos dio la realidad, nos presentamos en Getafe con las prioridades más claras y los valores de compromiso y atención recobrados. Además, con Roberto, el relevo de Carrizo, en la portería.

Y el Zaragoza fue «un equipo con mayúsculas», según Gay. Orden, compromiso, sentido de equipo…más los goles de Suazo.

El partido contra el Atlético de Madrid, pese a su amargo final, nos confirma que el rumbo está, por fin, fijado.

El Zaragoza, cada vez tiene más clara su identidad. Es un equipo guerrero en el centro del campo y peligroso arriba con las combinaciones de Suazo, Colunga, Ander…

El once cada vez varía menos y la sensación es que, si se presta atención a las marcas y a las ayudas, este equipo es difícil de batir. El fútbol de toque y velocidad, una vez derrocado el 4-3-3, se sirve en pequeñas raciones.

Se abusa, quizás, de intentar manejar el tempo del partido antes que de matar al rival. El empate contra un Atlético en inferioridad así nos lo indica.

El mercado de invierno fue especialmente intenso, provocando un excedente de ingredientes para que Gay jugara a su «Quimicefa» particular. Vayamos por partes.

Una defensa nueva

«Echadme si queréis pero, como no fichéis un central, os vais a Segunda».

Esta es la profecía que, según la abundante rumorología de nuestra ciudad, le espetó Víctor Fernández a Agapito en Enero del 2008.

El caso es que, esta vez, nos han llegado Contini y Jarosik. Los dos se han afianzado en el eje de la defensa y han ofrecido un buen rendimiento. Diestro y zurdo, rápido y lento, se complementan con facilidad y han parado la sangría de goles que nos asolaba.

Además, han contribuido con goles a la recuperación del equipo.

Contini merece mención especial. Como buen defensa italiano, entiende el fútbol defensivo en todas sus facetas. Y cuando digo todas, son todas. No es que Contini juegue al límite del reglamento. Es que juega al límite de la Declaración de los Derechos Humanos y más allá de la Convención de Ginebra.

Entre él y Ponzio (indiscutible por su entrega y autodisciplina) han convertido el flanco izquierdo de la defensa en territorio comanche para el rival.

Diego Costa, Negredo, Pedro León, Reyes, Agüero… el que no acabó expulsado, lo hizo lesionado o desquiciado. Y todos ellos con síntomas más propios de la neurosis de guerra de un veterano del Vietnam, que del postpartido de una estrella del fútbol.

En la derecha, han alternado sus lesiones Pulido y Diogo que, por lo general, han cumplido. Con algún alarde ofensivo, incluso, por parte del uruguayo.

El relevo en la portería

Dicen que un portero desaparece de las alineaciones si no gana puntos para su equipo con sus paradas. Si los pierde…ni te cuento.

Así que Carrizo agotó con sus errores el lógico crédito que acompaña a un portero internacional, más el de propina que le proporcionó Gay.

Roberto, un novato en la categoría cedido por el Atleti, se nos está revelando como un arquero de futuro prometedor y de presente sobrado para sentar al argentino.

En los 2 partidos que ha tenido, más allá de intervenciones decisivas (que las tuvo en Getafe), ha añadido para la causa una sensación de seguridad que se nos hacía imprescindible para llegar a buen puerto.

Suazo

El fichaje estrella del mercado invernal ha sido el «Chupete» Suazo. No prometieron un «nueve» rematador (lo que Marcelino imploró tanto tiempo en vano) pero lo que nos han traído es a un futbolista como la copa de un pino.

Sus números anotadores no son espectaculares pero, su presencia en el juego ha elevado muchísimo el nivel atacante del equipo.

Su atípico físico esconde a un delantero que nos ha mostrado su capacidad de aguantar el balón, su juego de espaldas, su facilidad para combinar, sus taconazos voladores y su picardía.

Es un incordio constante para el rival.

Gabi y Edmilson

El ex del Getafe fue relevado de sus funciones con el cese de Marcelino. Con el paso de los partidos, y ante la incapacidad para remontar el vuelo, recuperó su sitio en la medular y, a partir del partido de Tenerife, ha sido fijo y decisivo.

A su entrega y recorrido habitual ha añadido mayor presencia y corrección con el balón.

Edmilson ha empezado con síntomas de lentitud y baja forma física pero, conforme pasan los partidos, se nota más su jerarquía y su trabajo en las coberturas.

Eliseu y Arizmendi

En las bandas, Gay ha acabado por decantarse por el trabajo y la entrega antes que por el toque y la exquisitez. Jorge López (irreconocible), Pennant (marcado por sus retrasos) y Lafita (sin noticias desde el castañazo en Tenerife) han dejado su sitio a estos dos jugadores.

El portugués se nos ha revelado como un futbolista rápido y potente aunque con limitaciones con el balón.

Arizmendi ha retornado a la banda, un puesto en el que brilla más su entrega y se nota menos su falta de claridad.

Ander

Con el fichaje de Edmilson y el resurgir de Gabi, Ander Herrera ha vuelto a la mediapunta, a pesar de las reticencias de Gay.

El chico, aparentemente ajeno a las reacciones que provoca su apellido, se va afianzando con su desparpajo, manejo del balón y facilidad para forzar faltas.

Pese a no estar siendo decisivo en el área rival, su presencia y certeza en el juego es constante y visible para todo aquél que mire.

Aún así, también ha dado muestras de bisoñez como, por ejemplo, la expulsión en Pucela.

Para este último defecto, nunca faltan señores que actúan de heraldos mensajeros para recordarnos de lo supuestamente advenedizo de su posición.

Los damnificados

Con el desembarco de refuerzos invernales, los sospechosos de «marcelinismo» fueron invitados a abandonar el club.

Así pues, López Vallejo (apuesto a que se lo veía venir), Ayala (que se fue dejando más recados a Gay que a la espalda de Simao), Braulio (que se hizo el remolón) y Songo’o (relegado al ostracismo) dejaron el Real Zaragoza.

Pavón y Paredes han hecho del banquillo su hogar, confirmando los desaciertos en la elaboración de la plantilla en la época estival.

Y si hablamos de esperpentos, no puede faltar el culebrón de Ewerthon, que acabó en el Palmeiras.

Finalmente, Goni ha desaparecido tristemente de las alineaciones, ante el buen entendimiento de Jarosik y Contini.

Pero hay otro damnificado que ha quedado en evidencia. En las 2 últimas alineaciones, no ha sido titular ninguno de los fichajes del verano. Aplíquese ha quién corresponda.

Gay y Nayim

Gay inició su andadura con la losa del rechazo popular al cese de Marcelino.

Ha tenido lo que no tuvo aquél (confianza, al menos en apariencia, de los dirigentes) y le está faltando lo que le sobró al asturiano (la consideración de la grada).

La verdad es que ha alternado fallos y aciertos, tanto de planteamiento como, sobretodo, en los cambios. Pero la sombra de Marcelino es alargada, y a Gay se le señalan mucho más los errores y se le «excusan» los aciertos con el argumento (no exento de razón) de que ha tenido los refuerzos que le faltaron a su antecesor. Ya nos parecemos al Madrid: los partidos los gana Cristiano Ronaldo y los pierde Pellegrini.

Si de algo ha hecho gala Gay es de ser flexible, tanto con los sistemas (dejó atrás el 4-3-3 o el 4-2-2), como con los jugadores (Gabi o Roberto en la portería).

Pero cuando hablamos del entrenador, parece más apropiado hablar de 2 personas para no desmerecer la importancia de Nayim.

Porque Gay se debió de ver apurado por la situación y llamó a su amigo para que le ayudara a llegar hasta donde él no lo hacía.

Juntos forman un tándem que se complementa. El uno, serio y reflexivo. El otro, extrovertido y temperamental. En la banda, reaccionan de la misma manera ante los acontecimientos del partido y los gritos de uno siempre conllevan la reafirmación de lo dicho por el otro.

Una especie de “poli bueno, poli malo” aplicado a la gestión del vestuario. 2 amigos al mando de la nave.

El futuro

Si nos ceñimos a la 2ª vuelta (prácticamente el ciclo de 5 partidos que comentamos), estaríamos hablando de un equipo que se movería por la zona media-alta de la clasificación.

Pero el hecho de tirar toda la primera vuelta (especialmente el verano), ha reducido el margen de error al mínimo.

Los 5 puntos sobre el descenso actuales son un colchón impensable hace 5 semanas pero (y aquí empiezan las preguntas que nos responderá Nemmerle) ¿se nos agotará en el momento en que vengan los grandes a La Romareda?

O, dicho de otra manera, ¿habrá sido nuestra reacción un espejismo provocado por el nivel de nuestros rivales y la endeblez de Tenerife y Valladolid?

¿Echaremos en falta los 3 puntos del Sporting o, por contra, se nos confirmará como una «derrota útil» para espabilar?

¿Disipará Roberto cualquier atisbo de duda en la portería?

¿Volveremos a ver a Goni?

¿Les costará factura arbitral a Contini y Ponzio las reacciones de la prensa madrileña por el marcaje a Agüero y Reyes?

Y como es tradición ¿jugará por fin Obradovic?.

 

Las respuestas

En cuanto a las dudas que preocupaban a Lobo Diarte, creo que ya han sido contestadas a lo largo de este artículo.

Pero, resumiendo, Goni (al igual que Carrizo) ha dejado de contar para Gay. El centro del campo ha mejorado pero, más que por Edmilson, por el retorno de Gabi y las ayudas de Eliseu y Arizmendi. Sin despreciar el talento de Ander (ahora más cerca de la portería).

El equipo, sin encadenar una gran racha de victorias y con el 4-3-3 guardado para tiempos mejores, está algo más tranquilo (en algún partido, demasiado), pero sin holgura suficiente como para dar oportunidades a Lacruz, Barba, Alex Sánchez…

Y en cuanto a las preguntas recurrentes…Ewerthon se fue. Y Obradovic…¡ah! pero…¿ha llegado?

Por Ruben II

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