Con las cartas marcadas | La Lupa

FC Barcelona 2 – 2 Real Zaragoza

26 de noviembre de 2004. Ángel María Villar es reelegido Presidente de la Federación Española de Fútbol para emprender su quinto mandato al frente de este organismo. Pocos días antes de la celebración de esa Asamblea, se reunieron los miembros de la Liga de Fútbol Profesional para decidir el voto coordinado de esa entidad, y concluyeron apoyar a Gerardo González, rival de Villar para esa presidencia. Sin embargo, llega esa fecha y de la decisión mancomunada de la Liga se descuelgan dos de sus equipos, FC Barcelona y Athlétic de Bilbao, que tornan el sentido de su voto y se inclinan a favor del sempiterno Presidente. Estaba claro que Juan Lapuerta, Presidente de la entidad blaugrana, no se iba a conformar con su presencia como directivo en la Junta de la Federación; su apoyo tendría que recibir el adecuado reconocimiento. No ha hecho falta que transcurriera mucho tiempo para que exigiese el pago por los servicios prestados.

En efecto, el equipo azulgrana no ha comenzado la temporada al mismo nivel que la pasada, era necesaria la inmediata intervención del brazo ejecutor de Villar, el colectivo arbitral, para evitar que el FC Barcelona perdiera el paso en los primeros desfiles ligueros. Un dato: en seis partidos de Liga, en cuatro de ellos los rivales de los blaugranas han terminado con menos jugadores de los once de inicio. El Real Zaragoza ha sido uno de esos cuatro, qué casualidad.

No pudo plantear mejor el complicadísimo partido Víctor Muñoz. El entramado defensivo que utilizó para dificultar las transiciones entre líneas azulgranas fue perfecto, con las líneas juntas para evitar las rápidas circulaciones de balón de Ronaldinho, Deco y Eto´o, y sólo Giuly causó problemas por su banda, ante la incapacidad de Toledo para controlar al francés. La primera parte fue un pesadote ejercicio de dominio del esférico del FC Barcelona, sin profundidad y pegada, con una única oportunidad que resolvió magníficamente César. Nuestro equipo no se prodigó en ataque, pero ejerció el oportuno control del partido, libre de sobresaltos defensivos y con un sentido táctico estimable.

Dos zarpazos zaragocistas marcaron el desarrollo inicial de la segunda mitad. Los hermanos Milito actuaron de forma conjunta a favor de la sociedad que les presta cobijo futbolístico y en dos magnificas acciones pusieron el marcador en franquía. El FC Barcelona quedó maltrecho, como un boxeador sonado, y excepto en una oportunidad de Deco, se veía impotente para superar las barreras físicas y psicológicas que le había impuesto nuestro equipo. Pero… faltaba la actuación del enviado especial de Villar, que aprovechó una extraña y teatralizada caída de Van Boomel dentro del área zaragocista para cumplir con sus abyectas órdenes y señalar penalti y expulsar a Delio César, dos acciones injustas en un segundo, premio para el caballero. Ese acto injusto proporcionó a los blaugranas la fuerza y la moral necesarias para lanzarse en acoso desenfrenado hacia el empate, ante un Real Zaragoza más escaso en energías y en número. Una desgraciada jugada de Álvaro, que se ubicó en la localidad de Babia, permitió que Eto´o colocase las tablas en el marcador. Sensación final: impotencia e injusticia.

Podría comentar que Álvaro está en baja forma, que Toledo sigue siendo un lateral muy mediocre, que los cambios de Víctor Muñoz, por enésima vez, fueron desacertados, etc. Pero a pesar de todos estos elementos, la victoria hubiera sonreído a los zaragocistas en el Nou Camp si no hubiera aparecido un árbitro para administrar la justicia de este fútbol español: todo para el grande, migajas para el mediano, nada para el pequeño. No se producirán quejas de nuestro club, a lo sumo alguna manifestación con una protesta correcta e inofensiva, pero la afición está harta de que siempre seamos los damnificados de las cuitas de los equipos más poderosos. El FC Barcelona ayer no podía perder, y punto. En este fútbol mafioso que sufrimos en España, de pagos a apoyos puntuales y a servicios prestados, todo está marcado de antemano. Se permitirán breves alegrías a los equipos medianos pero al final, el que gana, es el más grande, y en esta España de la multiculturalidad y el talante, el poder futbolero ha pasado a la Ciudad Condal. Y lo más triste es que el FC Barcelona no necesita ese apoyo desvergonzado, es el mejor equipo de la Liga española.

Por Jeremy North

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