Motivos de inquietud | La Lupa

Getafe 5 – 2 Real Zaragoza

Cuando uno se enfrenta a un rival teóricamente inferior, existe una peligrosa tendencia a confiarse, a relajarse incluso de forma inconsciente. De hecho, es un mecanismo natural que los seres vivos emplean para administrar sus recursos energéticos y guardar las fuerzas para los momentos más duros. El problema es que a veces nuestro instinto nos engaña y lo que en principio parecía fácil, se transforma en una losa mucho más pesada de lo que podríamos esperar de antemano. Los humanos, como animales racionales que somos, deberíamos aplicar más nuestra capacidad de análisis, al menos en lo que se refiere a una evaluación objetiva del calibre del enemigo.

El Real Zaragoza salió ayer domingo a jugar a un campo con las armas enfundadas. Con el motor en fase de prearranque, se encontró frente a un competidor que le avasallaba por velocidad y ganas. ¿Por qué es el Getafe el lider de Primera División? Pues miren, no tengo ni la más peregrina idea. Ni siquiera tras verlo ayer meterle cinco goles a nuestro equipo. Pero la cuestión es que lo es, y que alguien debería haberse preguntado si sería algo más que simple casualidad que este equipo madrileño estuviese ahí. En esta vida casi todo tiene una explicación. Lo que pasa es que unas cosas tardan más que otras en verse de forma clara. Quizás después de lo de ayer veamos todos al Getafe de otra forma. Por lo menos lo veremos con esa cualidad intangible que distingue a los motivados de los apáticos.

Cada nuevo gol en contra nuestra que iba llegando iba alimentando nuestra desesperación. No sé por qué, mi mente viajó a una escena vivida hace muchos años, cuando cumplía con la Patria en unas maniobras en nuestro desierto particular de San Gregorio. De aquello me quedó la sensación de agobio de ver cómo las horas pasaban lentamente, deseando que el día terminase de una maldita vez. Cada gol que iba cayendo en nuestro saco era como comerse un puñado de arena pringosa, esperando que llegase el momento de que cesase el suplicio. Tras un primer fallo defensivo toda la estructura defensiva empezó a desmoronarse, dando paso a lo nunca visto: cuatro torrijas en media hora. Para disertar sobre culpas individuales, a los videos me remito.

Existen serios motivos para la inquietud: ¿Cómo es posible que suceda algo así? ¿Cómo se ha podido permitir un desastre de esta magnitud? Hace dos semanas teníamos un equipo serio y competitivo, que estaba empezando a demostrar cosas interesantes. ¿Dónde ha ido esa consistencia? ¿Dónde ha ido esa preparación física, que debería sostener a unos profesionales durante los noventa minutos?¿Dónde están las internacionalidades de Toledo o Ponzio? ¿Dónde están la calidad de Oscar, la velocidad de Ewerthon, el arte de Cani, la capacidad de Zapater, la batuta de Movilla, la definición de Diego?

De cualquier hecatombe se puede incluso extraer un mínimo hilillo de esperanza. En un intento de recuperar la dignidad durante la segunda parte, el Zaragoza logró acercarse en el marcador y atribular al Getafe, más no fue suficiente. Demasiados fallos para enmendar en poco tiempo.

Esto no puede continuar así. Dos derrotas consecutivas en liga frente a contrarios asequibles y un misérrimo partido en Copa hacen que el próximo partido adquiera una dimensión inesperada, ya que podríamos estar incubando lo que sería la primera crisis de la temporada. Todo el mundo ha de ser consciente de ello. Victor el primero. Quizás haya que recomponer el centro del campo, aunque ya no esté aquel aragonés grandote que no se dejaba amedrentar por la presión, que sabía jugar sin balón, que manejaba los tiempos y a quien V.M. invitó a marcharse.

O quizás sea suficiente con que todos los que ahora están se conciencien claramente de la necesidad de mantener en todo momento la concentración, la dignidad y la rabia por ganar. Sin eso nunca seremos nada.

Por Ron Peter

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