Fortes Fortuna Iuvat | La Lupa

Sporting 1 – 2 Real Zaragoza

El verso de la Eneida de Virgilio sirve perfectamente para definir una realidad que dista bastante de ser un milagro, por muy propicias que sean las fechas para hablar de ellos. La fortuna ayuda a los fuertes, la suerte existe pero solo sonríe a los que la buscan.

El Real Zaragoza hace tan solo unas semanas estaba desahuciado, era un deslavazado grupo de jugadores desmotivados, físicamente en precario y sin motivación u objetivo por el que luchar. Solo y nada más y nada menos que eso había que buscar una razón por la que no hincar la rodilla, algo por lo que seguir luchando. Y Jiménez ha conseguido lo que parecía imposible. Y ese mérito debemos reconocérselo todos.

Que los blanquillos volvieran a competir no era tarea fácil. El equipo, que ni iba ni va sobrado de calidad, estaba además desmotivado y la realidad es mucho más empecinada y fuerte que cualquier sueño. Sin tirar a puerta, sin atacar, sin luchar la pelota, sin intentarlo, ni toda la suerte del mundo puede ayudarte.

En el Molinón el Real Zaragoza se jugaba buena parte de sus aún escasas posibilidades de permanencia. Era un duelo entre iguales y aunque salir victorioso de la contienda no garantizaba ni mucho menos el éxito, lo que quedaba claro es que el que saliera derrotado estaba condenado al fracaso. Era la prueba de fuego después de 3 partidos en los que el conjunto aragonés había lavado su imagen mínimamente, había sumado 7 puntos de 9 posibles y empezaba a dar tímidas señales de despertar del largo coma en el que estaba sumido.

Y el partido se ganó. Pero no se ganó solo por que los caprichosos hados se pusieran de nuestro lado, sino que se ganó porque supimos dar la cara, porque seguimos luchando hasta el último minuto, porque creímos en nosotros mismos, en que podíamos ganar.

No fue un buen partido, fue, como era previsible y lógico, un encuentro trabado y duro, con muchas faltas, una gran presión y pocas oportunidades claras. Pero el Real Zaragoza aprovechó las suyas porque cuándo los asturianos ya habían bajado los brazos, nosotros seguimos luchando.

A pesar de los errores, del enésimo gol encajado a balón parado en clamoroso error defensivo, a pesar de que el Sporting rompió la ventaja adquirida con el buen gol de Postiga, la clave estuvo, en mi modesta opinión, en los últimos 10 minutos en los que el carril derecho se convirtió en una autopista para los blanquillos y aunque sin demasiada claridad el Real Zaragoza pisaba el área gijonesa más de lo deseable para la también maltrecha parroquia asturiana.

Lo intentó Aranda, lo intentó Lafita, y a la tercera, un mal tiro de Zucculini fue suficiente para que Lafita con un leve toque de calidad la colara dentro. El Real Zaragoza volvió a tener suerte, pero la tuvo porque la buscó. Porque estaba en el lugar preciso, porque no se conformó. Y eso para mi, ya es bastante. Es lo único que se les exige. Que luchen, que peleen, que se esfuercen.

¿Seremos capaces de salvarnos? ¡Quien sabe! Lo único cierto es que para que eso ocurra habrá que luchar hasta el último momento y que éste es el único camino posible y aceptable.

Me quedo con las palabras de Jiménez: «De uno en uno no somos nadie, pero como equipo podemos hacer algo».

Por Gualterio Malatesta

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