You’ll Never Walk Alone | La Lupa

Real Zaragoza 1 – 4 FC Barcelona

El hermoso himno del Liverpool, “You’ll Never Walk Alone”, conmueve a cualquiera que lo escuche, cuando es cantado por un estadio repleto y entregado. A pesar de ser ingleses, no es un canto imperial ni prepotente. Su letra nos habla de resistencia, de unión ante la adversidad y de creencia en un destino común. Como el grito de rabia de aquellos que no quieren rendirse.

El Real Zaragoza no quiere rendirse. Desde los escombros de la condición de colista que sostuvo tanto tiempo, desde la inanidad de esos domingos de ceniza y vacío que amargaban el alma de los cada vez más escasos asistentes a La Romareda, se levanta este equipo y llama con fiereza a las puertas del destino. “¡No estamos muertos, maldita sea! exclaman con zarpazos al resto de la liga. Y con la confianza de aquel que sabe que en los últimos partidos ha hecho todo lo que podía hacer, se presentó ante el poderoso Barcelona, esa fría máquina de hacer fútbol.

Lo que sucedió es harto sabido por todos. Pese a salir con todo por delante, con entereza y con ambición, las posibilidades de victoria quedaron sepultadas ante los fallos puntuales y sobre todo debido a la insidiosa actitud del árbitro. Sigo sin entender, a pesar de los años, la pasión y la emoción con la que los aficionados barcelonistas y madridistas se toman sus partidos. En encuentros como éste, se ve claramente el determinismo que envuelve este juego. Al dinero, a las televisiones, al Villarato, a todos les conviene que la disputa entre estos dos pseudoequipos continúe el mayor tiempo posible. El resto de equipos somos como la guarnición que acompaña al cerdo. O a los cerdos, en plural y sin cocinar.

Nos quedamos con los nuestros. Con ese valor demostrado, con esa audacia de buscar el gol, con esa serenidad a la hora de armarse tácticamente, capaz de frenar los ímpetus del rival, con ese empaque de equipo competitivo. Viendo el partido, nadie sospecharía las penurias que arrastramos y que tanto nos pesan aún. Lo abultado de la derrota no debe llevar a engaño. Zaragozas más armados ha habido en la Historia, y han caído derrotados ante otros Barcelonas y otros arbitrajes.

Lo que uno no alcanza a recordar, y con ese detalle creo que nos quedamos todos, es esa comunión entre afición y equipo, ese aplauso, ese “Sí se puede”, ese cantar el himno entero, esos cánticos de ánimo tras una excesiva y comprendida derrota. La afición ha despertado, y gritamos que estamos ahí cuando se nos necesita, que hemos atravesado el infierno para llegar hasta aquí, y que el equipo nunca caminará solo.

“Cuando camines a través de la tormenta
Mantén bien alta la cabeza
Y no temas a la oscuridad
Al final de la tormenta encontrarás la luz del sol
Y el dulce y plateado canto de una alondra
Camina a través del viento, camina a través de la lluvia
Aunque tus sueños se rompan en pedazos
Camina, sigue caminando, con esperanza en tu corazón
Y nunca caminarás solo….
Nunca caminarás solo.”

Por Ron Peter

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