El cuento de la lechera | La Lupa
Real Zaragoza 1 – 2 Getafe CF
Félix María Serafín Sánchez de Samaniego Zabala, nacido en Laguardia, (Álava), un día del Pilar de 1745, fue uno de los más destacados escritores en la España de la ilustración. Con una extensa formación en latín, gramática española, ortografía y prosodia, fue además músico, ensayista y dramaturgo. Como poeta, fue autor de fábulas y de un manual educativo, obras que se convirtieron en un excelente vehículo para la transmisión de su ideario reformista de la sociedad, la política, la moral y la literatura de su tiempo. Publicadas en 1784, la Fábulas morales recogen un total de 157 composiciones, algunas de las cuales se han consolidado hasta nuestros tiempos como pequeñas perlas a las que acudir cuando se analizan determinadas conductas de individuos o colectivos, al estilo de los refranes o los constructos de la sabiduría popular.
El conocido como “cuento de la lechera” es una de estas fábulas. En él se describe la corta historia de una humilde muchacha que portando un cántaro de leche, empieza a pensar en lo que hará cuando la venda en el mercado. Su imaginación se desborda hasta que en un momento dado, el cántaro cae, se rompe, y la leche se derrama terminando con el sueño. La moraleja viene a ser que antes de construir fantasías sin base, hay que estar concentrado en el presente, y poco a poco, irá saliendo el trabajo y por ende, sus frutos.
El Real Zaragoza arrastra desde el principio de la temporada un cántaro no demasiado valioso. Lo justo para ir tirando y no quedarse en la ruina. De tanto intimar con la miseria, bastó una racha de once puntos en cinco partidos para instilar viento en las velas de la imaginación de algunos. Los pollitos, el cerdo, y la vaca que la lechera iba a conseguir, se transformaron en una opción de play-off de ascenso. Llegó el Getafe y con él la primera derrota de la etapa de Laínez. Se rompió el cántaro.
Aunque pueda parecer una reprimenda hacia los ilusos, lo cierto es que la fábula también expresa un mensaje de motivación y esperanza. ¿Qué es la lechera, sino una emprendedora empresarial que quiere un beneficio? Pero claro, para que se alcance el objetivo hace falta algo más fantasías. Hay que saber ajustar la realidad para alcanzar lo que se quiere. Intensidad, concentración y una valentía llevada con mesura. Los blanquillos pudieron haber acabado la jornada a seis puntos de la promoción a falta de seis jornadas, con todo los sueños por delante.
Pero nuestro Real Zaragoza actual hace fácil lo difícil y se derrite por las costuras con el paso de los minutos. El equipo en las primeras partes suele jugar bien y además marca goles antes que sus rivales. Eso, que es lo más difícil de conseguir y por lo que todo el mundo suspira cuando compite, se transforma en piedras en la mochila para los blanquillos, que no saben gestionar las ventajas y atenazados por la responsabilidad y un fondo físico insuficiente, acaban perdiendo lo obtenido.
Contra el Getafe, se repitió el guión de una buena primera parte. Sin embargo, la debacle aguardaba tras el descanso. En vez de creérselo, de querer demostrar superioridad, el equipo reculó de forma inexplicable desde el primer minuto. No puede ser solo una cuestión de físico. Los madrileños apretaron, y mérito suyo es, pero hay que saber salir de la presión, no solo tirando balones a Angel, sino también con unas bandas frescas que el sábado simplemente no estuvieron. Falta agudeza en los desmarques y rapidez en la decisión de pase.
Así y todo, el rival contó con fortuna en su segundo gol y Angel, nuestro killer, la tuvo en el último suspiro. Pero no era el día. El Getafe simplemente nos ha puesto en el sitio que nos toca: en la zona media baja con ciertas calenturas. Y ahí es donde hay que volver a mirar. Se ha roto el cántaro, pues habrá que volver a por más leche y al menos, si no nos dan huevos en el mercado, que no nos tiren por el barranco. Lo importante ahora es la salvación y lo demás no dejan de ser fábulas.
Por Ron Peter.
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