La trampa de la languidez | La Lupa
AD Alcorcón 1 – 1 Real Zaragoza
Hace tiempo que la calma dejó de ser una virtud que gustase de reposar en el Real Zaragoza. Siempre hay razones de fondo, empezando por la estancia en una categoría de la que deberíamos escapar, o el hecho de ser un club en un permanente estado de inquietud económica. La estructura organizativa tampoco es ajena a los vaivenes. La marcha-cese-evaporación de Narciso Juliá es el último ejemplo. Y también hay razones coyunturales, el mismo día a día de la competición ofrece pocas oportunidades para el sosiego. Pocas veces se enlazan victorias tranquilas. Pocas veces se ha estado un mes sin perder partidos. Pocas veces el entrenador de turno puede acudir tranquilo a una rueda de prensa. Una dinámica positiva y estable es algo que parece ahora mismo una utopía.
El Real Zaragoza no ascenderá este año a primera división. Esto es algo que parece estar siendo asumido por los dirigentes y que está armándose de evidencia entre el público en general. La distancia en puntos con el ascenso directo se hizo un abismo tras la visita del Gerona hace un mes, y la brecha con la promoción ha ido también agrandándose hasta hacerse excesivamente grande. Los resultados del equipo en el año 2017 han sido muy malos, y eso hace que ahora mismo el equipo esté más cerca del descenso que del sexto puesto, lo que no deja de ser un motivo de preocupación.
Hay muchos factores que explican esta situación, empezando por la pésima planificación deportiva de este verano, que permitió iniciar la liga con un equipo falto de efectivos tanto en calidad como en cantidad. Aun cuando solo sea por estadística, tienes que asumir que siempre habrá, en un momento dado, entre 2 y 6 jugadores lesionados o con molestias. Otro factor han sido los arbitrajes, con ese balance todavía sesgado, en los penalties sancionados. Y los errores puntuales de jugadores como Bagnack o Irureta también merecen capítulo aparte. ¿Cuántos puntos tendría el Real Zaragoza ahora con arbitrajes justos y sin haber alineado a estos jugadores? Hagan sus cálculos.
Ahora mismo, sin embargo, han venido jugadores nuevos que han reforzado la línea defensiva. El entrenador parece que aunque tarde, acaba apartando a los paquetes. Tampoco hay mucho lesionado, salvo José Enrique y se espera que vuelva pronto. Los arbitrajes…bueno eso no creo que mejore…¿qué excusa ponemos ahora al mal juego, señores? A ver. Hay motivos para la esperanza, en Huesca brotó un espíritu que no debemos desaprovechar, contra el Levante se jugó de forma digna ante el líder. Visto así, el Real Zaragoza debería luchar por vencer en todos y cada uno de los partidos. Con Xumetra, Cani, Edu García y Lanzarote en condiciones, con un portero de verdad y una defensa fuerte, el equipo debería ser más solvente.
Es por eso que no se comprende lo acaecido en Alcorcón, donde un equipo bastante mediocre presionó con fuerza, cegando las salidas a los blanquillos, que se acomodaron a verlas venir, como creyendo que luego serían capaces de revertir la situación. A eso parecía que jugaba el técnico, a desgastar al rival, esperando los minutos finales para asestar la puñalada. Hay equipos (más trabajados) que juegan así y recuerdo que se han ganado así incluso ligas. En todo caso, se sacó un punto que como todos los empates logrados fuera de casa, produce sensación agridulce. Era un partido que se podía y debía haber ganado.
Ahora vienen seguidos dos partidos en La Romareda. Dos partidos que marcarán el destino, que nos dirán si vamos a pasar un tercio final de liga trepidante al borde del agujero negro que lleva a la segunda B, o conseguiremos puntos suficientes para estar tranquilos en la zona media de la tabla, y para seguir soñando, porque aunque sea casi imposible, es importante no dejar de aspirar a llegar a la promoción, pues la desilusión de no llegar deriva en la trampa de la languidez: no tener nada por lo que luchar te hace más pasota y frágil y te convierte en una víctima propiciatoria. Eso nos llevaría de nuevo al agujero negro. Y ya se sabe que de los agujeros negros nada regresa. Ni la luz.
Por Ron Peter.
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