Camino por recorrer | La Lupa

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R Oviedo 2 – 2 Real Zaragoza

En estos tiempos de zozobra que estamos viviendo en España, el fútbol nos abre una ventana a la distracción, una vía conveniente y hasta necesaria para oxigenar al menos de forma transitoria, nuestras preocupaciones. El fútbol, definido en cierta ocasión como “la más importante de las cosas no importantes”, nos recuerda que nuestro Real Zaragoza sigue en segunda división, en una liga que ya ha recorrido un tercio de la primera vuelta, y que el equipo tierno y nuevo que se empezó a construir en pretemporada, prosigue a trompicones su avance y consolidación.

Tras la indignación del último fin de semana, con el latrocinio perpetrado por el infausto Figueroa Vázquez, y la enmienda a su actuación que supuso la anulación de la tarjeta roja a Borja, tocaba levantarse y afrontar una visita a un nuevo rival. Ni más ni menos que el Oviedo, un equipo histórico también, aunque sin el palmarés del nuestro. Con un estadio bastante lucido en hechuras, aunque escasamente poblado de respetable debido al lunático horario. Lunático por lo de lunes, no vayamos a pensar mal.

El partido tuvo varias partes bien diferenciadas. Se enfrentaban dos equipos a los que les gusta tener el balón y a los que no les encajan las propuestas de fútbol aburrido y pétreo. La consecuencia de ello fue un inicio con alternativas que enseguida derivó en unos minutos alocados. El Oviedo se estrenó con un golazo de falta, al que siguió otro gol absurdo donde nuestro portero tuvo que enfrentarse a dos balones seguidos provenientes de sus propios compañeros. Aún hubo alguna jugada más que podría haber acabado mal. Afortunadamente, el equipo se sobrepuso con presteza, recortando enseguida distancias con un gol de González. El gol de Zapater, precioso y nada sencillo, que marcaba el empate, sellaba ese mal rato, esa desgracia que se cernía sobre los zaragocistas, que llegamos a ver de nuevo el desastre sobre nuestras cabezas.

La segunda parte, en cambio, fue otra cosa. El Real Zaragoza de forma discreta pero eficaz, se fue adueñando del partido. El centro del campo funcionó, y el balón circulaba por ambas bandas. El Oviedo no parecía enterarse de las cosas, y tan solo al final del partido, se estiró soltando algún zarpazo. Entretanto, el Zaragoza dispuso de hasta tres ocasiones muy claras, cualquiera de las cuales hubiera supuesto un gol sin extrañarse nadie.

Al final, un reparto de puntos que deja un regusto ambiguo. Por un lado, esos malos minutos de la primera parte. Por otro, esa reacción de remontada, y esa segunda parte de dominio con ocasiones, que deja claro que el equipo tiene posibilidades de ir hacia arriba en la clasificación. Tiene potencial, pero está tierno aún. Una victoria 2-3 desde un 2-0 hubiera supuesto un colofón anímico de proporciones hercúleas.

El equipo no sale de pobre con este punto y seguimos abajo en la tabla. Sin embargo los aficionados no estamos con las antorchas en las manos. Hay preocupación, sí, pero no temor. Las sensaciones son de crecimiento, no de declive. Quizás mucha gente va asumiendo ya que no se ascenderá este año por la vía rápida, y eso hace que no exista esa angustia ni esa presión que había otros años. El camino es largo y queda mucho por recorrer.

Por Ron Peter.

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