El campo del miedo | La Lupa
Rayo Vallecano 2-1 Real Zaragoza
En ocasiones se repite tantas veces una verdad que acaba convirtiéndose en una verdad tautológica. Tautología es un término que proviene de un vocablo griego (ταυτολογία, «decir lo mismo») y que hace referencia a la repetición de un mismo pensamiento a través de distintas expresiones. Una tautología, para la retórica, es una afirmación redundante. Por ejemplo, cuando queremos enfatizar una idea utilizamos la tautología, como “Voy a subir arriba a buscar un libro y vuelvo”. Siempre que se sube es hacia arriba, por lo que es una perogrullada. En el mundo del fútbol y su entorno se utiliza constantemente la tautología, sea verosímil o simplemente sea una percepción. Y la que se ha estado repitiendo durante la semana anterior al partido frente al Rayo Vallecano es que los de Vallecas es una de las mejores plantillas de la Liga 1,2,3 y que el Real Zaragoza no puede competir con el presupuesto “millonario” del rival. Cuando se traslada la percepción general al césped, la superioridad reiterada se convierte en miedo en el juego.
Con esa sensación de inferioridad con la que se plantó el Real Zaragoza en Vallecas es complicado plantearse objetivos de relumbrón. Tras un espejismo de unos veinte primeros minutos interesantes, el equipo, y más tras la sustitución de Grippo, prefirió guardar su guarida defensiva, con dos líneas de cuatro, cambiando la labor del mediapunta habitual de Febas o Buff por el trabajo físico de Guti incrustado en el mediocampo y con Borja muy aislado. El Rayo Vallecano fue poniendo cerco, sin prisa y sin pausa, al área de Cristian. En el primer tiempo sólo tuvieron dos oportunidades claras, fue un dominio sin excesiva contundencia atacante, por lo que la retaguardia zaragocista estuvo firme y consistente, aunque con ciertos problemas en la banda derecha, porque percutía el excelente lateral Alex Moreno y Benito no recibía apoyos suficientes de sus compañeros.
El equipo vallecano se volcó con mayor ahínco en el segundo tiempo en el área rival y las salidas del Real Zaragoza aún se hicieron más escasas. El dominio fue muy intenso y las llegadas se sucedían, pero sin un peligro evidente. El exceso de llegadas conlleva la multiplicación de los riesgos, y una concatenación de despejes fallidos de Benito y Perone permitieron que De Tomás rematase con violencia a la escuadra de Cristian. Cuando un equipo de calidad ronda por tus aledaños con profusión, se multiplican las posibilidades de que un error se convierta en un castigo, y un nuevo error fue letal, como sucedió con el de Mikel González, que regaló el balón a Trejo para que éste finiquitase el partido con el segundo gol.
Es evidente que el Rayo Vallecano es un favorito para el ascenso. La calidad de sus jugadores, como Embarba, Alex Moreno o Raúl de Tomás suponen un paso adelante con respecto a sus rivales. Pero eso no debe suponer una descapitalización del juego zaragocista hasta niveles renqueantes, que convirtieron al equipo en un juguete dispuesto a ser usado por los vallecanos hasta la extenuación. Puedo entender que le disgustase a Natxo González el partido de ida en La Romareda, que, a pesar de ganar el Real Zaragoza, fue de ida y vuelta, con gran cantidad de oportunidades de gol para el Rayo Vallecano, y quiso cortar la sangría ofensiva con un planteamiento defensivo. Pero los zaragocistas crecen con el balón, no sin él, y con el mando de Eguaras del control del juego. Aunque se ha mejorado muchísimo en prestaciones defensivas, no se puede esperar un rendimiento perfecto sin fallo alguno, y los delanteros del Rayo penalizaron un par de errores al máximo. Si queremos jugar el playoff se deben tomar riesgos, controlar el tiempo del juego, y sobre todo buscar la victoria. Estamos en una situación que obliga a no perder ni un solo partido más y a conseguir óptimos resultados en La Romareda y fuera de ella. Quedan siete finales. A por ellas y sobre todo sin miedo.
Por Jeremy North.
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