Concierto de silbato en Do Menor | La Lupa

Concierto de silbato en Do Menor | La Lupa

Real Zaragoza 0 – 2 Cádiz CF

Sin duda alguna, Diogo Verdasca cometió un grave error el pasado sábado, que deberá llevar la correspondiente consecuencia dentro del vestuario zaragocista.

Evidentemente, Cristian Álvarez no tomó la mejor decisión al tratar de regatear al jugador del Cádiz. Un error que, sin llegar a la gravedad del cometido por Verdasca, tuvo una enorme incidencia en el resultado.

Probablemente Papu fuera merecedor de una tarjeta roja por su entrada en el primer minuto a José Mari.

En resumen, se puede afirmar que el Real Zaragoza se disparó al pie en el partido ante el Cádiz. Pero en una actitud quijotesca, tan propia de estos lares y encabezada por el propio capitán zaragocista, se está poniendo el acento en los errores propios, sin prestar la debida atención un arbitraje muy perjudicial y tendencioso, donde el criterio aplicado a los locales fue muy diferente del aplicado a los visitantes, aderezado con una actitud desafiante del colegiado. Las expulsiones pueden ser justas, pero que el Cádiz acabara con diez hombres dada la persecución que se realizó sobre Febas o Borja Iglesias es inexplicable dado el listón fijado por el trencilla para el Real Zaragoza.

Lo preocupante no es el arbitraje puntual recibido el pasado sábado. Lo realmente grave es que se trata de un patrón repetido varias veces tanto este año como todos los anteriores desde que el club bajó a Segunda.

Cuando ciertos colegiados arbitran al Real Zaragoza se produce un efecto motivador. En lugar de infundirle respeto la historia e importancia de la entidad zaragocista, ven el partido como la oportunidad de demostrar “personalidad”. Esto es especialmente frecuente en la Romareda, donde los trencillas deciden realizar su mejor concierto de silbato en Do Menor como si de un Liceo o un Royal Albert Hall se tratara.

No hay más que recordar la agresión “inventada” de Borja Iglesias en el partido ante el Nàstic, la permisividad con el juego duro del Alcorcón o incluso el de Osasuna, el discutible penalti señalado a Verdasca en Gijón. En el campeonato anterior no está de más recordar los 5 penaltis en contra y cero a favor las 12 primeras jornadas del pasado campeonato, cuatro de ellos injustos: ante Levante, Nàstic, Almería y Córdoba. Del mismo modo, aún perduran en el recuerdo zaragocista las dos tropelías arbitrales cometidas ante Numancia en Soria y Nàstic en la Romareda en el tramo final de la temporada 2014-2015, que dinamitaron cualquier opción de ascenso directo zaragocista cuando el equipo iba en una buena dinámica y acechaba los dos primeros puestos.

Ante todo ello, la reacción del club ha sido muy suave, sin apenas levantar la voz, como bien ilustró su capitán en la última jornada. La prensa que sigue al club tampoco da, por lo general, el justo relieve a la incidencia que la repetición de arbitrajes de este tipo está teniendo en el desempeño del equipo.

Evidentemente, el mal momento del equipo zaragocista no se debe en exclusiva a los arbitrajes recibidos. Las causas principales son internas, desde malas decisiones tácticas hasta desempeños individuales muy por debajo de lo que sería exigible. Pero tampoco ayuda a la mejora de la situación obviar un patrón de arbitrajes que se viene repitiendo desde hace años. Urge que tanto club como entorno mediático resalten esta situación para que se juzgue al Real Zaragoza con el mismo criterio que se hace con otros.

Por Kicooper.

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