El Mapa | La Lupa

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Real Zaragoza 1 – 1 Granada CF

Cuando se está buscando el regreso a casa tras tiempo en lugares inhóspitos, es fundamental tener la ruta clara. De lo contrario se puede acabar enfangado en un lodazal, o perdido por sombríos bosques de los que puede resultar difícil escapar.

Para tener clara la dirección a seguir es de gran ayuda disponer de un mapa o, en su defecto, de una serie de indicaciones claras y precisas, y seguirlas con convicción. El Real Zaragoza, en su quinto año de Odisea por el territorio salvaje que es la Segunda División, encontró un buen mapa el domingo pasado. El juego desplegado en el segundo tiempo, donde tras mucho tiempo la Romareda pudo ver un equipo mandón y tenaz en su empeño, es la mejor ruta para empezar a andar el camino de vuelta.

Esta ruta se vislumbró cuando más desorientada parecía la nave blanquilla. Una pretemporada nada esperanzadora dio paso a un debut liguero en el que se mostró una imagen muy pobre, confusa y sin argumentos.

Sin embargo, en el tramo final del primer tiempo del pasado encuentro ante el Granada, y cuando el marcador era favorable al cuadro nazarí, algo se activó en el Real Zaragoza. Empezaron a funcionar ciertas piezas clave, y en la segunda parte parecieron engrasarse. El empate final fue muy corto para los merecimientos contraídos por los zaragozanos.

La clave en la reacción zaragocista pasa por tres aspectos fundamentales: el compromiso del bloque, la incorporación de los laterales y la condición física.

El compromiso mostrado hizo que el equipo no se viniera abajo tras el golpe del gol, y que se mantuviese constante en la presión realizada y en la idea de partido. La incorporación de los laterales al ataque permitió más libertad de movimientos a Buff y Pombo, optimizando los recursos, y además supuso una apertura de campo beneficiosa para el ataque. La condición física permitió acabar el partido con mucha intensidad, encajonando al Granada, a diferencia del año pasado en el que a partir del minuto 60 se producía un desplome en el equipo.

Además del rendimiento global, tres nombres destacaron sobre el grupo: Zapater, Buff y Borja Iglesias. Constituyeron la viga maestra sobre la que se edificó el buen juego zaragocista.

El despliegue del capitán, convirtiéndose en un pulmón, aportó el impulso necesario al equipo y permitió ayudar a la salida de balón. Después de tiempos en los que se ha dudado hasta de su posible titularidad, Zapater dio un puñetazo encima de la mesa reivindicándose.

Buff mostró por fin pinceladas de lo que se espera de él. Moviéndose con libertad en ataque, creo situaciones de peligro. A la hora de armar contragolpes, se mostró preciso y peligroso. Mención especial al balón parado, con un buen lanzamiento de saques de esquina que benefició a la estrategia.

Por último, Borja Iglesias demostró la razón de las expectativas levantadas y de la enorme cantidad de pretendientes que tuvo en Segunda División. Con un empleo magnífico de su envergadura, ejerció de faro en el ataque, amargando la vida de los centrales y forzando el penalti que significó el empate. Con la confianza del gol marcado es de esperar que vaya a más, lo que es esperanzador para el zaragocismo.

El Real Zaragoza encontró la ruta a seguir, el patrón de juego al que debe mantenerse firme para encauzar su trayectoria en Segunda División y tener por fin un año con más alegrías que penas. El próximo domingo en Córdoba tiene una magnífica oportunidad para dar otro paso más en este camino y afianzar la ruta.

Por Kicooper.

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