Haciendo los deberes | La Lupa

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Real Zaragoza 4-1 Albacete Balompié

El fin de la temporada regular en la segunda división española está próximo. Apenas dos jornadas en las que se terminarán de resolver los enigmas que aún quedan pendientes en la película. De momento, nuestros protagonistas continúan en la brecha, acercándose al objetivo, alternando percances con impulsos hacia adelante. En la última escapada lejos de La Romareda, el Real Zaragoza fue incapaz de sobreponerse a un equipo de los potentes de la categoría que, con un zarpazo a tiempo y un constante ornamentado de marrullerías, consiguió desquiciarlos y llevarse los tres puntos. No fue positiva en absoluto la impresión general. Parecía como si se acabase el combustible, como si los blanquillos hubiesen cerrado el pistón de la ambición. Sin jugar tan mal como en otras derrotas, el equipo no daba buenas sensaciones.

Pero esto es la segunda división, donde la igualdad es extrema y el aburrimiento está más en el juego (y no siempre) que en lo competitivo, donde los datos clasificatorios permanecen a veces tan abiertos que invitan a que las dinámicas, tanto positivas como negativas, nazcan y mueran a gran velocidad en todos los equipos. Frente al Albacete, los blanquillos volvieron a rescatar de la mochila de recursos, las armas ofensivas que han construido su solvencia. La victoria era necesaria para no quedar rezagados en el pelotón del play-off, y los jugadores lo sabían.

El entrenador volvió a contar con Pombo y Papu junto a Borja, configurando un tridente de pesadilla para los contrarios. El primer gol de Papu supuso una obra de arte, digno de cualquier competición de altura y como para repetir visionado hasta aburrir. Papu, que vino como un desconocido, está resultando un factor muy resolutivo en este final de temporada. Tiene hambre de goles y de triunfos, y quiere el balón para él como los matadores, con los que comparte también un instinto despiadado frente al marco. Anotó un triplete, de esos que hacía años que no se veían por estos lares.

El empate del Albacete, en otros tiempos hubiera supuesto una losa en el ánimo, una rémora. Pero se quedó en una contrariedad que quedó subsanada con el paso de los minutos. El Real Zaragoza nos ofreció su mejor pinta, con combinaciones en ataque vistosas y fructíferas. Borja dio na lección de delantero, con colocación, lectura del juego, apoyo a los compañeros, dosificación de esfuerzos, captura de oportunidades, agobio a los defensas, etc…El rival, que en ningún momento se rindió, no dejó de inquietar el medio terreno de nuestra defensa, pero sin efectividad. Por buscar puntos de mejora, quizás la defensa y el mediocentro sufrieron un poco más de lo que el resultado da a entender aunque al fin y la postre, éste fue rotundo.

El entrenador movió bien las fichas esta vez. Va a ser importante de cara a los próximos compromisos, contar con el mayor número de piezas posibles, y que estas estén enchufadas. En defensa, Verdasca ha crecido en prestaciones y Grippo parece camino de la recuperación física. Todos serán importantes para los por si acaso. Nunca se sabe dónde está la trampa, la lesión inoportuna o la sanción inesperada. El centro del campo es donde quizás el equipo ande con las piezas más justas, aunque seguro que Nacho esconde planes alternativos para las emergencias.

Tres puntos de oro que son el premio por hacer bien los deberes. Y una victoria con solvencia para confortar a una Romareda que sabe se le necesita como un factor importante para llevar en volandas a unos jugadores que se lo merecen. Son buenos, son capaces y tienen ganas. El momento de la verdad está cerca. Luego llegará la hora de hacer balance y mirar hacia el futuro pero, de momento, seguimos pegados a las butacas sin dejar de contener el aliento salvo para lanzar al aire nuestro grito de ánimo: “¡Aupa Zaragoza siempre!

Por Ron Peter.

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