El hombre feliz no tenía camisa | La Lupa

El hombre feliz no tenía camisa | La Lupa

Real Zaragoza 0 – 0 CF Reus

León Tolstoi, el gran novelista ruso del siglo XIX, es reconocido por obras más famosas, “Anna Karenina” o “Guerra y Paz”. También fue autor de un importante número de cuentos, en los que utilizaba la ironía para retratar la sociedad rusa. Uno de esos cuentos es “La Camisa del Hombre Feliz”. Su argumento se fijaba en un Zar que cae enfermo de gravedad y sus médicos de cámara, a pesar de sus denodados esfuerzos, no conseguían que mejorase la salud del Zar. Éste decide ofrecer la mitad de sus vastas posesiones a aquella persona que fuese capaz de devolverle la salud. Y así encontró a un trovador, que le indicó que recuperaría su bienestar corporal y mental si encontraba a un hombre feliz y vestía su camisa. Los emisarios del zar recorrieron todo el mundo buscándolo, pero no encontraron a nadie que estuviera completamente satisfecho y feliz. Sin embargo, a punto de finalizar su búsqueda lo hallaron, pero con una desagradable sorpresa: el hombre feliz no tenía camisa. El Zar falleció al ver que no podía tener esa camisa. Todo este preámbulo literario tiene como objeto explicar la situación actual del entorno zaragocista, que comprende al club, medios de comunicación y gran parte de los aficionados: el equipo está en estado abúlico y en peligro de descenso pero estamos felices y sin camisa, porque es un proyecto a largo plazo y para qué nos vamos a dar tormento con los malos resultados sí las cosas al final saldrán bien porque así lo han dicho Lalo y Natxo.

Un equipo normal, no me refiero a uno en racha, sino que esté obteniendo resultados comprensibles, hubiese obtenido la victoria en el partido contra el Reus. Veintiún remates, de los cuales ocho fueron entre los tres palos y varios los rozaron, oportunidades muy claras para abrir el marcador y dominio aplastante en la primera mitad, tendrían que ser suficientes para ello, pero estamos comentando un partido del Real Zaragoza, un club en depresión permanente, y la lógica se pervierte siempre. El Reus resultó ser el mismo equipo complicado de la temporada pasada, preocupado por mantener su puerta a buen caudal. El Real Zaragoza estuvo más inspirado en el juego, con Eguaras repartiendo interesantes balones y con Vinicius y Papu abriendo las bandas y percutiendo en la defensa rival. Las oportunidades se sucedieron, en especial los acercamientos, pero existen un problema añadido a los habituales en este equipo: se produce un cortocircuito mental en los jugadores en el borde y dentro del área rival y escogen siempre la peor decisión para obtener el premio final del gol. Falta claridad de ideas y el definitivo último pase se convierte en despeje rival o en palomitera intervención del guardameta de turno.

En la segunda parte se bajó la intensidad, como empieza a ser demasiado común, los medioscentros bajaron sus prestaciones, al igual que Febas y Vinicius y el Reus adelantó sus líneas y controló el partido, afortunadamente sin crear peligro. Se tuvieron más oportunidades por la verticalidad de Borja y Papu, pero entonces apareció un individualismo desafortunado que lastró el desenlace feliz. Injusto empate, sin duda, pero…es lo que hay.

El equipo presenta unos síntomas que no presagian reacción positiva, está desequilibrado y muestra una debilidad física que se manifiesta rotundamente en las segundas partes, y permite a los rivales controlar los partidos con cierta comodidad. Natxo González realiza cambios en la alineación y es innegable que busca soluciones, pero no las encuentra. La situación clasificatoria no admite dudas y exige un cambio inmediato para revertir la situación agobiante. Comprendo que el desasosiego zaragocista, tras cinco temporadas en el fango de la segunda división, es evidente y después de la inquietud y el hartazgo que produjeron los cambios de entrenadores de temporadas pasadas, se ha pasado a una paciencia en estado zen, que acepta cualquier excusa para justificar unos resultados muy deficientes. Supongo que ahora se prefiere probar con algo supuestamente nuevo, por ejemplo mantener en su puesto a un entrenador para comprobar si puede cambiar el signo de los tiempos y conseguir del Real Zaragoza un equipo fiable y competitivo y para ello se debe repetir hasta la saciedad lo del proyecto de futuro. Veremos.

Por Jeremy North.

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