Tres puntos de sujección | La Lupa

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Sportin Gijón 0-1 Real Zaragoza

Las cosas no salen siempre como queremos. Es algo obvio. Pero a veces no hay más remedio. El domingo, en Gijón, había que ganar. Otra cosa hubiera supuesto decir un adiós casi definitivo a objetivos placenteros y replantearse con seriedad y pragmatismo una segunda vuelta muy dura. Que no es algo que se haya conseguido espantar, pero al menos la renuncia, si ha de haberla, deberá esperar.

Hace ya algunas semanas que el Real Zaragoza anda sumido en una pájara extraña. Como ciclista bisoño que coge ritmo con una bicicleta nueva y que de repente se ve rodeado por la niebla, así empezaba el camino a ser confuso, torcido e inesperado. Las pedaladas se hicieron espesas y el devenir, artero. El azul que era del cielo nuevo, ya no brillaba. En su lugar un gris metálico y otoñal, un gris de noviembre que como una manta irremisible conduce al extravío a los viajeros. Había que salir de allí, seguir adelante y sobreponerse a esas caídas que ensuciaban las piernas y minaban esperanzas. Si por aquí no funciona, habrá que probar por allí. Y así se fueron alternando caídas con avances por en medio del camino neblinoso.

De alguna forma, el equipo ha perdido parte de su optimismo inicial, de su inocencia quizás. Los rivales han ido estudiando los sistemas de nuestro entrenador y éste se ha visto obligado a probar cosas diferentes, buscando la tecla. Pero la tecla mágica no existe, no es un talismán que se tiene o no se tiene. Es algo que se lucha y se gana día a día. Y no se obtendrá de un día para otro, pero mientras va creciendo. Para ello es fundamental la actitud de los jugadores. Jugarán peor o mejor, pero no se debe repetir lo de Huesca o Almería. En Gijón se plantó cara y se intentó llevar la batuta del partido, aunque durante algunos minutos de la primera parte surgieran los agobios. Los jugadores han de ser el primer punto de sujeción del proyecto.

Hay muchas cosas que mejorar, técnicas individuales que trabajar, mejorar las coordinaciones en los desmarques en ataque o las coberturas en defensa, ensayar jugadas a balón parado, mejorar la rapidez en los pases. El entrenador necesita tiempo para inculcar y afianzar automatismos. La confianza de la directiva en el entrenador es otro punto de apoyo del proyecto.

Hay que reconquistar La Romareda, nuestra casa. Hay que imponerse allí, desplegar autoridad hasta que el rival no se atreva a ponerse gallo, no sea que le pase como al Rayo. Hay que poner asedio al área rival, que no todos los días serán como el Reus. Estaremos ahí, apoyando al equipo, porque es nuestro. La afición es el tercer gran punto en el que el proyecto se soporta.

Tres puntos de sujección como los tres puntos que se obtuvieron en El Molinón, donde el equipo tuvo ambición, no renunció y se supo sobreponer. Grande Delmás y grande Cristián. Un colectivo son también individuos y es de justicia destacarlos. Tres puntos para no caer hacia abajo, para seguir pedaleando en la vida y mirar a ver si vislumbramos entre los jirones de niebla, algún leve pero esperanzador rayo de sol.

Por Ron Peter.

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