Un león sin dientes | La Lupa

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Albacete Balompié 0-0 Real Zaragoza

El león zaragocista salió al terreno de juego de Albacete a plantar cara. Quizás se encontró un poco desbordado en los minutos iniciales, pero luego se fue asentando e intentó buscar su lugar. Eso sí, era un león ligeramente diferente a lo habitual. A las bajas obligadas de Cristian y Verdasca, el entrenador decidió añadir unos cuantos cambios más, quizás teniendo en cuenta la cercanía del siguiente partido liguero y el consiguiente esfuerzo concentrado en el tiempo. Zapater tomaba descanso, y jugadores como Ros, Pombo y Toquero volvían a aparecer.

El tema de las rotaciones es un sujeto fácil en la controversia, como cualquier cambio en general. Siempre es un factor a incluir en el análisis de los resultados, tanto para bien si se mejora como para mal si se pierde. En este caso, sin embargo, no se pueden extraer conclusiones muy tajantes. El Real Zaragoza no tiene en su plantilla actual una gran diferencia entre jugadores. Puede haber destellos individuales, grandes actuaciones, todos lo hemos visto, pero tan pronto nos vemos diciendo: “Este tiene que jugar sí o sí porque marca la diferencia”, como “Este hizo un partido decepcionante para la calidad que tiene”, con ambos asertos referidos a los mismos jugadores. Resumiendo: calidad, sí. Regularidad, no tanto.

Vistas así las cosas, y sin un excesivo temor a que supuestos suplentes no estén a la altura, los blanquillos fueron a por el partido, o lo intentaron. Enfrente, en vez de ese Albacete intenso y mandón del que se hablaba, se encontraron con un equipo que cedía la posesión de la pelota. Así fue como el Real Zaragoza se encontró con un dominio territorial que resultaba engañoso, pues el Albacete llevó peligro en lo poco que se acercó a nuestra puerta.

El segundo tiempo transcurrió de forma parecida. El centro del campo y la defensa siguieron realizando su trabajo de forma aceptable, pero el problema estaba más arriba. Un Toquero intrascendente fue relevado, y tampoco Papu hizo la revolución. Pombo frustraba sus en principio correctas arrancadas, y Borja tenía que bajar para recibir, pero tampoco consiguió combinar con efectividad. Todo podría haber cambiado en un momento. Ya se sabe cómo es el fútbol, donde, como decía el gran Eduardo González: “Todo está en función de los resultados”. Si hubiera entrado un gol, estaríamos hablando de que el Zaragoza dominó el partido y ganó con justicia. Todos estaríamos contentos. Mas no fue así. Se estuvo cerca, con la entrada de Febas el equipo ganó en fluidez, y tuvo dos intervenciones que pudieron haber cambiado el marcador. Un penalti no pitado y una conducción de balón que se llevó a hasta cinco rivales, dejándole el balón a un desmarcado Papu que la mandó a donde nadie sabe. Ahí estuvo. Ahí se fue.

No estuvo mal el equipo en Albacete. Cuando quiere, sabe combatir como visitante. Pero no hubo fruto. Un punto que no nos saca de pobres en esta liga tan igualada en la que se puede ganar a cualquiera y se debería ganar a muchos. S9erá difícil comerse a las gacelas si no se tienen dientes, y hoy en día la falta de gol, casi más que el endémico problema de los centrales, parece ser el principal problema en los últimos partidos.

Por Ron Peter.

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