El golpe | La Lupa

El golpe | La Lupa

Real Zaragoza 1 – 0 Elche CF

En 1973, “El golpe”, de George Roy Hill y con Paul Newman y Robert Redford, obtuvo siete óscars. Entre ellos el de mejor película. Y no es para menos. Una historia intensa, ambientada en el Chicago de 1936, que describe la gestación de una gran estafa, sazonada de elementos transversales, de persecuciones, engaños, con toques de comedia y también de cine negro. Una película que te atrapa desde el principio y en la que las cosas acaban saliendo bien gracias a la profesionalidad de sus protagonistas y de sus muchos compinches, que ejecutan de forma profesional un complejo plan en el que nada es lo que parece y cuyas piezas aparentemente inconexas acaban encajando de una manera inesperada para el espectador.

Cuando uno traza un plan para realizar algo, puede ser que las cosas le salgan bien porque disponga de un talento natural para ello, o porque disfrute haciéndolas y no le importe invertir tiempos y esfuerzos. También hay cosas que no son agradables per se, y sin embargo deben hacerse, (“alguien debe hacer el trabajo sucio”). Ahí entra en juego la profesionalidad. Hablamos de una virtud que no se alcanza fácilmente. Sin duda una actitud natural de responsabilidad es la primera piedra, pero también se necesita sacrificio, experiencia, consciencia de la importancia de los resultados, y por supuesto, ánimos templados. El Real Zaragoza lleva seis años en segunda división y muchas veces hemos visto como le hacían el típico partido de segunda en el que otro equipo no necesariamente superior se llevaba el gato al agua gracias a una eficiente gestión de los aciertos propios y los errores ajenos. En esta ocasión le tocó a nuestro equipo realizar ese partido.

El único gol fue marcado por Linares -su primer gol en La Romareda- en los primeros minutos, y fue el fruto de tres grandes toques: el pase de Guitián a Biel, el centro de éste último, y el cabezazo certero del delantero. Por primera vez en bastante tiempo, el Real Zaragoza se encontró adelantado en el marcador y por fin podía intentar desarrollar su juego sin la rémora de ir a remolque. Poco después llegó la lesión de Benito y la necesidad de un cambio. El Elche empezó a sacudir la alfombra y, aunque no hubo apuros extremos, sí que existía en el ambiente el temor a que un rebote tonto, un fallo absurdo, o cualquier balón parado desnortado acabasen rompiendo el resultado a favor.

No fue así y los tres puntos se quedaron en casa. Algo que era absolutamente perentorio. La situación antes de empezar era terrible, pues la mala racha de los últimos cuatro partidos (un punto de doce posibles) había conducido al conjunto blanquillo a figurar como último farol antes de entrar en la zona de descenso. Con este oxígeno adquirido se alivia un poco todo y se meten más equipos en la pomada. Aún queda mucho tiempo, muchas jornadas, y hay que seguir luchando, confiando en que los lesionados se vayan recuperando y en que los jugadores jóvenes se vayan soltando. El apocalipsis, de momento, tendrá que esperar.

Por Ron Peter.

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