Esperando el final | La Lupa

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Málaga CF 3 – 1 Real Zaragoza

Después de una temporada tan decepcionante, tras conseguir la salvación definitiva, se trata finiquitarla de la mejor forma posible, libres de nervios, tensión y sin las apreturas típicas de un equipo en peligro. En Málaga se podía obtener un resultado positivo que aliviase las penurias sensitivas del aficionado zaragocista, las alegrías han sido mínimas y los disgustos máximos. No fue así.

La primera parte de los zaragocistas en Málaga fue modélica. Juego combinativo, magnífico trabajo en la presión en el centro del campo y la defensa conjugó los posibles peligros sin problemas aparentes. Un golazo de Pep Biel, el descubrimiento de la temporada, abrió el marcador y la propuesta futbolística del equipo era muy superior a la del Málaga, zaborrera en la concepción y en la distribución y salvo por el imaginativo Ontiveros, estaban incapacitados para hincar el diente al Real Zaragoza. Pero siempre aparece una nota discordante en nuestra felicidad y suele ser el mismo protagonista, el árbitro. En esta ocasión era tinerfeño, pero puede ser andaluz, gallego, vasco, etc., todos con un mismo objetivo, perjudicar al Real Zaragoza, y con más razón desde el momento en que está fuera del peligro de descenso. El penalti en el minuto 45 de la primera parte a James Igbekeme se vio desde la Nigeria del interfecto, excepto en los ojos del árbitro, que estaba a muy pocos metros. Básicamente, no le dio la gana señalarlo.

La continuación fue completamente distinta. El Málaga avanzó posiciones, con dos laterales que fueron extremos y que apoyaron a Ontiveros y Santos en percutir en las bandas zaragocistas, con el centro del campo superado por la mayor potencia física del rival y el centro de la defensa mostró nuevamente su falta de contundencia y su escasa capacidad para achicar el peligro, permitiendo los remates en franquía de los delanteros malacitanos. Se demostró que el equipo no tiene fundamentos suficientes en el aspecto físico y anímico para superar a los rivales de la parte alta de la clasificación, que nos han superado durante la temporada y a los que no se ha conseguido ganar en partido liguero. El Málaga quizás tenga menos fútbol en sus botas que el Real Zaragoza, pero tiene otros condimentos imprescindibles en segunda división, contundencia atrás, fortaleza física en el centro del campo, bandas incisivas y remate en la vanguardia. Durante el partido del viernes también se pudo comprobar la importancia de un delantero que no sólo remate con acierto, sino que sepa interpretar un papel de desatascador de juego, controlando los balones aéreos, bajándolos con su cabeza o cuerpo y permitiendo la continuación de un ataque. Álvaro Vázquez no lo consiguió ni una sola vez en la segunda parte, fue superado por los centrales del Málaga, y ello permitía al rival atacar constantemente. Cuánto hemos echado de menos a Borja Iglesias…

Quedan dos semanas para que termine esta nefasta temporada, una decepción desde el principio hasta el final. Esa oleada de ánimo zaragocista que supuso jugar el playoff la temporada pasada y que culminó en una marea de 27.000 abonados ha sufrido un golpe salvaje con el fracaso generalizado de ésta. La llegada providencial de Víctor Fernández ha permitido salvar a una entidad que estaba muy cerca del precipicio y sólo la continuidad de Víctor conseguirá que una afición maltratada, cansada, harta de seis años en segunda división vuelva a ilusionarse, aunque sea ligeramente, con el devenir zaragocista en la temporada siguiente. Es la única opción posible, no hay otra, salvo que a los dirigentes y dirección deportiva les importe poco o nada su masa social.

Por Jeremy North.

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