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Artículo de Cuñao

Las fiestas del Pilar 2016 finalizan con el inicio de una nueva crisis en el Real Zaragoza. De nuevo la palabra crisis, tan de moda estos últimos años, aparece de nuevo en el seno del equipo aragonés.

El Real Zaragoza va de mal en peor. Ya no queda nada del equipo que tan bien inició la temporada y que, pese a sus conocidas carencias, parecía que iba a ser un equipo que estaría buena parte de la temporada en la parte alta de la clasificación.

Tras un mes sin conocer la victoria el equipo ha quedado relegado a la parte media de la tabla clasificatoria. La diferencia de puntos con la parte alta cada vez es mayor lo que supone que el equipo, aparte de depender de sí mismo, va a depender también del fallo de sus rivales lo que añade un plus de dificultad a este asunto.

Como siempre la forma más clara de entender la situación son los datos. El Real Zaragoza, de los últimos 15 puntos posibles, ha conseguido solo dos. Demencial.

Milla se ha disuelto como un azucarillo en agua caliente. El entrenador ha ido de más a menos llegando a un punto crítico en el cual o mejora ya desde el próximo partido ante el Valladolid o el cese cernirá demasiado cerca sobre su cabeza. Y no sin razón.

Tal y como he dicho anteriormente el equipo va de mal en peor. Milla, como entrenador, ha tenido buena parte de culpa en este problema. No solo no ha mejorado los principales puntos débiles del equipo (defensa especialmente) si no que han empeorado absolutamente todas las líneas. No hay nada que no haya mejorado mínimamente.

El equipo ni crea, ni organiza, no sabe plantear un partido serio y no es capaz de afrontar con garantías los momentos en los que su rival lo pone en apuros. Para empeorar aún la situación el entrenador nunca ha sabido, en estas últimas cinco jornadas, reactivar el equipo cuando peor estaba. Ni con sustituciones ni con cambios de planteamiento.

Por momentos Milla me recuerda a los últimos partidos de Del Bosque con la selección española. Un técnico sin ideas, sin capacidad de nada, sin saber hacer nada bien y sin saber siquiera que hace en el banquillo.

Lo más alarmante de esta situación es que Milla escasamente lleva tres meses dirigiendo al equipo. En tres meses (o más bien en dos) su rendimiento ha ido decreciendo hasta el punto en que esta ahora.

Ahora cabe preguntarse ¿Qué ocurre en este club con los entrenadores?, ¿Por qué no hay un entrenador que dure más de seis meses? Porque o son cesados o antes del semestre es tal la cantidad de errores que cometen que su cese se convierte en algo necesario para intentar que el equipo comience a levantar. ¿Por qué?

La fundación, tras el cese sin apenas motivos deportivos de Víctor Muñoz y Larraz, no ha sabido encontrar a un entrenador que funcione. Se aposto por Popovic manteniéndolo pese al enorme daño que sus errores hacían al equipo. Después vino Lluis Carreras quien nuevamente fue de más a menos hasta estrellarse totalmente en Palamos. Tras el Milla fue quien ocupo el banquillo del Real Zaragoza con los resultados que todos sabemos.

Cambian los entrenadores, cambian los jugadores, la directiva es la misma y los técnicos no duran más de seis meses. Leyéndolo así parece claro quien tiene, si no toda, gran parte de la culpa de este problema ¿O no?

Las limitaciones del equipo son las que son. Eso es sabido por todos. Obviamente un entrenador no puede hacer maravillas. Pero cuando los errores de los entrenadores se enumeran en una lista que cada vez es mayor desde luego, por muchas carencias que tenga el equipo (que las tiene), mucha parte de la culpa es de quien se sienta en el banquillo.

Situaciones como la que está atravesando estos días el Real Zaragoza la hemos visto muchas veces. Demasiadas. Y todas con el mismo final (cese del entrenador). Parece ser que de nuevo se va a repetir la historia. Esperemos no obstante a ver si hay mejoría ante el Valladolid (mejoría que tiene que llegar de forma súbita e inmediata) pero, sinceramente, hay pocos motivos para el optimismo.

Por Cuñao