Adiós a Víctor Muñoz

Se confirmó lo que todo el mundo sabía: Víctor Muñoz ha dejado de ser entrenador del Real Zaragoza. En los últimos tiempos se había enrarecido en exceso el ambiente en el vestuario y un año más podría haber causado problemas con una afición que este año ha aguantado el tipo por la ilusión de hacer algo en la Copa. Víctor ha cometido fallos, es cierto, pero el balance general es más que aceptable, y su etapa quedará para la historia como una de las más fructíferas del Real Zaragoza.

Víctor Muñoz llegó al Real Zaragoza para sacarlo del pozo de la clasificación al que había llegado con Paco Flores, el entrenador del ascenso, que no supo hacer funcionar el equipo en Primera División pese a contar con refuerzos tan importantes como Savio y Milito o el debutante Villa que no tardaría mucho en erigirse en un gran valor del equipo.

Sin duda, Víctor tuvo la ventaja de contar con dos refuerzos adicionales, como el cedido Movilla y un jugador sin equipo como Dani, con la carta de libertad del Barcelona, que vinieron a apuntalar puestos en los que el club se había quedado corto, pero tan importante como esto fue la implantación de una forma de jugar, algo que se echaba de menos en los últimos años.

Primero utilizó un sistema más defensivo, acorde a las necesidades del equipo, con el cual logró sacarlo de los puestos de descenso y pasar a semifinales de Copa tras eliminar al incipiente Barça de Rijkaard. Después comenzaron a llegar momentos de buen fútbol, como el 4-1 al Villarreal o la gran final de Montjuic, que supuso la consecución de la sexta Copa del Rey para las vitrinas zaragocistas ante el mejor Madrid galáctico de Florentino Pérez, que entonces era considerado el mejor equipo del mundo.

Luego vino una fase de relajación, lo habitual en el Zaragoza copero de siempre, hasta el punto de llegar a sufrir de más a última hora. Finalmente nos salvamos con el gol de Alvaro en el último minuto ante Osasuna y se consiguió así el principal objetivo que se había marcado a Víctor, aderezado con el dulce caramelo de la Copa.

La siguiente temporada era el momento de la consolidación, y en principio pareció que la cosa funcionaba. El equipo ganó la Supercopa con un contundente 1-3 ante el poderoso Valencia en Mestalla. Hubo buenos partidos en La Romareda y los primeros minutos en Liga de Javi Moreno resultaron alentadores. Además, Víctor decidió contar con el juvenil Zapater, que desde el principio demostró que había venido a Primera División para quedarse.

Sin embargo, un primer inconveniente fue la lesión de César Lainez, que finalmente habría de retirarse del fútbol. Eso obligó a poner de titular a Luis García, un portero sin experiencia al que le vino grande el Zaragoza. Javi Moreno pronto se desinfló y se notó la ausencia de Dani, a quien el club no había querido renovar. Movilla se acomodó y su aportación no fue tan útil para el equipo. Aranzabal no mejoró el lateral izquierdo.

Un factor adicional que desestabilizó al equipo fueron los problemas con la negociación de las primas por parte de los jugadores, que tiraron la Copa del Rey ante el Nástic, y se durmieron en la Liga, de la que sólo despertaron tras la victoria en Riazor, en un gran partido de Cani, que contaba con la confianza de Víctor y empezaba a asentarse en Primera División.

Con todo, el equipo hizo un papel aceptable en la UEFA, arrastrado por una gran estrella como fue Savio, que hizo una de las mejores temporadas de su carrera, y no temió por la pérdida de categoría, lo cual ya era una novedad por estos lares.

Se suponía que la nueva temporada era el momento de dar el paso adelante. La cosa no empezó bien, con la venta de Villa al Valencia, que podría haber sido desastrosa desde el punto de vista deportivo. Afortunadamente el club logró hacerse con los servicios de Diego Milito, que había quedado a tiro tras el descenso administrativo de su club. Se trajo a Celades, Ewerthon, Cesar y Sergio García. Con eso la plantilla quedaba a un nivel algo superior a la temporada anterior, por supuesto, siempre que todos los jugadores respondieran como teóricamente se les suponía.

La temporada empezó dubitativa, con una tendencia peligrosamente descendente. Víctor se rindió a la evidencia y puso a Ewerthon en punta junto a Diego Milito. El argentino, por su parte, respondió a las expectativas con goles. Savio bajó su rendimiento, pero justo a tiempo llegó la explosión de Cani, por fin, y así vivimos una buena fase liguera que nos libró de todo peligro, y una fantástica clasificación copera ante Atlético, Barcelona y Madrid, que lamentablemente no se pudo culminar en la final ante el Español.

El final de temporada ha sido lamentable. Han salido a la luz trapos sucios del vestuario y en el campo los jugadores han adelantado las vacaciones, salvo honrosas excepciones. No se han cumplido las expectativas ni en Liga ni en Copa y la decepción se ha instalado en todos los estamentos del club. Se ha visto muy claro: se había cumplido un ciclo.

Durante su estancia en el Real Zaragoza, Víctor ha sabido manejar el entorno. No ha tenido conflictos con los periodistas, y la afición se ha mantenido tranquila en general. Pese a todo, siempre hay gente que todos los males los personaliza en el entrenador, sobre todo cuando no le cae bien por las razones que sea, y en los últimos tiempos las críticas habían arreciado.

Sin duda, Víctor ha cometido errores y estos quedan siempre aparentes en el día a día de la competición. Quizá lo peor haya sido la endeblez defensiva, que puede achacarse tanto al sistema empleado, como a los jugadores disponibles.

Pero la Historia será benevolente con él. Todo el mundo pondrá el foco en los éxitos coperos y apenas se acordará de la mediocre liguera, por otra parte habitual de la etapa Soláns. Todo el mundo recordará la explosión de Cani o la llegada de Zapater y nadie de los problemas que tuvo con Movilla, o del ostracismo de Camacho.

Para terminar, quiero recordar que Víctor es zaragozano, es zaragocista y quiere lo mejor para el Zaragoza y por eso vino cuando era jugador para salvar al Zaragoza y volvió como entrenador para hacer lo mismo. Dada la historia reciente de este club, quién sabe si no tendrá que volver a apagar algún fuego. Y entonces quienes ahora brindan por su salida, quizá suspiren aliviados por su regreso.

Quizá Víctor Muñoz no sea el mejor entrenador del mundo, pero ha sido el mejor entrenador que hemos tenido desde la marcha del otro Víctor, Fernández. No nos tiene acostumbrados el club a traer entrenadores de categoría, así que recemos por que el Real Zaragoza acierte con el sustituto.

Por Poyet11.

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