Todo lo que hace el Real Zaragoza es una inmensa actividad promocional de nuestra ciudad. Los triunfos conseguidos durante el mandato de la familia Soláns han puesto el nombre de Zaragoza en el escaparate nacional e internacional, como saben bien los políticos que se apuntan rápidamente a la foto cuando tocan celebraciones. Y todo ello, hasta la fecha, a coste cero para el Ayuntamiento y para el Gobierno de Aragón. Ha llegado el momento de que también ellos pongan algo de su parte.
Alfonso Soláns Soláns asumió formalmente la Presidencia del Real Zaragoza S.A.D el 3 de diciembre de 1996, tras el fallecimiento de su padre pocos días antes. Es decir, dentro de poco cumplirá 9 años rigiendo los destinos de nuestro club. Cualquier persona que lleve tanto tiempo al frente de un proyecto sufre un gran desgaste, y más cuando hablamos de fútbol, que tantas pasiones levanta, y que los aficionados sentimos como algo propio, como demuestra el hecho de que a menudo sigamos hablando de “nuestro club”, a pesar de ser una sociedad anónima deportiva en la que pocos, aparte de Soláns, tenemos alguna acción.
La carta abierta que ha enviado Soláns a todos los medios de comunicación, publicada en el Heraldo con el título de “Carta a los aficionados del Real Zaragoza” ha servido para poner de manifiesto que Soláns comienza a acusar ese desgaste. En uno de sus párrafos se queja del sambenito que le han colgado de que no le gusta el fútbol y que si se mantiene al frente de la entidad es por obligación testamentaria, reclamando de este modo el reconocimiento que se le niega por una parte del entorno zaragocista.
Haciéndonos cargo de lo duro que tiene que ser dedicar buena parte de tu tiempo, esfuerzo y recursos a mantener en marcha una nave tan difícil de gobernar como el Real Zaragoza, lo cierto es que no podemos cerrar los ojos a los errores que ha cometido el Presidente como gestor, que han sido muchos, y en ocasiones admitidos por el propio Soláns.
En sus primeros años de mandato, el máximo accionista mantuvo una política de austeridad económica y descapitalización deportiva que nos llevó al desastre en los dos terrenos. Entonces muchos aficionados confiaban ciegamente en Soláns, muy protegido por los medios de comunicación que, en muchos casos, minimizaron o directamente taparon esos errores. Sólo a raíz del descenso se dio cuenta mucha gente de que las cosas no se habían hecho bien. El mismo Soláns ha tenido que replantearse su política deportiva, pero la situación económica que arrastra el club atenaza al Presidente.
Pero tampoco se puede cerrar los ojos a un hecho objetivo: de un modo u otro, con luces y sombras, si el Real Zaragoza se ha mantenido a flote durante más de una década ha sido gracias a la familia Soláns, padre e hijo. Y en todo este tiempo, el Real Zaragoza no ha contado con ningún tipo de ayuda institucional. Absolutamente cero. De ahí que Soláns, en su “Carta a los aficionados del Real Zaragoza”, que en realidad va dirigida a los responsables políticos y, muy en especial, al Ayuntamiento, se queje amargamente, y con razón, de la desventaja que ha sufrido y sufre la entidad zaragocista para competir con clubs de otras regiones donde las instituciones no tienen remilgos a la hora de sostener a sus equipos de referencia.
Las instituciones de Zaragoza y de Aragón han fundamentado su negativa a apoyar al Real Zaragoza en el hecho de que se trata de una Sociedad Anónima. Sí, lo es, pero no olvidemos el apellido “Deportiva”. El Real Zaragoza es, en la práctica, una entidad sin ánimo de lucro, cuyo objetivo no es repartir dividendos a sus accionistas, sino obtener éxitos deportivos.
Todo el mundo ve normal que se construyan Auditorios, que se mantengan programaciones musicales, o ballets, o multitud de otras iniciativas culturales. El Ayuntamiento no pone ninguna pega para ayudar económicamente a otros equipos de Zaragoza, que al final no dejan de ser igualmente empresas. Nadie se plantea que no haya que destinar recursos de todo tipo a la Expo 2008, porque es un acontecimiento que promocionará Zaragoza en todo el mundo.
Pues bien, todo lo que hace el Real Zaragoza es una inmensa actividad promocional de nuestra ciudad, cuyo nombre pasea por todo el mundo, ya sea en competiciones oficiales como la UEFA o en los amistosos de pretemporada en Holanda, Bélgica, Inglaterra, Suiza, Italia, Grecia o China, por poner algunos ejemplos. Los triunfos conseguidos en Copa y Recopa durante el mandato de la familia Soláns han puesto el nombre de Zaragoza en el escaparate nacional e internacional, como saben bien los políticos que se apuntan rápidamente a la foto cuando tocan celebraciones. Y todo ello, hasta la fecha, a coste cero para el Ayuntamiento y para el Gobierno de Aragón. Ha llegado el momento de que también ellos pongan algo de su parte.
Podrán decir algunos que las instituciones tienen muchas otras necesidades que cubrir, y es verdad, pero esta también es una de ellas, porque me atrevo a suponer que ni siquiera los votantes que no van al fútbol —pero que se enorgullecen igualmente de los éxitos del Real Zaragoza o de cualquier otro representante de Zaragoza y de Aragón en cualquier terreno— podrían asumir de buen grado que el Real Zaragoza cayese al abismo ante la mirada impasible de sus representantes políticos.
Por eso, Soláns hace muy bien en pedir, en exigir, en presionar a los políticos para que se muevan, dejen atrás sus diferencias partidarias, y ayuden a que la máxima referencia deportiva de Zaragoza y de Aragón se recupere de su grave situación. Además, Soláns no está pidiendo siquiera que le den subvenciones directas, como se hace en otras regiones, sino simplemente que permitan al Real Zaragoza disponer de sus propios recursos de la forma que le sea económicamente más beneficiosa para poder salir adelante.
Afortunadamente, parece que en esta ocasión se ha llegado a un acuerdo y por fin el Ayuntamiento recalificará los terrenos que ocupa actualmente el edificio de oficinas del Real Zaragoza junto a La Romareda. No obstante, esto será un mero respiro, no una solución definitiva, que deberá seguir buscando el Real Zaragoza con el apoyo de las instituciones.
Y por supuesto, Soláns también debe poner de su parte y mejorar su gestión, hacerla más imaginativa y audaz… si es que le quedan fuerzas para seguir adelante. Porque de su carta abierta parece traslucirse cierto agotamiento. Si es así, ya iría siendo hora de que salieran a la palestra otros empresarios aragoneses, o arraigados en Aragón, dispuestos a tomar el testigo.
Por Poyet11.
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