Soláns, un gestor fracasado

La política de D. Alfonso Soláns desde que se hizo cargo del Real Zaragoza SAD ha venido marcada por la austeridad, por la elaboración de un espectacular entramado de excusas coincidentes y repetitivas que siempre nos llevan a un increíble callejón sin salida, en el que la ausencia de responsabilidad clara sobre todo lo que rodea a la Entidad acaba siendo casi kafkiana…

 

Hace 7 u 8 años, cuando se produjo el boom televisivo del fútbol español, en el que se pagaron cifras astronómicas por la retransmisión de los partidos, Alfonso Soláns Soláns comentó que era mejor guardar ese dinero para otros tiempos, al contrario de lo que estaban haciendo el resto de los equipos, que se lo gastaban con la simple expectativa del cobro, y nos aseguró que “mientras otros equipos pasarán graves problemas económicos o desaparecerán, el Real Zaragoza mantendrá una economía equilibrada y estable”. No conocemos equipo alguno de los derrochadores que haya desaparecido, incluso tienen una buena salud económica, mientras el Real Zaragoza, el paradigma de la austeridad, se tuvo que dar una vueltecita por el infierno de segunda división, con la “hecatombe” económica que conlleva.

Ese fue el punto de partida, la “marca de la casa”. El Real Zaragoza SAD iba a ser una empresa prudente y se iba a salvar de la anunciada catarsis traumática. La hecatombe profetizada nunca llegó para los demás. Y aquí entra en juego la segunda premisa de la realidad zaragocista: no llegó el desastre para los demás, porque las instituciones públicas de forma evidente y, ocasionalmente, hasta “irregular” y descarada, les salvaron de la ruina. Pero claro, si atendemos a la premisa “número uno”, nosotros no debiéramos haber necesitado esa ayuda puesto que, a priori, nuestra política austera iba encaminada a evitar la zozobra. Y sin embargo la falta de ayuda institucional se usa como excusa para justificar los malos resultados económicos de una sociedad que en teoría jamás debería haberlos tenido, puesto que no arriesgó en el momento en el que otros lo hicieron. La austeridad podría ser la excusa de la limitación de las inversiones, de que seamos un club de media tabla, pero jamás puede utilizarse como excusa de unas perdidas que teóricamente no deberían haberse producido.

Pero esa austeridad, quizá justificable a priori, se elaboró desde la óptica de sacrificar un proyecto deportivo, de vender todo lo vendible, de fichar barato o gratis, en resumidas cuentas, se descapitalizó el valor de la plantilla. Ese empobrecimiento deportivo fue la causa directa del descenso y eso es incuestionable como lo reconoció hasta el mismo Sr. Soláns. En la nefasta temporada 2001-2002, el Presidente intentó trocar esa caída vertiginosa en lo deportivo con un viraje arriesgado y necesario en lo económico, pero erró por enésima vez al mandatar para el cambio al peor empleado que el club ha tenido en su reciente historia, Pedro Herrera. El resultado no pudo ser peor.

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By León Rampante

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Alfonso Soláns y de blanco, Pedro Herrera

 

Y llegamos al día de hoy. La “opaca” deuda que ya existía desde el primer momento sigue creciendo, sigue limitando nuestra capacidad inversora. Y ahora utilizamos cómo excusa la consecuencia. Surrealista. Ahora resulta que tenemos deuda porque hemos descendido. Ese descenso, como ya hemos comentado, se produjo por no invertir o invertir mal. Pero tampoco nadie asume esa responsabilidad… “cúmulos de circunstancias”, “falta de apoyo institucional”, son las frases recurrentes a las que nos agarramos para eludir una responsabilidad evidente y reconocida.

La fiesta verbal de Soláns alcanza límites marxistas (de Groucho, obviamente): “Vamos a invertir en previsión de lo que vamos a tener”… ni siquiera se invierte lo que tenemos. Hemos obtenido 15 millones de euros en traspasos y tampoco los hemos invertido en una medida lógica. Su carácter ha llegado a un punto en que no le hace falta poner excusas para no invertirlos, se recrea en el absurdo. Cuándo no teníamos liquidez podíamos invertir, en previsión de futuros ingresos, pero como no tenemos ingresos no es recomendable invertir. Una vez que tenemos esos ingresos, es prioritario cubrir deudas… la pescadilla se muerde la cola y la rueda vuelve a rodar…

Y la culminación del enrevesamiento excusatorio… Solans avala una parte de la deuda y eso le exonera… El culpable de la deuda avala una parte y con eso todos contentos y agradecidos. No señor mío, usted ha generado la deuda, su política deportiva o sus subordinados han causado esa deuda, ahora no mire a izquierda y derecha buscando apoyos. Usted fue el responsable, usted debe arreglarlo.

Su táctica actual para alejar las críticas es echar la basura a las instituciones. Es cierto que podrían ayudar bastante más al club más importante de la Comunidad Autónoma, pero no son culpables en ningún caso del descenso a segunda división, que nos ha llevado a una mala situación económica, ni de los fichajes errados, ni de la descapitalización del nivel de la plantilla. Además, una de esas instituciones, culpabilizadas y denostadas por el Presidente y sus seguidores, avala otra gran parte de la deuda, a pesar de su maldad antizaragocista intrínseca…

Más no deja de sorprender la fantástica capacidad del Consejo de Administración para despejar balones y las enormes tragaderas del incondicional apoyo a Solans. No deja de indignar la fusión del concepto Real Zaragoza y Solans, que por manido acaba convirtiéndose en una especie de unidad inseparable. Cierta risión produce escuchar y leer como se acusa de antizaragocismo al que ose desviarse aún mínimamente de la línea de apoyo sin condiciones… Se es o no se es. Y si se es, debe ser sin miramientos, sin dudas y sin interrogantes.

Las dudas no cuestionan el deseo de éxito y resulta hasta sorprendente (por no decir insultante) que alguien piense que se desea el fracaso como prueba de razón. Igualmente se usan cómo batería de argumentos los grandes éxitos venideros y la gran plantilla formada, que va a saciarnos de triunfos. Lo subjetivo como certeza sin prueba alguna, deseos sin entramado real. Frente a ello la realidad dicta sentencia: decimoséptimos, vigésimos, añito en el infierno y duodécimos con “bis repetita” las dos últimas campañas, algo lejos de la Champions… Pero claro eso es el pasado. El futuro es brillante, nadie lo duda y si existe temor alguno es por pura esencia agorera.

Finalmente parece que se han solucionado los problemas causados por la evidente falta de comunicación con el Ayuntamiento de Zaragoza; el acuerdo entre los partidos políticos con representación en el consistorio zaragozano activa una solución a la ausencia de recursos económicos con la recalificación del edificio de las oficinas del club y se facilitaría su entrada. Pero esos ingresos no servirán para hacer un Real Zaragoza grande, puesto que lo que falta es mentalidad ganadora en la cabeza de la entidad.

Esta temporada se ha creado un nuevo proyecto con una inversión de apenas el 40% de lo recaudado, euro arriba o euro abajo. Y ojalá nos salga bien. Pero no podemos cerrar los ojos a las dudas que genera la opacidad de la gestión. Y desde aquí una apuesta… al finalizar esta temporada la deuda del Real Zaragoza habrá aumentado. Al tiempo…

Por Jeremy North y Gualterio Malatesta.

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