Hermanos, pero no primos

agapito.rp.descensoEl hombre es un bicho raro. Nos hemos pasado la vida racionalizando nuestro entorno, comprendiendo lo que nos rodea, sustituyendo las artificiosas relaciones causa-efecto que nos han ofrecido tradicionalmente las religiones por demostraciones de causalidad empírica, científica y asentada en la realidad. Llevamos miles de años creando una organización lógica de las relaciones y de las libertades, estableciendo principios morales, sociales y legales. Casi todo está organizado y hay pocas cosas que el ser humano no comprenda, no analice o no pueda explicar.

Y sin embargo, a la hora de la verdad la base de todo este orden sigue siendo un ser con un fortísimo y arraigado componente irracional y espiritual, capaz de lo mejor y de lo peor, de crear el orden y de quebrantarlo sin pudor, de usar la lógica y ser víctima de la sinrazón, de ser piadoso y altruista o de caer en el salvajismo más inmoral.

Muchas veces hemos debatido sobre lo incontrolable de los sentimientos, sobre lo ilógico que resulta entregar tu alma a unos colores, convertir un juego en una pasión y sentir a tu equipo como una parte inseparable de ti mismo. Encontrar una explicación a lo que significa el fútbol se nos antoja imposible porque forma parte de lo más inexplicable de nuestra condición, de lo que quizá nos hace más humanos que todo lo demás.

Por eso el dolor que nos ha hecho sentir el descenso es sólo la parte amarga de esta pasión inexplicable. Es una reacción lógica, el sufrimiento causado cuándo aquello a lo que has entregado tu alma te abandona o te traiciona. Este descenso nos ha tocado en lo más hondo, nos ha dejado destrozados y dubitativos, pensando en frío si merece la pena tanto dolor, si compensa. Pensando en abandonarlo todo, en mandar todo al garete. Pero no se puede abandonar a aquello a lo que se ama, precisamente por eso, por que el amor, porque la pasión nunca podrán ser racionalizados.

Pero el cariño no debe impedirnos ver las miserias que se esconden detrás de nuestra desgracia. Estamos decididos a seguir al pie del cañón, de mantenernos fieles a lo que amamos, pero tenemos el derecho a exigir explicaciones, a que se nos planteen soluciones. Y algunos miserables pretenden esconderse en las excusas vacuas, en las tergiversaciones de la realidad, en los llamamientos ficticios al sentimiento. Pero este sentimiento es nuestro y no sólo no necesitamos que nos ayuden a sentirlo, sino que no aceptaremos que nos digan cómo debemos sentirlo.

No, señor Bandrés, su carta no me vale. No quiero que me diga que comparte mi dolor porque su empatía no sólo no me consuela, sino que me indigna. La pasión la siento yo, yo soy el que hace los esfuerzos, el que paga, el que se desplaza, el que sueña y sufre por este equipo. Usted cobra por que yo siento esta pasión. Es distinto, señor mío, muy distinto. Le exijo que asuma su responsabilidad, que me explique por qué hemos llegado a esta situación, que me diga qué es lo que podemos hacer para solucionarlo. Si quiere usted nuestra colaboración la tendrá, pero estamos hartos de que nos pidan esfuerzos sustentados en nada, estamos cansados de ficticias soflamas para que nos sumemos a proyectos absurdos y descabezados, proyectos basados en insostenibles castillos en el aire.

Basta ya de milongas pamperas, basta ya de estúpidas amenazas sobre la quiebra económica que justifica proyectos falsos y carentes de sentido. Durante diez años lo hizo su antecesor y nunca le creí y ahora puedo decirle, desgraciadamente, que tampoco le creo a usted, porque todos sus artificios económicos sólo sirven para sustentar sus errores.

No Sr. Agapito, no me vale con su aval de solidez económica y su supuesto proyecto de gran club. Usted me ha demostrado que no sabe gestionar una entidad deportiva. No niego que pueda ser usted un gran empresario, pero estoy harto de decirles a usted y a los demás mercaderes que se acercan a este deporte para medrar y obtener pingües beneficios mercantiles, que el fútbol es mucho más que un simple negocio, que es un sentimiento y que llegará un día que nos indignarán lo suficiente para darles la espalda y mostrarles nuestro desprecio y ese día, ya veremos cómo se las arreglan para salir adelante.

No señores, no me creo que estén modernizando nada, porque para modernizar hay que cambiar y ustedes no han cambiado nada. Todos los culpables de esta situación siguen ahí, excepto Pardeza. Y estoy seguro de que Pardeza se ha ido porque ha querido irse, porque si hubiera querido quedarse, ahí seguiría, agarrado a la poltrona cómo los demás comerciantes que nos han llevado al desastre por segunda vez en cinco años y no pagaron la primera vez, ni pagarán la segunda.

Nos han descendido, han descendido a su afición que son los únicos que sufren de verdad su incompetencia. A ustedes les da igual. Seguirán negociando con los intermediarios que llevan años sacándonos la sangre, seguirán sin tener planteamientos serios, seguirán sin confeccionar un proyecto real con objetivos realistas a medio y largo plazo. Seguirán vendiéndonos la moto del gran proyecto, sustentando en la construcción de ese famoso campo 5 estrellas que, le recuerdo, no necesita un equipo de segunda, pero que desgraciadamente para nosotros, la afición a la que denostan y desprecian constantemente, parece ser el único objetivo que de verdad les preocupa.

No señores. Ni perdonamos, ni olvidamos. Estamos más que hartos de que nos manipulen y nos hagan cómplices de sus errores para abandonarnos en los éxitos. No les interesó el proyecto del cómic de Aupazaragoza ¿para qué? ¿Acaso iba a aportar rendimientos económicos? Total, sólo se trataba de fomentar el espíritu de la afición de sembrar la pasión entre los niños, esa pasión de la que ustedes se valen pero que luego desprecian. Hace falta ser muy torpe o muy perverso para no darse cuenta.

Se equivocan, señores, se equivocan gravemente. Y estamos más que hartos. Dejen de jugar con nosotros, porque al final a todo cerdo le llega su San Martín y los errores y las mentiras se pagan tarde o temprano. Nosotros somos su sangre y la están perdiendo señores, se están muriendo poco a poco y o no se dan cuenta o les importa una gaita. Ustedes mismos. Yo seguiré ahí, pero no volveré a creerme esta gran mentira en la que han convertido una pasión tan bella. Porque el fútbol somos nosotros y el día que quieran darse cuenta quizá sea demasiado tarde. Ustedes sabrán lo que deben hacer. Nosotros, ya veremos….

Por Gualterio Malatesta.

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