La primera vuelta ha terminado de la peor manera posible para el Real Zaragoza; tras el fracaso en El Arcángel todos teníamos la secreta esperanza de que el Rayo Vallecano pagara los platos rotos y nuestro equipo llegara al ecuador de la liga en posición de ascenso y con cierta ventaja sobre sus rivales más cercanos, pero el domingo por la tarde el Zaragoza rizo el rizo del desatino y perdió un encuentro en el que los aficionados tuvimos sentimientos alternativos hasta acabar con un disgusto de los que hacen época. Ahora hemos salido de las posiciones de gloria y estamos en un paquete de 10 equipos que se diferencian en dos puntos, lo que significa que como sigamos así en breve navegaremos por la tierra de nadie.
El balance de la primera vuelta es bastante negativo; ha habido tres momentos de cierta esperanza: cuando tras vencer, apurada y puede que injustamente, al Xerez encadenamos tres victorias seguidas, al terminar el encuentro del Heliodoro Rodríguez López, al habernos impuesto a domicilio a un rival directo y frente al Salamanca, pues a pesar del mal juego alcanzábamos el liderato; pero cada alegría acabó siendo fugaz y cada asomo de destacarse, un espejismo.
Un análisis sincero -a veces los aficionados tendemos a engañarnos, quizá buscando anestesiar nuestra desazón- no puede dejar títere con cabeza. En primer lugar, el dueño del equipo y la directiva no ha dejado de dar una imagen de descontrol y falta de firmeza que no ha ayudado nada a consolidar un elemento tan necesario para el ascenso como es la estabilidad; hay oscurantismo, no se sabe lo que quieren, Bandrés parece desconcertado y Agapito Iglesias, desaparecido. Todo la rumorología alimentada en este mercado de invierno (Oliveira, Ander Herrera, Ayala, …) ha dejado a la afición en estado de desconcierto: esperemos que al acabar el plazo y la semana no se haya dado el golpe de gracia a la ya escasa solvencia de la plantilla.
Los jugadores no se pueden librar de la crítica; hay algunos que no han tenido la actitud suficiente: muchas palabras bonitas entre semana, algún que otro detalle de calidad y un compromiso que ha ido disminuyendo, al menos aparentemente, conforme avanzaba la competición; a otros, sencillamente, les ha venido grande la empresa: ha habido muchos fallos que han costado puntos, hay jugadores como Zapater y Paredes de cuya profesionalidad no se duda que llevan meses en crisis y los fichajes son una decepción de padre y muy señor mío: podríamos salvar, discretamente, a Braulio y Pulido, mientras que Jorge López ha ido de más a muchísimo menos, Hidalgo ha desaparecido de las alineaciones, Coentrao de la plantilla y Doblas ni ha aparecido, mientras Arizmendi y Caffa estan siendo un fiasco monumental y Pignol y Songo’o no dan el nivel.
Marcelino era la gran apuesta y todos los aficionados, incluso quienes no compartían su gusto futbolístico, nos agarramos a él como a un clavo ardiendo; yo no dudo de su profesionalidad, disposición y buenas intenciones, pero hasta el momento ha fracasado; hubo un tiempo en que pareció que comenzaba a verse un equipo, pero a partir de la triste noche de Vigo tal visión ha terminado. Pienso que las rotaciones son buenas, pero Marcelino más bien parece que cambia de criterio con sus piezas de la noche a la mañana. Por otra parte, me temo que le haya faltado mano izquierda cuando ha pretendido sincerarse en alguna rueda de prensa y no se si ahora lo puede estar pagando. El asturiano parece haber empezado a perder los papeles y esto es peligrosísimo.
La gran ventaja es que aún no se ha perdido pie: estamos a cero puntos del ascenso y queda toda una vuelta por delante; yo tengo la durísima sensación interior de que se han desaprovechado oportunidades por doquier, pero la igualdad -y posiblemente también la mediocridad- nos permite seguir en cabeza. Eso sí, es urgente dar un cambio radical: así no vamos a ninguna parte y esas historias de que «subiremos por lo malos que son los otros» o que «al final se impondrá nuestra calidad» al menos yo ya no me las creo y me parecen peligrosísimas.
Afortunadamente, ya se cierra el mercado de invierno, algo que facilitará que se acaben los rumores y todos puedan centrarse en la única idea necesaria: el ascenso. No se si dará tiempo de fichar a alguien, pero un medio centro y, si se va Oliveira, un goleador son necesarios. Si es preciso recurrir al filial, que se tenga la valentía de hacerlo, si hay que meter un bocinazo a alguno, que se haga, pero hacen falta medidas.
El domingo viene el Levante, la victoria es imprescindible y a partir de ahí se ha de actuar como si lo pasado no fuera más que un mal momento, como si la liga empezara ahora: casi todos partimos en igualdad de condiciones y, a la vista de lo mal que lo hemos hecho, no deja de ser un respiro. Pienso que jugadores como Jorge López, Ayala, Caffa, Hidalgo, Arizmendi, … no pueden ser tan malos como han demostrado hasta ahora, que la capacidad de presionar, el compromiso, la fuerza física que se veía frente a Eibar, Tenerife o en el primer tiempo de Albacete puede reaparecer si se lo proponen, que Marcelino es capaz de reaccionar y volver a ponerse las pilas ….. quiero pensar que esto tiene solución: la segunda vuelta tiene que ser una segunda oportunidad.
Por Falçao.
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