Ya está aquí. La frustración de toda una hinchada, la sensación de fracaso, la certeza de la ruptura de una idea que nos ilusionó. Solo hicieron falta diez minutos de partido ante el Numancia para comprobar en carne propia que el infierno abría sus puertas de par en par al equipo zaragocista. Y que este aceptaba, pusilánime, la invitación. Con los muchachos elegidos por el inane Idiakez era muy difícil afrontar el partido con garantías, pero es que no hizo falta prolongar mucho la expectativa para temernos lo peor.
Y lo peor es y fue que al césped del campo soriano saltó un grupo de futbolistas con el espíritu fragmentado y las nociones de jugar al fútbol completamente sepultadas en el cofre de la ineptitud. Y con unas órdenes emanadas de un entrenador confundido y abandonado a la excentricidad. Porque eso y no otra cosa es insistir en un centro del campo con un Eguaras disminuido, un Zapater escaso de pulmón y un Ros estático; eso es pedirle a James que juegue de vértice de un rombo deshilachado; eso es ubicar a Pombo y Álvaro abiertos a la banda para que recorran decenas de metros cada vez que encaren la meta contraria. Y ahora, construye un partido.
Fue imposible. Era imposible. Limitarle a James la posibilidad de recorrer metros y ocupar espacios amplios es una mala decisión que acarreó que el equipo se bloquease a sí mismo y se cerrase todos los caminos. El Zaragoza fue una mala copia de su peor imagen. Torpe, nervioso, incapaz de generar ni una sola jugada inteligente, se encerró en su campo y aguantó con muy poca pericia los minúsculos ataques del Numancia, tampoco muy fino en su fútbol aunque más convencido de lo que hacía.
No tuvo que preocuparse Crsitian en ningún momento de las ofensivas sorianas. Si acaso, del activo Diamanka, a quien el equipo aragonés parece estimular cuando se enfrenta a él. Se aproximó en varias ocasiones al borde del área y desde allí consiguió rematar con cierto peligro en una ocasión, pero más allá de eso, muy poco más. Una primera parte desesperante y desesperanzada que nos regaló un 0-0 estéril con el que nos fuimos a la caseta. Todos.
De verdad que no hay nada más que comentar de lo sucedido estos 45 minutos. En todo caso, que Idiakez tendría que hacer algo en la caseta, porque su insólita idea había fracasado estrepitosamente. Solo cabía esperar que él también lo hubiese detectado.
Y al parecer así fue. Dejó a Eguaras en el banquillo y sacó a Aguirre, un jugador que ha utilizado muy poco y con el que pretendió dotar de mayor profundidad al equipo. Y eso se logró durante los primeros minutos de la segunda parte. El equipo se aplicó a golpear las bandas, se generaron algunos centros y Verdasca probó con un disparo lejano: un plan, en fin. La cara del partido cambió sustancialmente, algo no difícil por la atonía de la primera parte. También por parte del Numancia, que aceptó jugar al fútbol, que de eso se trata.
Cuando el partido prometía una pugna, un duelo, un enfrentamiento, al Zaragoza le creció otra mala hierba en el jardín. Álvaro se lesionó y el equipo perdió a su último delantero nato. Idiakez utilizó a Soro para subsanar el contratiempo, pero lo cierto es que el equipo jugó, a partir de entonces, sin delanteros puros. En medio de la llegada de ese nubarrón, Diamanka puso a prueba de nuevo a Cristian, que le sacó un mano a mano que olía a gol. Otra vez el rosarino haciendo de salvador, demostrando que es un portero de alto nivel y que su estancia en el Zaragoza es un regalo que tenemos que valorar en su justa medida. Al mismo tiempo, Aguirre protagonizó un contraataque que acabó, tras notable combinación, con un mal remate de Pombo. No era mucho, pero era mucho, viniendo de donde veníamos.
La última parte del partido fue un canto a la desilusión. Aguirre volvió a protagonizar otra incursión por su banda, empleando un recurso nada habitual en el Zaragoza de los últimos tiempos, pero no encontró rematador. Porque no lo había, porque ni Soro ni Pombo lo son. De eso se dio cuenta Idiaklez, quien le pidió a Jeison que se preparase. Pero justo en ese momento le pitaron un penalti a Grippo que ensombreció el horizonte zaragocista. Un penalti dudoso que, sin embargo, sería el puñal con el que acabar con las aspiraciones aragonesas al convertirlo Borja Viguera en el 1-0.
Quedaba muy poco tiempo y ya nada cambió. Grippo reclamó un penalti sobre él y aún pudo rematar de cabeza pero el balón salió fuera por poco. Y eso mismo, poco, es lo que ayer nos ofreció el Zaragoza. Una derrota muy dolorosa que confirma la debacle, que nos aleja de cualquier opción de luchar por algo y que nos enseña la negrura del abismo de los puestos de descenso. Una derrota que obliga a cambiar muchas cosas en el equipo, empezando por la conveniencia de mantener o no a Idiakez, y que oscurece los accesos al camino que nos tiene que llevar de vuelta a casa. A Primera.
CD Numancia:
Juan Carlos; Medina (Nacho, 15), Dani Calvo, Atienza, Luis Valcarce; Escassi, Diamanka; Yeboah (M. Mateu, 62), Villalba, Oyarzun (Viguera, 72); e Higinio.
Real Zaragoza:
Cristian Álvarez; Benito, Grippo, Verdasca, Lasure; Eguaras (Aguirre, 46), Javi Ros, Zapater (Medina, 86), Igbekeme; Pombo y Álvaro Vázquez (Soro, 60).
Goles:
1-0, min. 86: Viguera, de penalti.
Árbitro:
Arcediano Monescillo (Comité Castellano-Manchego). Amonestó a Zapater (41), Escassi (49), López Garai, entrenador numantino (58), Grippo (84) y Diamanka (87).
Incidencias:
Partido de la 9ª jornada de LaLiga 123 disputado en los Pajaritos ante unos 4.500 espectadores.
Cristian: 4. Poco trabajo pero muy bien solucionado. El mejor.
Benito: 2. En la segunda parte revivió algunos detalles que lo identifican.
Verdasca: 1. Nervioso y descolocado. Llegó a discutir con algún compañero.
Grippo: 2. Mejor en tareas ofensivas que defendiendo.
Lasure: 2. Poco protagonista e irregular.
Eguaras: 1. Lento, fuera de forma y poco útil.
Zapater: 1. Físicamente escaso y con poco recorrido.
Ros: 2. Inestable y con poco recorrido.
James: 2. Cuando jugó en su sitio aportó trabajo y pulmón.
Álvaro: 1. Descolocado y poco participativo.
Pombo: 2. Más activo tras el descanso, se le ve desconectado del juego.
Aguirre: 3. Incisivo y atrevido, creó caminos y aportó balones positivos.
Soro: 3. Le dio verticalidad y sentido al ataque.
Jeison: S.C.
por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello
2 Comentarios