SD Ponferradina 1 – 1 Real Zaragoza | Crónica

SD Ponferradina 1 – 1 Real Zaragoza | Crónica

Faltó hierro en Ponferrada*

El Real Zaragoza extravió ayer dos puntos en su viaje al Bierzo leonés cuando la ruidosa afición que le acompañó ya comenzaba a saborear una victoria que habría sabido a botillo de la tierra. Y los perdió en los últimos minutos, esos en los que los entrenadores se fijan cada vez más porque son los que marcan la línea divisoria entre los equipos que saben competir como guerreros curtidos y los que pierden varias vidas por su flaccidez. Puede parecer una chorrada, pero no es una chorrada.

Víctor planteó el partido con la certeza de que sus hombres son gente aplicada que sabe cumplir con su deber y que además tiene talento para ejecutar iniciativas propias. Repitió alineación con la única novedad de Igbekeme por Soro y buscó desde el inicio un escenario propicio a base de calma, posesión y verticalidad. En los primeros minutos no se cumplió lo planeado, pues la Ponferradina imprimió un ritmo muy alto a sus acciones con una altísima presión sobre los jugadores tomates. Sin embargo, a partir del minuto 15 el Zaragoza se quitó la pereza a la que invitaba la tarde, lluviosa y taciturna, y decidió mostrar una mirada un tanto más osada.

Bastó con que Ros barriese con dedicación la línea medular, que Guti introdujese el arado en el terreno enemigo y que James y Kagawa asomasen el hocico para que el balón comenzase a escribir párrafos de buen fútbol. El equipo aragonés dispuso de hasta tres ocasiones de gol: una a cargo de Nieto y dos para Dwamena. La primera llegó como consecuencia de una magnífica recuperación de Guti que le cedió el balón a Kagawa. El japonés, fino delineante, le regaló un balón de oro a Nieto para que el lateral zaragozano rematase desviado. Después vendrían dos aldabonazos de Dwamena, pero el ghanés no encontró la corriente favorable que llevase sus bajeles a buen puerto.

No hubo gol, pero el aroma a diana roja impregnó el ecosistema de El Toralín, que masticaba cada ocasión zaragocista como el preámbulo al 0-1. Los jugadores de Víctor se aplicaban a golpear con insistencia el hierro local y en sus miradas detectamos la certeza de la victoria. Al mismo tiempo, el sistema de retaguardia conservaba seguro su territorio con solvencia, impidiendo toda acción amenazante y manteniendo el balón muy lejos de la finca de Cristian. Si acaso la tibia ocasión de Bravo que no llegó a inquietar al rosarino pues el balón se esquinó hasta la banda de Vigaray, por donde se perdió.

El aviso pareció activar de nuevo la maquinaria zaragocista. Fue el lateral de Leganés, muy activo y seguro toda la tarde, quien recorrió su banda para centrar un balón que llegó hasta Igbekeme. El nigeriano enganchó un disparo parabólico que salió rozando el poste derecho de Manu García. Si hubiera entrado, estaríamos hablando de un gran gol. Era otra fotografía de un álbum que tenía aspecto de convertirse en un regalo especial para el zaragocismo. Pero el fútbol es un arte que no atiende a cánones de belleza ni normas métricas. Lo escribo porque cuando todo apuntaba al gol visitante se dio la jugada que casi cambia el rumbo de la travesía.

En el minuto 40 el jugador leonés Nacho Gil botó una falta lateral que remató Valcarce con la coronilla. El balón le dio un abrazo a la red y Cristian no pudo hacer otra cosa que lamentar el gol local. Alegría desbordada en la grada y desilusión en el zaragocismo. Era injusto y, además, en un momento delicado, a unos minutos del descanso. Pero algo ocurrió. El VAR dictó sentencia y lo anuló por fuera de juego del delantero leonés. Un gran alivio despejó los corazones rojillos, que se dispusieron a resistir los últimos ataques de la Ponfe, frustrado su alborozo por obra y vídeo de la tecnología.

La segunda parte comenzó condicionada por un chaparrón que impidió en cierto modo que se pudiera jugar un fútbol más técnico. Ello, sin embargo, no impidió que ambos equipos exhibieran su tenaz empeño para ofrecernos un choque cálido y terso. En este paisaje, el primero en dar fue la Ponferradina con un chut seco y rectilíneo de Isi que Cristian, el Divino, rechazó en magnífica acción. El rechace lo recogió Nacho Gil, que erró estruendosamente. A esta oportunidad le contestó Dwamena con sendas acciones de peligro, una de ellas en fuera de juego, aunque no culminó ninguna. Era un paisaje, es decir, en el que hacía falta que asomase la clase de uno de los mejores jugadores de la categoría. Ese era y es Kagawa, quien siguió muy atento una larga jugada de ataque de Igbekeme. El africano recorrió la senda lateral del coqueto campo leonés para centrar largo y pasado a la otra banda, después de haber convocado a su alrededor a medio equipo contrario y varias exoplanetas que hubiera habido por allí. El japonés recogió el regalo, hizo un quiebro y chutó. El balón salió escupido, pero como un imán lo atrajo hacia él para rematar, ahora sí, al fondo de la portería de Manu García. Era el 0-1 y el partido nos daba la cara.

En ese momento los banquillos se agitaron. Víctor sentó a Dwamena, al que a veces se le niega el gol y otras se niega a sí mismo, y puso a Soro en el campo. Pérez Bolo, el entrenador leonés, también movió a sus muchachos y sacó todos los atacantes de que dispone: Yuri y Valcarce II, como diría un clásico. Ahí el partido torció el gesto. La Ponfe se echó al monte y el Zaragoza, timorato, no encontró mejor solución que meterse en la cueva y esperar a que escampara. Lamentablemente, en fútbol esas decisiones suelen ser pan para hoy y mucha, muchísima hambre para mañana. Y eso es lo que ocurrió. El equipo local apretó los dientes, tiró de casta y le echó eso tan aragonés que llamamos rasmia para, literalmente, comerse al equipo aragonés, que no supo gobernar esos minutos finales. Víctor utilizó a Álex Blanco por Kagawa pero la idea, ayer, no funcionó.

El gol se mascaba en la grada y en los miles de televisores zaragocistas que seguían el partido lejos de Ponferrada. Y llegó. En una de esas jugadas que solo un equipo que se la juega a una carta puede confeccionar, Isi penetró en las filas rivales y empujó con toda su alma un balón que recogió Pablo Valcarce para batir con la rabia del convencido a Cristian. Fue un gol puntiagudo, afilado y casi oxidado que le rompió la cara al equipo que peor navegó en las últimas olas de la tarde. Y lo pagó tirando los dos puntos por la borda como si fueran los restos putrefactos de la comida de los galeotes. Y gracias, pues unos minutos después Luis Valcarce se sacó un zapatazo de su mochila de recursos olvidados que permitió que Cristian realizase la parada de la jornada y una, seguro, de las más espectaculares de la temporada. Habría sido el gol de la victoria local. Algo, por cierto, que tampoco habría sido justo.

Empate, en fin, que mantiene al Zaragoza en quinta posición pero lamiéndose las heridas provocadas por la decepción de no disfrutar de un liderazgo que hace muchos años que no degustamos. Víctor sabrá sacar conclusiones de lo que ayer vivió el equipo y preparar al grupo para la disputa del importante partido del viernes ante el Elche. Será una nueva ocasión para recuperar el sendero que nos tiene que llevar de vuelta a casa. A Primera.

*Ponferrada: Pons ferrata (puente de hierro)

Ficha técnica

SD Ponferradina:
Manu García; Son, Trigueros, Russo, Isi Palazón; Sielva, Saúl Crespo (Luis Valcarce, 68); Pablo Valcarce, Nacho Gil (Yuri, 68); Bravo (Larrea, 59) y Kaxe.

Real Zaragoza:
Cristian Álvarez; Vigaray, Atienza, Grippo, Nieto; Javi Ros, R. Guti, Igbekeme; Kagawa (Blanco, 71), Luis Suárez (Lasure, 90); y Dwamena (Soro, 64).

Goles:
0-1, min. 58: Kagawa. 1-1, min. 85: Pablo Valcarce.

Árbitro:
Iglesias Villanueva (Comité Gallego). Amonestó a Sielva (62), Grippo (73) y Pablo Valcarce (84).

Incidencias:
Partido de la 02ª jornada de LaLiga SmartBank disputado en El Toralín ante unos 6.000 espectadores.

Puntuaciones

Cristian: 5. Solo por las dos paradas de la segunda parte ya merece el sobresaliente.
Vigaray: 4. El vigor, fortaleza y determinación de sus acciones son asombrosas.
Atienza: 4. Firme, seguro y decidido.
Grippo: 3. Estuvo muy correcto aunque nos regaló un par de despistes.
Nieto: 2. Sufrió mucho en defensa. Su banda tuvo algunos desajustes.
Ros: 3. Trabajador, dio equilibrio a pesar de algunas pérdidas.
Igbekeme: 4. Fue de menos a más. Su potencia y diagonalidad le hacen importante.
Guti: 4. Luchó lo indecible y le dio consistencia al centro del campo.
Kagawa: 4. De clase indudable, metió el gol.
Suárez: 3. No llegó al área con claridad. Su papel fue de pelea y aclarado de espacios.
Dwamena: 3. Lo intenta, llega, pero no finaliza. Le falta aún la finura del matador.
Soro: 2. Poco participativo y poco ajustado en la combinación.
Blanco: 1. Su salida desequilibró al equipo. No aportó.
Lasure: S.C:

por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello

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