Hay acuerdo: el Real Zaragoza está atravesando una difícil situación. “Crisis? What crisis?”, cantaban los Supertramp en los 70 y ahora esa pregunta martillea las sienes del zaragocismo en medio de un estado de angustia no por conocido menos doloroso. El chapuzón que le dio ayer el Sporting debería marcar un antes y un después. Un antes con aroma a escombro, que es lo que nos regalan esos 6 puntos de 24 que ha logrado el equipo en las últimas semanas. Un después que tiene que venir marcado por una reacción sosegada pero consistente que nos haga recuperar la confianza en nosotros y en el futuro.
La alineación que presentó Víctor nos hizo levantar la ceja. Toda una declaración de intenciones, un mensaje muy claro que nos indicaba que el mister aragonés tiraba por la calle de en medio con el fin de corregir el errático rumbo de esta Perla Negra en que se ha convertido el bajel zaragozano. Nos quería decir que teníamos que empezar por proteger a Cristian, cerrar el portón a cal y canto y jugar a otra cosa, mayormente a no encajar. Sin embargo todo el trabajo de la semana se fue al basurero cuando Manu García se transfromó en Messi y se merendó a cinco blandengues que pasaban por allí con una facilidad sonrojante. Para volver a Zaragoza a pie.
Víctor se expresó con vehemencia en la rueda de prensa. “¡Jamás! ¡Jamás! ¡Jamás debimos encajar ese gol!” bramó ante los medios. Y no le falta razón. Porque si en el minuto 2 a un equipo le marcan un gol de semejante talle eso quiere decir que no se merece casi nada bueno. Fue tal el ridículo, tan grande la afrenta que dudo mucho que en ese momento no se apagasen miles de televisores en el universo blanquillo. Porque empezar el partido perdiendo 1-0 mata al corazón más apasionado. Y muertos y muertas nos quedamos. Todo lo contrario que en el Molinón-Enrique Castro Quini, donde nadie se podía creer que aquello fuese tan fácil. Un Sporting alejado de las alturas, que hasta ahora había dado muy pocas a derechas, se encontraba con un paisaje favorable casi sin querer. Y enfrente, una banda de pusilánimes.
Ni Ros, ni James, ni Kagawa estaban en lo que se celebraba. Atrás, cinco jugadores con el encargo de destruir al contrario se derrotaban a sí mismos y eran incapaces de detener de nuevo a Manu García en el minuto 5, aunque en esta ocasión no logró su propósito. Y en la banda Víctor no podía creer lo que estaba viendo. Ni la afición. Y como todo puede ser peor, los defensas dieron muestras de flaccidez, sobre todo Grippo, que se ganó un amarilla justita que lo ponía demasiado pronto a los pies del caballo del colegiado Figueroa. Mal asunto.
En esas estábamos cuando el Sporting decidió dar un pasito atrás y regalarle el dominio al Zaragoza. Muy seguro estaba el equipo astur de que eso no acarreaba ningún peligro; muy seguro estaba el equipo astur de que sus jugadores podían darle un susto al Zaragoza jugando a la contra. Y no se equivocó. El partido tenía una cara muy fea para los intereses aragoneses. Y más que se ensució cuando Grippo, lento y descolocado, se ganó una segunda amarilla que lo puso de patitas a la caseta. Víctor había puesto a calentar a Guitián minutos antes, con lo que eso significa, pero no le dio tiempo al cambio. Aunque el Zaragoza se había acercado tímidamente a la meta local, estaba claro que la expulsión del suizo arruinaba definitivamente la tarde. Y así fue.
El 2-0 llegó como una consecuencia lógica de lo que estábamos viviendo. Una contra de libro de primaria, ejecutada con rapidez y picardía, fue suficiente para batir a Cristian. Y el cielo se desplomó sobre la aldea zaragocista. No quedaba ni atisbo de chispa. El equipo era un reflejo mortecino de un cadáver sin rostro ni gesto. Solo quedaba retirarse al vestuario y tratar de recuperar la dignidad. Eso es lo que intentó Víctor con la entrada de Nieto por Kagawa, absolutamente inane, insultantemente ausente. Se trataba de afrontar la segunda parte con el ánimo de limpiar el escudo, de rescatar la vergüenza perdida.
Hubo de inicio una acción de cierto interés. Fue en el minuto 47, cuando una combinación en el lateral acabó con un chut rectilíneo de Ros que rozó el poste. La respuesta del entrenador gijonés fue poner en el campo al ex zaragocista Álvaro, jugador que hasta ayer aún no había metido ningún gol. ¿Adivinan lo que temimos todos los zaragocistas? En efecto, que su estreno fuese ante su equipo de la temporada pasada. Pero no nos adelantemos. Estábamos en que el Sporting jugaba muy cómodo, instalado en su victoria holgada, amparado en la expulsión de Grippo y, sobre todo, cómodamente ubicado en la inoperancia avispa.
Álvaro, “el lobo”, estuvo a varios centímetros de golear en el minuto 62, pero su chut salió ligeramente desviado. Y como esto del fútbol no hay quien lo entienda, en medio de una dejadez vergonzosa, de una holgazanería emocional bochornosa el Zaragoza disfrutó de una nueva ocasión que ni Soro ni Suárez pudieron completar. Fue el clic necesario para que Víctor quitase al colombiano y a Soro y pusiese en el campo a Linares y a Blanco. Para proteger al equipo pensando en el domingo que viene, según confesión propia. E hizo bien, porque embarcados ambos equipos en un campeonato de despropósitos llegó el 3-0 tras otra acción defensiva colectiva lamentable que aprovechó Aitor García. A nadie sorprendió, tristemente.
¿Cabía engrandecer el desastre? Cabía. Ya es una tradición que jugadores que han vestido la camiseta blanquilla se reivindiquen cuando se enfrentan al Zaragoza, y ayer era el día de Álvaro. Fue en el minuto 87 cuando el catalán recibió un balón franco para, solo, batir a Cristian. Era el 4-0 y la rúbrica de una goleada contundente y oxidante que dejó el alma zaragocista por los suelos. La derrota, además, suponía la caída de la zona noble de la clasificación y la confirmación de que, efectivamente, estamos ante una situación que merece reflexión, decisión y acierto. La maldición del otoño, la que se repite año tras año, ya ha dejado su huella indeleble en el equipo y la historia nos dice que casi nunca se acierta con los caminos escogidos. Tan solo el año de Natxo se mantuvo al técnico y se acabó como todos sabemos. Todos los demás años esta ha sido la época del año en que se ha descabalgado al técnico de turno. No sería lo deseable, pero la situación del equipo nos hace temer que alguien pierda los nervios y acabemos una vez más en la escombrera de la ineptitud. No sería lo más acertado si lo que queremos es retomar el camino que nos lleve de vuelta a casa. A Primera.
Sporting Gijón:
Mariño; Medina, Babin (Cordero, 59), M. Valiente, Molinero; Cristian Salvador, Javi Fuego; Aitor García, Manu García, Isma Cerro (Carmona, 70); y Djurdjevic (Álvaro Vázquez, 55).
Real Zaragoza:
Cristian Álvarez; R. Guti, Atienza, Grippo, Clemente, Lasure; Javi Ros, Igbekeme, Kagawa (Nieto, 46); Soro (Blanco, 65) y Luis Suárez (Linares, 68).
Goles:
1-0, min. 2: Isma Cerro. 2-0, min. 38: Aitor García. 3-0, min. 75: Aitor García. 4-0, min. 89: Álvaro Vázquez.
Árbitro:
Figueroa Vázquez (Comité Andaluz). Expulsó a Grippo, por doble amarilla (14 y 30). No mostró más tarjetas.
Incidencias:
Partido de la 13ª jornada de LaLiga SmartBank disputado en el Molinón ante unos 18.000 espectadores.
Cristian: 2. No fue responsable de los goles, pero no evitó ninguno.
Guti: 2. Sigue siendo de los que se salvan. Trabaja y aporta decisiones correctas.
Grippo: 0. Lento, torpe y superado. Su expulsión hizo mucho daño.
Atienza: 1. Escaso de recursos. Inadecuado, desubicado y superado.
Clemente: 1. Le arrastró la actuación de sus compañeros. No encontró su sitio.
Lasure: 3. Buen trabajo. Correcto en defensa y animoso en ataque.
Ros: 0. Incapaz de gobernar el balón y nervioso en la ejecución de sus acciones.
Kagawa. 0. Inexistente. No es ni sombra de lo que apuntaba al principio.
Igbekeme: 2. Fue de menos a más. Mala primera parte, sin Kagawa estuvo más cómodo.
Soro: 0. Desaparecido y errático en sus gestos. No aportó nada.
Suárez: 2. Aislado, desorientado y perdido consigo mismo.
Nieto: 2. Estuvo discreto aunque su mezcla con Lasure tiene posibilidades.
Blanco: 0. No supo gobernar sus acciones de ataque. Se perdió.
Linares: 1. Sale siempre con los partidos muertos. No tiene confianza.
por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello
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