Getafe CF 0 – 2 Real Zaragoza | Crónica

Todo lo que vale es mi horizonte abierto

Ya está. Ya se asoma el futuro ante nuestras limpias miradas. Ya nuestra fuerza de espíritu ha clausurado los espacios que antes eran abismo y Hades. Y las olas, amorosas y fértiles, acarician la espalda de este cuerpo azul y blanco que, feliz, avanza y pleno y vivo con el amor de la vida rociando los minutos de las miles de gargantas fecundas. Ayer escribimos la oración más bella, los versos más amados mientras los guerreros recogen los restos de vida que dibujan el paisaje de la victoria.

Ayer el Real Zaragoza conquistó el derecho a pasar a la Historia. Nunca antes un equipo había destrozado un espectro tan fornido y firme como el que atenazaba nuestro futuro hace apenas unas semanas, pero un trabajo impecablemente ejecutado por Manolo Jiménez y una fe metálica que ha llevado a los chicos a ganar todo lo que tenían que ganar han permitido que hoy estemos hablando de Primera División y de un mañana posible. El Real Zaragoza y una afición que debería ostentar el honor de ser Pregonera de las Fiestas del Pilar, mérito más que ganado a fuerza de coraje, comunión indestructible y vigor espiritual.

El partido de ayer quedará en los corazones blanquiazules y nada ni nadie conseguirá arrancarlo de la memoria histórica del zaragocismo, de Zaragoza, de Aragón. En muy pocas ocasiones se pudo vivir la intensidad de un final que en varios momentos, confieso, vimos peligrar. Sobre todo cuando a falta de diez minutos, con uno a cero a favor, el Getafe con ocho y nosotros con diez, la atonía del grupo invitaba a los locales a matarnos en cualquier contra. Como así pudo ocurrir, cuando Güiza pudo rematar completamente solo, en una falta horriblemente defendida, y provocar un cataclismo en el alma zaragocista. Afortunadamente su chut salió desviado, como si un imán atrajese al cielo getafeño un balón que llevaba la muesca del gol grabada en el cuero.

No queremos ni pensar qué podría haber ocurrido. Ni podemos, tal es el dolor que podría haber supuesto el empate, pero anoche no estaba de Dios que el Real Zaragoza no venciese. A pesar de una primera parte ahíta de balones muertos y pases secos, de fútbol horizontal y miradas huidizas. A pesar de quedarse el equipo de Luis García con un jugador menos después de una desafortunada acción de Sarabia, que se atrevió a aplaudir con mofa y befa la tarjeta amarilla que le acababa de sacar Teixeira Vitienes. En varias ocasiones se acercó el equipo avispa a los territorios fláccidamente defendidos por los madrileños, pero todos los chuts se hicieron con una timidez y una discreción dignas de mejores empresas, mientras que el Getafe jugaba a no jugar y de vez en cuando, como para lavarse la cara a sí mismo, ejecutaba alguna entrada durísima o empleaba cierto grado de dureza futbolística no muy bien explicada. Aun así, en el minuto 45 Álvarez dispuso de una oportunidad muy clara, pero su disparo se dobló hacia afuera y salió a un palmo del poste derecho de Moyá. Y cerocero.

Durante el descanso debió vivirse una situación de profunda reactivación mental. Nos imaginamos a Manolojiménez abrazando a sus jugadores, mimando a cada uno de los soldados y tirando de gimnasia mental para procurar una actitud más positiva. Las dos velocidades que todos veíamos que era necesario meterle al partido, vamos. Y empleó un cambio, el de Luis García, veterano y avezado jugador que ya había vivido varias situaciones como ésta, la más sangrante la del partido en que el Espanyol se salvó con un gol de Corominas, por un Zuculini que ayer no podía imprimirle al centro del campo la energía habitual en él. Con ello se pudo lograr una mayor frescura y claridad ofensiva, una mayor movilidad, un viento más nítido y atrevido. No era demasiado, pero sí fue suficiente para que en el minuto 57 Postiga se incrustase entre los dos defensas centrales, se escorase a la izquierda y enviase un balón blandito al centro del área pequeña para que Miguel Torres entorpeciera la trayectoria con la mano. Era penalty, era expulsión, era el Cielo, que ya no podía esperar.

Apoño, que ayer jugó un partido grande, en su papel de general sabio y entregado, armó su pierna derecha y colocó el balón en el palo derecho. Gol y explosión de júbilo, paroxismo, exaltación de la amistad. Pero miedo. Porque el que puede morir, sabe que puede morir. Por eso, El Real Zaragoza comenzó un partido hueco, paralítico. Se empeñó en sumergirse en un juego de contención, de tuyamía y no me la pierdas que perdemos. Un error provocado por el pánico, por la agonía de un equipo que ha vivido todo el año en la negrura del descenso y que sabía que un gol, un miserable gol del Getafe, le metía en descenso con muy poco margen para la recuperación. Así que a jugar a la taba.

Pasaban los minutos y la tiritona mental empezó a apoderarse de todos. Y el partido se trabó, se empeñó en presentar la bofetada como único argumento, lo que provocó la expulsión de Duijmovic y Miku. Ocho para diez. Aunque lo peor ya había pasado. El susto. La tragedia que estuvo a punto de consumarse. Esa de la que habábamos antes. Ese error, bendito error, cometido por Güiza y que pronto olvidará el zaragocismo, porque la memoria es amable y estamos muy necesitados de recuerdos amables. Y de héroes.

Las crónicas hablarán del excelente trabajo de Manolojiménez, de su magnífica labor, de la epopeya protagonizada por el equipo. Y todo eso es verdad. Grandiosa verdad. Mas aquí pondremos sobre el altar del zaragocismo a la afición, la que se lo merece todo, la que se merece pregonarle a la Virgen del Pilar, la que ayer rompió a llorar exhausta después de un titánico esfuerzo que sólo la Historia valorará en su justa medida, que sólo el Corazón del León, ese que siempre vuelve, sabrá apreciar con equidad. Mientras eso llega, aquí queda esta última crónica de la Temporada 2011-2012, la que quedará para siempre moldeada con letras de nácar blanco y oro azul en el Libro de las Leyendas.

Ficha Técnica

Getafe:
Moyá; Arroyo (Pedro Ríos, m.73), Rafa, Torres, Valera; Pedro León (Álex Pérez, m.59), Lacen, Casquero (Güiza, m.78), Sarabia; Barrada y Miku.

Real Zaragoza:
Roberto; Álvarez, Da Silva, Paredes, Abraham; Edu Oriol (Dujmovic, m.65), Rubén Micael, Apoño, Zuculini (Luis García, m.45), Lafita (Barrera, m.89) y Hélder Postiga.

Goles:
0-1: m. 57, Apoño, de penalti. 0-2: m.91, Helder Postiga.

Árbitro:
Jose Antonio Teixeira Vitienes (Col.cántabro). Mostró cartulina amarilla a Paredes (m.5), Lacen (m.78) y Postiga (m.92). Además expulsó por doble amarilla a Sarabia (m.25) y a Torres (m.13 y m.56) y por roja directa a Dujmovic (m.83) y a Miku (m.87).

Incidencias:
Partido correspondiente a la última jornada de Liga disputado en el Coliseum Alfonso Pérez ante 17.000 espectadores.

Puntuaciones (de 0 a 5)

Roberto: 3. La calma fue su compañera. El mejor jugador zaragocista de la temporada se lo merecía.
Álvarez: 3. Muy motivado y trabajador, corrió con zapatos de tacón. Su fallo ante el gol fue fruto de la ansiedad.
Da Silva: 3. Ayer dio una lección de veteranía. Muy sereno y atento, leyó muy bien el partido.
Paredes: 4. Aunque no era partido para lucirse, no sólo controló en defensa sino que salió con jerarquía, poniendo balones a la delantera que podían haber sido mejor aprovechados.
Abraham: 2. Le tocó defender al mejor, Pedro León. Se le vio un tanto inseguro, aunque no le perdió la cara al partido.
Zuculini: 1. No estuvo bien. Le pudo la responsabilidad. El centro del campo estuvo mortecino sin su energía.
Micael: 2. Ayer no fue el jugador talentoso y técnico que ha demostrado ser. No aportó mando ni gobierno.
Edu Oriol: 1. Ayer se le notó fatigado, mental y físicamente. No consiguió desbordar y sus intervenciones fueron confusas.
Apoño: 4. Fue el comandante del equipo. Sobre todo en la segunda pare, cuando con la entrada de Luis García encontró un compañero que supo interpretar sus pases y su manejo del tiempo.
Lafita: 4. Grandioso, responsable, líder. Levantó el partido cuando ya no había luz en la noche. Muchas ganas y todo el empeño por salvar a su Real Zaragoza, nuestro Real Zaragoza.
Hélder Postiga: 4. Provocar un penalty y lograr el segundo gol son argumentos de gran importancia para darle el galardón al jugador decisivo del partido. Pudo con los dos centrales.
Luis García: 3. Le dio al equipo la electricidad necesaria para reactivar un cuerpo cansado y un alma apagada. Su trabajo por la banda y su veteranía, cruciales.
Duijmovic: S.C.
Barrera: S.C.

por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello

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