Real Zaragoza 0 – 1 R Valladolid | Crónica

No te fíes de la noche

Poder contemplar esa luna suave y sultana que se colgaba anoche sobre el cielo zaragozano fue lo mejor que nos pasó a los zaragocistas que acudimos a la Romareda para ver cómo se nos rompía la sonrisa que aún permanecía fresca desde el mayo de Getafe.

El equipo que ayer dispuso Manolo Jiménez sobre el campo fue un dechado de elaboración barroca propia de quien no tiene mármol pero le urge acabar la obra, como él mismo reconoció en la rueda de prensa: “Llegamos tarde”. Y eso es lo que ocurrió ayer, que los jugadores blanquillos llegaron tarde a todo. A los balones que pasaban delante de ellos y no acertaban a sujetar; a las jugadas que no lograban completar; a las combinaciones de un equipo rival que se conoce como dos viejos amantes ya casi hartos de tanto tiempo que duermen juntos; a la ilusión que, un año más,la mejor afición ve rota a las primeras de cambio. Tarde, demasiado tarde.

El partido se inició con una puesta en escena atípica. La defensa presentaba una configuración lejana a los deseos de todos y el centro del campo, apetecible en caso de una perfecta puesta a punto de los jugadores, ofrecía dudas que poco después, lamentablemente, serían certezas. Abraham se ocupó del lateral derecho, Obradovic, del izquierdo y el Jabalí formó pareja de centrales junto a Álvaro. Demasiado baile, demasiados alfileres para una línea llamada ser la clave de la temporada pero que a día de hoy es el patito feo de la fiesta. Así y todo, los primeros veinte minutos fueron una continuación del partido de Getafe. Intensidad, presión, agilidad combinativa y descaro en algunos jugadores fueron los argumentos que despertaron los aplausos de la grada y animaron un cotarro presumiblemente mortecino gracias a la estulticia y la avaricia de los dirigentes de la LFP.

Romaric dio muestras de una maestría que hacía tiempo no veíamos vestida de blanco, y, mientras le aguantó el cuerpo, el centro del campo y el partido fue nuestro. Pero pronto se apagó la luz. Su pubis dijo basta y el equipo se rompió. El Valladolid, con un bloque en el que todos se conocen muy bien, se quedó el balón y activó sus armas: velocidad en el pase, rapidez en la conducción y solidez del grupo. Mucho, muchísimo para un equipo, el Real Zaragoza, cuys jugadores apenas han jugado juntos treso cuatro partidos y que no tienen interiorizada ni media jugada. Ese déficit nos va a costar un mundo, va a ser un hándicap de grado 1 que deberemos afrontar con paciencia y capacidad de sacrificio, pues un equipo como este, deshuesado e inmaduro, necesita algo que no tiene: tiempo.

Y precisamente el tiempo es una dimensión que el Real Valladolid supo manejar correctamente, hasta el puto que pareció esperar a ese momento maldito que es la línea roja que marca el final de la primera parte para que un antiguo soldado zaragocista, Oscar, batiese a Roberto y nos entrasen a todos unas tembladeras que aún nos duran. Gol y al vestuario.

El inicio de la segunda parte fue un calco del inicio de la primera, aunque en esta ocasión el bastidor del mediocentro fuese José Mari. Otra vez presión, intensidad, garra, pero no ideas. Poca claridad en el desarrollo de la propuesta futbolística y escasa lucidez para contrarrestar el aseado planteamiento de Djukic. Eso es lo que el Real Zaragoza puso sobre el maltrecho tapete con la intención de remontar el partido, pero en ningún caso fue suficiente. Se llegaba al borde del área pucelana, pero nada más. Salió Aranda por Zuccu, pero el andaluz poco más que recibir de espaldas y perder el balón pudo hacer, salvo un par de conexiones con Postiga que anuncian un estrecho camino por el que quizás habría que circular en ataque a partir de ahora. Después vino un extraño penalty en contra pitado por mano de Apoño que supuso que La Romareda se retorciese de dolor al destaparse cercanos fantasmas que tan presentes siguen en nuestras pesadillas. La extraordinaria parada de Roberto evitó que la debacle se firmase ya en el minuto 68 pero el subidón de adrenalina blanca y azul duró un par de minutos, justo lo que tardó en lesionarse de cierta gravedad Obradvic. En ese momento se vio que Jiménez tiene que recurrir a soluciones peculiares, como lo es ubicar a Wilchez de falso lateral izquierdo para tratar de romperle la cara defensiva al rival, pero en fútbol casi nunca funcionan las soluciones imaginativas, y ayer no era la noche de la excepción.

En ese escenario nos movimos los últimos minutos, con un Álvaro sobrio y eficaz y un Omar hábil y energético cuya actuación fue suficiente para anular la improductiva voluntad zaragocista de pelear, al menos, un engañoso empate que nos habría permitido evitar un comienzo que asoma terrorífico si se cumplen los presagios que algún forofo ya manifestaba anoche de vuelta a casa. ¿O ya era amanecida?

Ficha Técnica

Real Zaragoza:
Roberto; Obradovic (Wílchez, min.68), Paredes, Álvaro, Abraham; Romaric (José Mari, min.46), Zuculini (Aranda, min.56); Montañés, Apoño, Edu Oriol; y Postiga.

Real Valladolid:
Jaime; Rukavina, Jesús Rueda, Marc Valiente, Balenziaga; Omar, Álvaro Rubio (Sastre, min.78), Ebert (Lolo, min.87); Óscar y Javi Guerra.

Goles:
0-1. Min.45, Óscar González

Árbitro:
Hernández Hernández. Amonestó por el Valladolid a Jaime, Álvaro Rubio, Óscar González, Sastre y Lolo y por el Zaragoza a Apoño y José Mari.

Incidencias:
partido correspondiente a la primera jornada de la Liga BBVA celebrado en el estadio de La Romareda, en noche muy calurosa con terreno de juego en muy malas condiciones, ante unos 8.000 espectadores.

Puntuaciones (de 0 a 5)

Roberto: 4. Poco trabajo (nada, en realidad), pero detener el penalty en un momento clave le otorga, de nuevo, galones de magnífico.
Abraham: 1. Muy inseguro y con muy poca claridad en el juego. Su empeño en utilizar sólo su pierna izquierda ha impedido la fertilidad de más de un ataque.
Álvaro: 2. Buen partido e interesantes acciones defensivas cuando el balón legaba a su territorio. Sin embargo cuando ha tenido ue mezclar con Paredes se ha mostrado inseguro.
Paredes: 1. Inestable en el corte y nuboso en la gestión de los balones aéreos. No es, hoy, el central que precisamos.
Obradovic: 0. Insuficiente “cum laude” (si es que existe este exabrupto académico) para el serbio. Dio la sensación de no encontrarse nada cómodo en las tares defensivas y buscar con demasiado afán la acción ofensiva.
Zuculini: 1. No estuvo acertado en casi ninguna acción. Su despliegue defensivo duró lo que le duró el físico. Mal en el pase.
Romaric: 1. Empezó bien, con galones y criterio, pero está lesionado. Un error haberlo alineado. 
Apoño: 1. Mejor en la segunda parte que en la primera. Demasiado inquieto, precisa mas poso para que su juego brille. Sin embargo, y sin duda, es el jefe.
Edu Oriol: 1. Intentó muchas coss, pero le faltó finura en el control del balón. Cuando recibía casi nunca encontró la lína d pase.
Montañés: 3. De lo mejor del partido. Encaró al contrario, se movió con rapidez e inteligencia y nole hizo ascos al chut lejano. Si el equipo no se rompe hay jugador.
Postiga: 2. La primera parte estuvo muy solo y él no sabe jugar a eso (no es Villa). Con Aranda se movió con criterio y remató tres veces con peligro. Dos y dos son cuatro.
José Mari: 2. Cubre muy bien su zona y toca con talento la pelota. Hizo un buen trabajo y su labor sirvió para sosegar el caos en ue había acabado el equipo la primera parte.
Aranda: 2. Fue de menos a más. Sabe abastecer de balones a sus amigos y Postiga es uno de ellos. Le falta velocidad pero tiene potencia y sabe proteger muy bien el balón.
Wilchez: 1. Jugó de “falso” lateral (¿?) y lo poco que estuvo en el campo sirvió para agitar un poco a las tropas.

por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello

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