Real Zaragoza 1 – 1 SD Ponferradina | Crónica

Real Zaragoza 1 – 1 SD Ponferradina | Crónica

Cuando un lío es un enredo

Suena el silbato al final del partido y un silencio de cemento cubre el cielo de La Basílica. La esperanza huye despavorida hacia territorios amigos, una vez han decidido que en esta plaza no hay sitio para el futuro. Las miradas de los zaragocistas no encuentran razones para apurar el brillo y solo algún hincha forzudo de espíritu tiene energía para protestar. Por lo demás, el vacío.

Vada decide llevar su cancherismo que no muestra en el campo a los micrófonos y ahí rompe el tópico y se agarra a la verdad: “Hemos hecho una primera parte de mierda”. Muy inteligente: antes que me lo digas tú, lo grito yo. Sí, Valentín, tienes razón. Ha sido una primera parte de mierda. Pero no del partido, sino de la temporada. Llevamos ya un cuarto de campeonato y esto huele a miseria conocida. Jim, el capitán incontestado, ha perdido alguno de los cuatro puntos cardinales. El crédito que se ganó heroicamente la temporada pasada luce ya alguna que otra luz roja y los jugadores, con su fútbol cabizbajo, no transmiten ni un solo mensaje de ilusión. Cualquier rival es mejor y cualquier situación se puede convertir en un abismo negro y escarpado.

   Rompió Jim parte de la baraja dejando a su Bermejito en el banquillo y apostando por la (supuesta) verticalidad de Borja. Relegó al aparatoso Chavarría a la reserva y confió en la moderada certeza de Nieto. Y siguió pensando que Vada es el centrocampista agreste e inspirado que apuntó en los primeros partidos. Sin embargo, estas tres decisiones no fueron suficientes para afrontar con solidez y solvencia el partido ante la Ponfe. Las imprecisiones y la inseguridad física y moral de sus muchachos fueron la nota predominante de una primera media hora horrenda. Sería tedioso y casi ofensivo para el lector enumerar la larga lista de despropósitos que hicieron que el partido fuese un enorme escombro futbolístico. Con un equipo como de desguace, que es a lo que ahora se asemeja el Zaragoza, el desastre hubiera sido mayúsculo si la Ponferradina hubiera hecho bien su trabajo. Afortunadamente, no fue así.

   Si en otras ocasiones el equipo aragonés coció buenos partidos en el centro del campo aunque no cumpliese en ataque, ayer fue el día en que incluso Zapater y sobre todo Eguaras firmaron su peor tarjeta en lo que va de temporada. Sin ellos ajustados a lo que pueden ofrecer, el equipo blanquillo se convierte en un boceto mal dibujado, pues arriba no tiene nada y eso lo condena. Borja se asustó desde el minuto 1, Álvaro se descompuso en seguida y Narváez jugó en precario debido a sus dolores y mal estado físico. Malos argumentos para pretender conseguir nada positivo.

   Se ha escrito y se ha dicho en estas horas que en cuarenta y cinco minutos no se disparó ni una sola vez a puerta. Definitivo. Y que la primera llegada con cierto criterio se produjo en el minuto 30 pero acabó en la desembocadura del Huerva fundiéndose con las aguas del Ebro. Insustancial, es decir. Y es que hay muy poco más que decir. Tan solo una eléctrica galopada de Narváez al que se le fundieron los plomos por su déficit físico mostrado a lo largo de todo el partido. Juego de alambre oxidado, fútbol paupérrimo, ofensivo para cualquier zaragocista que haya degustado aunque fuera mínimamente el gran fútbol que ha sido siempre nuestra señal. Una mierda, vaya. No hay que buscar otra palabra, que ya nos la regaló el jugador nacido en San Jorge, fina ironía del destino.

   La segunda parte nació con un decorado retocado por Pérez Bolo, el mister leonés que movió sus piezas con la intención de limpiar la maleza del partido. Dio entrada a Ojeda y la jugada le salió perfecta tras un corner horriblemente ejecutado por Zapater y peor defendido por un estático Eguaras que nada pudo hacer por detener al contrario debido a su tarjeta amarilla del minuto 2. Hasta Jim tuvo que reconocer en sala de prensa el imperdonable error táctico. La resolución del contraataque, letal. Y el veneno de la frustración y la impotencia comenzó a correr por las venas de los jugadores del león en el pecho.

El Zaragoza tiró de repertorio y puso el corazón a bombear acciones aparentemente punzantes que no consiguieron taladrar la meta de Amir, el portero iraní que resolvió un chut lateral de Narváez y después  vio cómo un disparo franco de Gámez salía desviado por encima del larguero. Más tarde fue Nieto quien trató de salvar un bosque de piernas con un remate próximo a la meta, pero tampoco logró su objetivo.  Era el momento de cambiar, pensó el zaragocismo. En realidad, hacía ya mucho tiempo que debía haberse tomado alguna decisión de calado y esta llegó a falta de media hora. Azón, Petrovic y Nano por Eguaras, Zapater y Sainz, mal los tres en una noche que no olvidarán fácilmente. La Ponfe, por su parte, acudió a su emblema, Yuri, un delantero que nunca entenderemos por qué con su calidad, no ha vivido en mejores hábitats. O quizás sí, si atendemos a lo que muchos creemos;: que cada futbolista tiene su lugar en el mundo y el del brasileño se encuentra en Ponferrada.

   Había urgencias y pocas ideas. Mal asunto. Sin embargo, como suele ocurrir en esta división de hojalata, un chispazo, una acción interesante puede cambiar el rumbo de un match. Y el de anoche fue el penalti sobre Narváez. La tabla de salvación del Zaragoza. Vada en seguida pidió el balón y, por fortuna, logró el empate con una ejecución de hielo. Era el momento de creer que era posible el milagro, no de otra cosa se podía hablar. Adrián saltó al campo por un árido Álvaro y entramos en la fase de los golpes desesperados en la puerta que cierra la victoria. Varias acciones de Azón, Petrovic, Nano y Vada pudieron ser gol, pero ninguna de ellas pudieron ser celebradas por la grada ni por los miles de aterrados zaragocistas que en este mundo somos. No hay forma de que estos chicos crean en ellos mismos ni que se crean que es posible derrumbar las murallas del contrario. Por eso, séptimo empate consecutivo. Una sola victoria en once partidos. Ninguna en la Romareda en seis partidos. Oscuro horizonte.

Ficha técnica

Real Zaragoza:
Cristian Álvarez; Gámez, Francés, Jair, Nieto; Eguaras (Petrovic, 65), Zapater (Azón, 65); Sainz (Nano, 65), Vada, Narváez; y Álvaro Giménez (Adrián González, 81).

SD Ponferradina:
Amir Abedzadeh; Iván Rodríguez, Pascanu, Copete (Morán, 61), Pujol; Antón (Amo, 61), Saúl Crespo (Zalazar, 85), Cristian Rodríguez; Saverio, Agus (Ojeda, 46); y Sergi Enrich (Yuri, 66).

Goles:
0-1, min. 47: Cristian Rodríguez. 1-1, min. 76: Vada, de penalti.

Árbitro:
Gorostegui Fernández (Comité Vasco). Amonestó a Eguaras (3), Pascanu (23), Jair (45), Copete (51), Pujol (72), Amo (74), Petrovic (81) y Francés (92).

Incidencias:
Partido de la Jornada 11 de LaLiga SmartBank 2021-22 disputado en La Romareda, con 16.000 espectadores.

Puntuaciones

Cristian: 2. Nada que decir. Poco trabajo y el gol, imparable.
Gámez: 1. Pobre en defensa y mediocre en ataque.
Francés: 2. Muy correcto, huyendo de la vistosidad.
Jair: 2. Trabajo bien hecho, sin excentricidades.
Nieto: 2. Trabajador en defensa y vertical en ataque, aunque sin brillo.
Eguaras: 1. Inexacto y poco ajustado en el gobierno.
Zapater: 1. Poco centrado y desacertado en el balón parado.
Vada: 1. Goleó, pero no encuentra su lugar en el campo. Atasca la circulación.
Borja: 0. No jugó a nada. Se le supone verticalidad, pero huyó de todo.
Narváez: 3. Bravo y sustancial. Lo intentó todo y a pesar de todo, inquietó.
Álvaro: 1. Aunque intentó fijar a los centrales, cada vez se aleja más del gol.
Azón: 2. Muy luchador pero no encontró el gol. Blandeó.
Petrovic: 1. Lento y descuidado en el pase. No tiene ritmo.
Nano: 1. Se acelera y no encuentra el lugar y el momento.
Adrián: S. C.

por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello

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