Real Zaragoza 2 – 1 CF Fuenlabrada | Crónica

Real Zaragoza 2 – 1 CF Fuenlabrada | Crónica

Ojalá pase algo

Dice Bernardo Atxaga que el jugador que tiene más boletos para convertirse en carne de literatura es el portero. Ayer, en La Basílica, no fue así. Dos  zagales nacidos y criados en la Ciudad Deportiva, delanteros los dos, alcanzaron la categoría de versos de futuro. Iván Azón y Miguel Puche encarnaron la vida que se ha dado a sí mismo este Real Zaragoza que hace poco navegaba por aguas turbias y hoy abraza las corrientes favorables de la victoria.

La afición zaragocista vibró con sus muchachos y le sacó brillo al escudo del león. No era la noche más propicia, pues un partido ante un equipo agonizante es la peor de las noticias en una categoría, la segunda división, que le rompe la cara al fútbol con su estrechez conceptual. Eso se vio en seguida, cuando el balón echó a rodar y los jugadores madrileños mostraron el filo de sus armas, bien dispuestas a la batalla infernal.

La disposición táctica del Fuenla era un lienzo quebrado y en esa tela el Zaragoza no es capaz de dar ni media pincelada. Había momentos en que la Maraña Naranja era tan tupida que no cabía ni media brizna de cierzo entre sus espaldas. Eso y la impericia del Zaragoza para afrontar partidos de ese perfil convirtieron la noche en una cueva oscura de difícil habitación.

Así y todo, el equipo aragonés dispuso en treinta minutos de dos ocasiones de gol nítidas, pero mal ejecutadas. Una tras remate poco convencido de Jair que fue salvado bajo palos por Pulido. Era el minto 16. Poco después, en el 26, fue Francés quien manchó la posibilidad de lograr el 1-0. Un balón venenoso de los que es capaz de conducir el Zaragoza desde hace un tiempo cuando de corners y balones parados se trata llegó a los pies del central, pero su chut lo desvió con la cara Tachi.

En ese laberinto imposible estábamos cuando un balón aéreo de Pedro León llegó al área y un mal de remate de cabeza  de Pulido rebotó en Jair y se convirtió en el 0-1. Infortunio, sin duda, y golpe de imprevisibles consecuencias, pues a lo largo de la temporada el Zaragoza no ha sabido levantarse tras tropiezos de este perfil. Sin embargo, es evidente que este equipo habita en estos momentos territorios de esperanza y fortaleza espiritual y de ponerlo de manifiesto se encargarían en la segunda parte los chicos de Jim.

Para empezar, en el descanso se quedaron en la caseta Narváez y Merino, ambos por problemas físicos, y saltaron al verde Azón y Álvaro. A bote pronto, delanteros por delanteros, pero una mirada abierta al tablero en seguida nos abrió los ojos para detectar una deliciosa química entre los nuevos delanteros. Sus movimientos, la manera de fijar a los mil defensas que poblaban las cercanías del área de Morro y, sobre todo, la eficacia con que agitaron al equipo de Sandoval fueron señales de que algo podía cambiar.

La primera buena noticia llegó en el minuto 46, cuando Eugeni probó a Morro con un buen chut, colocado aunque suave, que el portero visitante despejó en estirada lateral. Pero la mejor se asomó en el minuto 53. Chavarría, activo y eficaz toda la noche, centró un gran balón al área. Allí estaba Álvaro, quien lo cabeceó con maestría a pesar de la oposición de dos defensas. Gran acción que fue rubricada por Iván Azón con otra aún mejor: un remate de formato mixto entre una chilena y una tijera con el que alojó el balón en la portería forastera.

La Romareda estalló, jubilosa. Por una parte, por el empate logrado; por otra, por tratarse del zagal. Doble alegría, triple entusiasmo, cuádruple ilusión. El partido etaba amortiguado. La desgraciada torpeza de Jair dejaba de ser un hecho lastimoso para alojarse en el baúl del olvido. Y mucho más cuando un par de minutos más tarde Eugeni nos regaló una jugada que de haberse culminado habría pasado a la galería de las delicias futbolísticas. La rabona que no acabó en gol tras mágica jugada y que encontró el rechace de Sotillos habría significado poder contarles a los más jóvenes que antes, hace años, jugadas así eran habituales en nuestro viejo estadio. En fin.

El partido siguió su curso para entrar en un sendero de atasco propiciado por el Fuenla, equipo maestro en ensuciar los partidos y buscar petróleo en llanuras inalcanzables para otros. El Zaragoza ralentizó su juego y comenzó a hacerse preguntas, pero las respuestas no llegaban. Tuvo que ser Jim quien moviese sus piezas y para cambiar el ritmo le pidió a Puche que sustituyese a Jaume Grau. Fue un movimiento atrevido, pues suponía reubicar a gente como Eugeni o Bermejo, pero su objetivo era desordenar al Fuenla y abrir varias vías de agua en el casco del navío madrileño. Y lo logró.

El joven turiasonense se convirtió en pocos minutos en un problema para los fuenlabreños. Sus carreras, su presión y su conducción atrevida y vertical fueron sus mejores argumentos. Y su osadía, pues no le costó demasiado atreverse a probar la pericia de Morro con un disparo lejano, seco y duro que levantó a la parroquia de sus asientos. Fue su primer golpe a la muralla enemiga. El segundo ya fue definitivo. Corría el minuto 74 cuando Chavarría, de nuevo Pep, recogió un balón en la línea de tres cuartos y lo colgó al segundo palo. Allí lo esperaba Álvaro, que había decidio asentarse en la ladera favorable, quien se lo regaló a Puche con un suave y medido cabezazo. El espigado amigo de Azón lo gestionó como un veterano, colocando el cuero en la red de Morro con un gesto de gran dificultad y majestuosa calidad.

El gol subió al marcador pero lo más importante es que se instaló en el corazón de miles de zaragocistas. Eso se tradujo en una fiesta esplendorosa en la que los cánticos y el himno fueron los verdaderos protagonistas de los últimos minutos. El Zaragoza había levantado un partido que había nacido alambrado por la vocación obstructora del Fuenla, que había crecido oscurecido por el desafortunado gol en propia meta de Jair y que se había resuelto envuelto en la gallardía de un equipo que cada día cree más en sí mismo. Mejor: de un equipo que ya no es la suma de varias individualidades sino que lleva camino de construir una única alma blanca y azul.

Ficha técnica

Real Zaragoza:
Cristian Álvarez; Gámez, Francés, Jair, Chavarría; Petrovic, Grau (Puche, 66), Eugeni (Vada, 80); Bermejo (Lluís López, 87), Narváez (Álvaro Giménez, 46); y Sabin Merino (Azón, 46).

CF Fuenlabrada:
Morro; Iribas (Gozzi, 51), Sotillos (Agu, 64) Tachi (Adrián González, 77), Pulido, Pol Valentín; Diéguez, Cristóbal, Pedro León, Ontiveros (Anderson, 64); y Bouldini (Zozulia, 64).

Goles:
0-1, min. 32: Jair, en propia puerta. 1-1, min. 53: Azón. 2-1, min. 74: Puche.

Árbitro:
Prieto Iglesias (Comité Navarro). Amonestó a Bouldini (26), Pedro León (29), Narvaez (36), Ontiveros (36), Sotillos (52), Diéguez (84), Sandoval (85) y Francés (86).

Incidencias:
Partido de la Jornada 31 de LaLiga SmartBank 2021-22 disputado en La Romareda, con 16.000 espectadores.

Puntuaciones

Cristian: 3. Bien cuando tuvo que estar bien.
Gámez: 2. Algo embarullado, le faltó calma y acierto.
Jair: 2. Falló un gol y estuvo lento en el propio. Mediocre.
Francés: 3. Con alguna sombra, ajustó un partido serio.
Chavarría: 4. Muy atento en defensa, en ataque, sobresaliente. Los dos goles, a centros suyos.
Petrovic: 3. Discreto y sobrio, trabajó bien en la contención.
Jaume Grau: 3. Siempre correcto, se despistó en su mezcla con Petrovic.
Bermejo: 4. Buen partido. Atrevido, hábil y afinado en las decisiones.
Eugeni: 4. Se fue ovacionado. Si se siente bien es un jugadorazo. Maravilló.
Narváez: 1. Oscurecido y ausente.
Merino: 1. No halló ni momento ni lugar para aportar.
Iván Azón: 5. ¿Qué más se le puede pedir? Trabajó mucho y goleó.
Álvaro: 4. Fantásticos sus gestos técnicos que se convirtieron en asistencias.
Puche: 5. Con su desparpajo y su calidad encandiló a la afición.
Vada: S. C.
Lluís López: S. C.

por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello

aupazaragoza

Deja tus comentarios el foro de AupaZaragoza.com. El Real Zaragoza es nuestra pasión.