CD Lugo 0 – 0 Real Zaragoza | Crónica

CD Lugo 0 – 0 Real Zaragoza | Crónica

Ocupado en la agonía

La laguna de Gallocanta mide 7 km de largo. Pues bien: si colocásemos una portería de punta a punta ya sabemos de qué estamos hablando. Es un comienzo de crónica torpe, lo sé. Burdo, ordinario, pobre. En cualquier caso, acorde con lo que el Real Zaragoza es o demuestra ser. El equipo aragonés, gloria y orgullo de cientos de miles de seguidores, arrastra hoy el escudo del león por los campos de España con una indolencia, incapacidad y tristeza que asusta. Y duele.

Ayer jugó su partido número 30 de esta horrenda liga que amenaza con acabar con todos nosotros. Treinta encuentros de los que ha ganado únicamente ocho. Pero eso no es lo más negativo: lo peor es sentir el tono del mensaje de su entrenador, alicaído, derrotado y vacío. Eso sí que es preocupante. Y más después de un choque como el de Lugo, con un rival en fase terminal al que no se le pudo meter mano en ningún momento a pesar de disponer de varias oportunidades que otros jugadores con más confianza en sus posibilidades habrían convertido. Pavoroso.

La alineación ya sirvió para entender que estamos en un momento de no entender muchas cosas. La vuelta de Grau al centro del campo y la eliminación de un segundo atacante es señal de que estamos en busca del arca perdida. Escribá emborronó su libreto y buscó más cemento en el centro del campo para lograr la incorporación de la segunda línea, discurso que compartió en la previa. El fruto de sus cavilaciones fue el que fue, pero todo podría haber sido diferente si Bebé hubiera rasgado el corazón de la meta de Whalley con un zambombazo espectacular que se estrelló con inusitada virulencia en la escuadra. Habría sido el gol de la jornada, sin duda, y la llave del triunfo, visto lo que vimos después.

Ese gesto de calidad por parte del Zaragoza fue lo único que nos regaló la primera parte. Probablemente los cuarenta y cinco minutos más lastimeros de la temporada: por juego, por voluntad, por capacidad, por técnica, por presencia. Porque no. Porque el Zaragoza ha perdido toda la energía, moderada, que llegó a tener en un momento, al poco de llegar Escribá. Ahora es un equipo mortecino, con jugadores en el equipo titular como López, Bermejo  e incluso Giuliano absolutamente desactivados.

El Lugo se lo tomó con calma y solo cuando vio que el Zaragoza tampoco estaba para farolillos se echó al bajo monte. Bajo, que no había que exagerar. Sus laterales afrontaron el desafío que les proponían Luna y Nieto y por ahí hubo algo de peligro, pero Cristian primero y su falta de puntería después hizo, o mejor, no hizo el resto. Partido plano, vacuo. Partido enemigo del fútbol de verdad, el de te ataco, te defiendo, te combino, me la robas, te encaro, la luchamos, disparo, tú me la paras. De fútbol, vaya.

Comenzó la segunda parte y el viento siguió soplando en dirección al barranco. El Lugo, adormecido, paralizado por su terrible situación en la tabla. El Zaragoza asustado, impedido de mente y piernas. Un partido en el que solo un error, un balón parado, una carambola podían abrir la caja de los goles. Y casi sucede. Giuliano cogió el balón, buscó la combinación que no encontró y, casi sin querer, se deshizo de hasta cuatro contrarios para plantarse ante Whalley. El portero zaragozano hizo un amago y se tiró al espacio opuesto al de la dirección del disparo del joven delantero. Sin embargo, algo ocurrió en su cabeza o en sus piernas o en todo su ser para que lo que parecía un chut de gol se fuese a la grada ante la mirada estupefacta del zaragocismo, que ya hacía gárgaras para gritar el gol. Increíble.

La noche fue más noche. Y para darle luz Escribá puso en el campo a Gueye por Bermejo. Dos jugadores ahora mismo que no están para este equipo. El senegalés empezó a correr por todo el frente, pero nunca estaba donde se le pedía. Un centro de Luna, un pase de Simeone y la mejor, que dejamos para luego. Mala solución, entonces, pues el equipo siguió deshilachado, sin conexiones efectivas, con más miedo que alma ante un Lugo que no disputaba ningún balón, que no avanzaba aunque ante sí se abriesen las aguas del Mar Rojo.

El entrenador valenciano decidió quemar dos naves más, poniendo a Larra y Vada por Francho y Luna, pero aquello no funcionaba. Los mensajes que nos envía el equipo son recibidos con apatía y desazón por una afición que cuenta los días que quedan para acabar con este suplicio y así se reflejó hasta el final del partido. Y eso que aún dispuso el equipo avispa de una magnífica ocasión que construyó Larra a base de pundonor. Le robó un balón en el área gallega a Alberto, pero su centro cumplió un doble pack de errores: la fuerza de su asistencia, excesiva, y la lentitud de Gueye para atacar el pase. Desesperante.

De ahí hasta el minuto 95 el Lugo se creyó que era posible ensuciarle la ya horrenda tarde al Zaragoza y se estiró en busca de un gol que, a esas horas, era oro molido y garantía de triunfo. Lo intentó primero con Cuéllar, que le birló el balón a Nieto y encaró a Cristian, a quien le envió un balón flojo y centrado sin más peligro. Pero después vino el susto. En una jugada de ataque larga e interminable de centros, rechaces, vuelta a centrar, remates fallidos y despejes yermos el balón llegó en fin a la cabeza de Scepovic, que remató con finura y picardía. Cristian, el Divino, el heredero de Zamora, nos regaló una parada de antología que evitó que en estos momentos estuviésemos escribiendo sobre una humillante derrota ante uno de los peores equipos del fútbol profesional español.

Se cerró el círculo infernal en el coqueto y recogido Anxo Carro. Se sumó un punto, pero se restó una tonelada de confianza. El equipo se le ha caído a Escribá definitivamente. Su apuesta se fundamentó en unos jugadores que o no están, como Azón y Mollejo, o no le responden, como muchos de los titulares y todos los suplentes. Y lo más grave: él no cree en sus chicos y lo transmite con sus palabras, con sus gestos y, sobre todo, con el color de su gesto, mohíno y triste. La Virgen del Pilar dice…

Ficha técnica

CD Lugo:
Whalley; Loureiro, Pantic, Alberto, Andoni López (Clavería, ,77); Xavi Torres, Gui (Zé Ricardo, 64), El Hacen (Baena, 86); Avilés (Cuéllar, 77), Moyano; y Barreiro (Scepovic, 64).

Real Zaragoza:
Cristian Álvarez; Luna (Larrazabal, 73), Lluís López, Jair, Nieto; Grau, Zapater; Francho (Vada, 73), Bermejo (Gueye, 67), Bebé; y Simeone (Puche, 82).

Goles:

Árbitro:
González Francés (Canario). Amonestó a Gui (34), Loureiro (38) y Luna (47).

Incidencias:
Partido de la Jornada 30 de LaLiga SmartBank 2022-23 disputado en el Anxo Carro, con 4.500 espectadores.

Puntuaciones

Cristian: 4. La parada del final lo dice todo.
Luna: 1. Le superó Moyano y se destempló.
Jair: 3. Correcto, serio y ordenado.
López: 2. Acabó bien, con confianza tras un comienzo dubitativo.
Nieto: 1. Por su banda llegó mucho peligro. Desbordado.
Zapater: 3. Muy trabajador y cumplidor. Equilibró al equipo.
Francho: 1. Desplazado, no estuvo en su lugar.
Grau: 1. Demasiado blando, mucho toque pero ninguna profundidad.
Bebé: 3. Lo intenta todo y su calidad siempre es garantía.
Bermejo: 1. No hay anotación positiva. Desordenado y errático.
Guliano: 1. Se ha extraviado. Su falta de gol es alarmante y preocupante.
Gueye: 0. ¿Qué decir? No hay espacio para el apunte positivo. Falló un gol.
Vada: 0. No conectó con nada ni con nadie.
Larra: 2. Abrió surcos en la banda. Peleó y casi da una asistencia.
Puche: S. C.

por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello

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