El Día de Todos los Santos agrandó la tumba y arrojó un buen puñado de tierra con las paladas de la incompetencia y la inconsistencia del equipo y del cuerpo técnico del Real Zaragoza. Incompetencia porque no supieron combatir al Andorra; inconsistencia porque este grupo se deshace cuando recibe un gol como un tormo de hielo en los Monegros.
Carcedo repitió alineación y pronto, muy pronto se vio que el plan tenía lagunas. Los jugadores anunciaban con mucha antelación sus acciones, las respuestas al juego del Andorra eran insuficientes y además, el equipo pirenaico en seguida encontró caminos transitables en los que se encontraba insultantemente cómodo.
Los primeros minutos fueron un anuncio triste y pesaroso de un conjunto que basó su ánimo en el espejismo de Tenerife. Sin embargo, el mensaje del entrenador no auguraba horizontes ventajosos. Jugarlo todo a la carta de los fogonazos del impetuoso Simeone o de la metralla de Mollejo es escaso argumento cuando enfrente tienes a un puñado de obedientes ejecutores de un catecismo que se te atraganta desde la primera pregunta.
Tiene poca gracia que la única bala con que contamos sea un chaval de 19 años que combate en soledad y no siempre encuentra premio a su tesón. Como ayer, cuando lo intentó mediada la primera parte para estrellar su chut en la pierna de Lizoain. Pobre relato para tan exigentes lectores como son los hinchas del Zaragoza, que en seguida comprendieron que tampoco esa era la tarde.
A partir de ese momento el Andorra compró todas las entradas para un espectáculo que algunos defienden como fútbol de posesión y otros, quizás más habituados a la creatividad, la belleza del fútbol de instinto y la riqueza de la intuición denostamos por empobrecedor. Poner un pincel y un lienzo a disposición de alguien que no ama la pintura es lo mismo que dejarnos llevar por la filosofía del fútbol de conexiones e irradiaciones aplicada por futbolistas de rango menor. Y así, no. Por eso, los visitantes tardaron 30 minutos en llegar a la portería de Cristian. Es verdad que los del Principado manejaban la bola y los blanquillos corrían y corrían sin posibilidad de compartir el cuero, pero también es cierto que el fútbol se fue de puente y nadie daba un paso adelante sin contar con el permiso de la inspiración. Lástima que esta también estuviese de vacaciones.
El Zaragoza no conseguía salir de su zona defensiva (bloque bajo, le llaman ahora) porque la presión de los andorranos era suficiente para ahogar cualquier iniciativa. Esa es la realidad. Por eso, solo un despiste, un error de ocupación de espacios permitió que conectase con Larra y este centrase para que Mollejo rematase en carrera y Lizoain se luciese con una parada un tanto teatral.
Pudo ser gol, es verdad, pero habría sido fruto de una acción esporádica, aislada, deshilachada y fruto del error del contrario a eso se jugaba ayer. Todo ello para que a continuación el Andorra botase un córner en el último minuto de la primera parte que remataría Bakis logrando el 0-1. Bofetón inconmensurable del que ya no se repondría el equipo. Eso se temió la grada; eso sucedió.
El gol ya fue suficiente razón para que Carcedo desarmase el equipo e introdujese un cambio sustancial: Petrovic fuera, Eugeni dentro. ¿Un gol y ya se encienden las alarmas? Sí, en ese mundo vivimos. Cambio de jugadores, de sistema y de idea debido a que encajamos un gol. Benhakker nos habría recordado que si ellos meten un gol, nosotros metemos dos. Y así sucesivamente. Pero no es el caso. Y así vimos a un Zaragoza un poco más atrevido enganchado a una idea de fútbol más directo, lanzando balones largos para que Giuliano, que aún no es Villa, ni Milito, ni Oliveira, ni Borja Iglesias, ni siquiera Luis Suárez, se inventase las ocasiones él solo. Y lo intentó, como en el minuto 55, aunque su gol fue anulado por flagrante fuera de juego.
Carcedo buscó más soluciones, pero cada una de ellas conseguía desordenar un poco más al equipo. Francho, Zapater y Gueye entraron por Grau, Molina y Vada. Todo el centro del campo, ahí es nada. Sin embargo, el único efecto positivo fue la presencia del capitán, que a sus 37 años le dio un cierto orden al juego. No fue suficiente, porque el grupo no encontró caminos que andar ni objetivos que perseguir. Antes al contrario, la brecha entre el equipo y el cuerpo técnico y la hinchada se agrandó un poco más. A ello también contribuyó la ovación que el zaragocismo le dedicó a Marc Aguado.
Desde ese momento hasta el final, corazón sin cabeza e intentos desordenados que solo consiguieron enfadar aún más al zaragocismo. Ni el mal cabezazo de Gueye ni la última jugada de Giuliano, que no logró culminar por exceso de intención, lograron calmar a una afición absolutamente indignada y maltrecha por diez años de miseria y lo que es peor: por una temporada que apenas ha nacido ya muestra su agotamiento.
Ahora viene la salida a Vitoria/Gasteiz, un puerto donde es muy difícil atracar y del que lo más probable es que volvamos con las velas destrozadas y el casco con varias vías de agua. Ojalá nos equivoquemos.
P.S.: Se me olvidaba: en el minuto 86 Carlos Martínez remató al Zaragoza con el 0-2.
Real Zaragoza:
Cristian Álvarez; Larrazabal, Francés, Petrovic (Eugeni, 46), Lluís López, Fuentes; Jaume Grau (Francho, 68), Manu Molina (Zapater, 68), Vada (Gueye, 68), Mollejo (Puche, 82) y Giuliano Simeone.
FC Andorra:
Raúl Lizoain; Pastor, Alende, Mika Marmol, Pampin; Molina, Marc Aguado (Jandro, 77), Moha (Almpanis, 64); Alti, Bakis (Carlos Martínez, 84) y Valera (Héctor, 64).
Goles:
0-1, min. 45+1: Bakis. 0-2, min. 90+1: Carlos Martínez.
Árbitro:
Sánchez López (Comité Murciano). Amonestó a Bakis (min.11), a Francés (min. 34)Y a Zapater (min.73).
Incidencias:
Partido de la Jornada 14 de LaLiga SmartBank 2022-23 disputado en La Romareda, con 21.000 espectadores.
Cristian: 3. Poco trabajo. En los goles, poco pudo hacer.
Larrazabal: 1. Muy pasivo y con poco recorrido.
Francés: 2. Ha bajado su rendimiento. Dubitativo.
Petrovic: 1. Ausente y poco protagonista.
López: 1. Incierto y frágil.
Fuentes: 2. No abrió vías de tránsito.
Molina: 1. Inexacto e insignificante.
Jaume: 2. Aportó manejo y gobierno.
Vada: 1. No estuvo en ataque y erró gravemente.
Mollejo: 2. Empezó motivado y productivo para luego fundirse.
Giuliano: 4. El mejor. Bien acompañado sería un buen delantero.
Eugeni: 1. Poca presencia y lento en las acciones.
Zapater: 3. Le dio sentido al juego y abrió líneas de ataque,
Francho: 2. Con ganas y empuje, aunque falto de ritmo.
Gueye: 1. Promete y amaga, pero no concreta.
Puche: S.C.
por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello