Lloró La Basílica. Lágrimas por Luismi, el joven futbolista cuya vida se apagó cuando más luz había en su futuro. Lágrimas que humedecieron el alma del zaragocismo y el oscensismo que ayer se encontraron al amparo de los versos de “Albada”. Y el abrazo del fútbol aragonés a su familia, a su memoria.
La noche emocionada acogió a los dos equipos aragoneses para celebrar la fiesta de un deporte que, en ocasiones, a pesar de los vientos mercantilistas, es capaz de recuperar su esencia y hacernos vivir la pasión de un escudo, de unos colores, de una historia. Todo eso que ayer se vivió en la vieja Romareda y que fue el mejor universo posible.
Comenzó el choque con una novedad de hondura en la alineación del Zaragoza: la presencia del joven Rebollo en la portería local, en una decisión muy inteligente que sirvió para reconciliar a la afición con un espacio tan delicado como es el arco. Y fue un acierto, pues el onubense estuvo a la altura del momento y ayudó a sostener un partido que en seguida nos regaló un momento mágico. En el minuto 2 cuando Francho, que ayer cerró un partido enorme, recogió un rechace y empujado por un corazón blanco y azul que se le sale del pecho batió a Andrés con un chut raso y cruzado.
La explosión de alegría fue el rayo olvidado que no cruzaba nuestros corazones desde que el horizonte salió de nuestras vidas. El zaragozano casi se arranca el escudo en la carrera a la grada, que celebró el gol con un entusiasmo engrandecido por ser el rival quien era. El Zaragoza había llegado al valle de la batalla con una energía insólita y un empeño extraordinario, lo que ayudó a minimizar a un somnoliento Huesca que no acababa de enterarse de que ya había cruzado el Ebro.
De eso se aprovechó el equipo blanquillo. En una jugada de estrategia de esas que le están dando tan buen rédito desde la llegada de Escribá, Francés prolongó un córner, Zapater lo elongó y Giuliano fusiló sin piedad al portero oscense, que solo acertó a estirar los brazos con un gesto de impotencia. Nuevo estallido de júbilo. Los abrazos de la grada se combinaban con gestos de incredulidad. Su equipo tenía otra mirada, muy alejada de la abulia compañera.
Es evidente que el entrenador valenciano ha conseguido varios logros. Uno de ellos, recuperar anímica, táctica y técnicamente a varios jugadores. Dos de ellos, muy importantes en el cuerpo zaragocista: Francés y Francho. Los dos chicos se parecen cada día más a sí mismos. Otro, convertir un grupo deshilachado en un colectivo cohesionado. Y por último, generar esquemas de trabajo coherentes y eficientes, como convertir un balón parado, siempre, en una oportunidad de gol. Y esas tres virtudes ayer brillaron desde el minuto 1.
El partido entró en Territorio Calma. El balón pasó a tener color azulgrana y el juego se desarrolló en un paisaje de entornos planos, de veredas sin sorpresas. El Huesca adelanto sus líneas, pero no había diálogo sostenible en sus acciones. Ziganda decidió que había que jugar a lo que no sabe el Huesca y ahí el Zaragoza tenía el libreto bien guardado en el cajón. Eso obligaba a los altoaragoneses a improvisar, escenario que no dominan. Tan solo el balón parado, sobre todo los córners, eran herramientas posibles, pero ahí Rebollo se manejó muy bien. El chico demostró que esa disciplina la tiene bien aprendida y todos los balones fueron suyos. Incluso los chuts lejanos, como el de Vilarrasa, al que despachó con un despeje efectista y efectivo.
El equipo del Ebro se echó al monte cuando las circunstancias lo permitieron y en esas acciones Giuliano fue maestro. Buscó en todo momento la compañía de Mollejo e incluso de Francho, pero no encontró el remate definitivo por muy poco en, al menos, dos ocasiones. No pareció importar eso mucho a la hinchada, que disfrutaba con cada gesto correcto, con cada balón disputado con ahínco, con el marcador a favor y fuera de peligro después de tantos disgustos acumulados en la mochila del león.
Tras el descanso la mansedumbre de las aguas permanecía como argumento sereno. El Zaragoza, extrañamente, mantuvo su atención en los pocos asuntos sustanciales que planteaba el Huesca y ahí, en ese entreacto de baja intensidad el partido vadeaba los escasos obstáculos que los oscenses se veían capaces de proponer. Entre tanto el árbitro, Arcediano, se lesionó, lo que obligó a un parón de varios minutos que favoreció los intereses de casa. Y vuelta al sosiego.
Ziganda quemó todas sus naves (navatas, más bien) introduciendo algunos cambios que no le funcionaron, mientras que Escribá mantuvo a los suyos, contento como estaba con lo que sucedía en el césped. Solo la lesión de Simeone le empujó al cambio de Puche por el argentino, que fue despedido como un héroe por la afición.
En medio de la sinsustancia llegó el gol de Mollejo. Una escapada muy similar a aquella que protagonizó ante el Sporting le llevó hasta el terreno de Andrés, pero el gol que obtuvo fue anulado por fuera de juego. Habría sido un rayo de gozo casi olvidado, bien cierto es, pero ayer era la noche. Ayer las estrellas brillaban todas con tonos blancos y azules y esa complicidad estelar se tradujo en el penalty que Zapater le arrancó al árbitro por mano de Villar. Tras las dudas del novato Pérez Peraza, sustituto de Arcediano, el VAR le echó una mano y el penalty fue señalado y bien ejecutado por Vada. El 3-0 subió, rampante y gallardo, al marcador.
Hoy, ya con la mañana vencida, se ve esta victoria como un paseo por los caminos del Aragón que ayer se reunión en la Romareda para celebrar la fiesta del fútbol. También como una ocasión de volver a tener en nuestras manos lo que hemos perdido a lo largo de los años.
Real Zaragoza:
Rebollo; Gámez, Francés, Jair, Fuentes; Zapater, Francho; Bermejo (Grau, 85), Vada (Lluís López, 94); Mollejo (Eugeni, 94) y Simeone (Puche, 77).
SD Huesca:
Andrés Fernández; Ratiu, Rubén Pulido, Jorge Pulido, Florian Miguel; Kento Hashimoto (Sielva, 97), Timor (Cristian Salvador, 55); Gerard Valentín (Soko, 81), Vilarrasa (Joaquín, 55); Escriche (Villar, 81) y Carrillo.
Goles:
1-0, min. 2: Francho. 2-0, min. 13: Simeone. 3-0, min. 92: Vada, de penalti.
Árbitro:
Arcediano Monescillo (Comité Castellano-Manchego), sustituido por lesión por el cuarto árbitro, el canario Pérez Peraza en el minuto 62, Amonestó a Carrillo (17), Jair (17), Kento Hashimoto (84) y Villar (90).
Incidencias:
Partido de la Jornada 20 de LaLiga SmartBank 2022-23 disputado en La Romareda, con 27.000 espectadores.
Rebollo: 3. Gran debut en una noche mágica y especial.
Gámez. 2. Discreto en defensa y correcto en ataque.
Francés: 4. Claramente recuperado para la causa, estuvo en su sitio.
Jair: 4. Muy cómodo, estuvo en todas y siempre bien.
Fuentes: 2. Cumplió. Le faltó seriedad atrás.
Zapater: 4. Crece cada día. Participó en dos de los tres goles y gobernó con mano firme.
Francho: 4. Gran partido. Ha vuelto a su camino. Goleó.
Bermejo: 2. No brilló, aunque aportó ciertos fogonazos.
Vada: 2. Muy oculto con algunos gestos valiosos. Goleó.
Mollejo: 4. Lo peleó todo y acertó en casi todas sus acciones. Lástima de gol.
Giuliano: 4. Impresionante trabajo. Descompuso a la defensa oscense. Goleó.
Puche: 1. Aportación leve y breve.
Grau: S. C.
Eugeni: S. C.
López: S. C.
por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello