SD Éibar 1 – 1 Real Zaragoza | Crónica

SD Éibar 1 – 1 Real Zaragoza | Crónica

Noche vagabunda

El fútbol es un deporte de espacios, de lugares. Incluso de territorios. De hecho, todos los clubes presumen de estadio. Alardean de ser dueños de universos en los que sus muchachos han protagonizado heroicas gestas. De ser los amos de rectángulos de césped en los que se han librado legendarias batallas. Pero también es un juego de momentos, de instantes. De tiempos. De cuándo se hagan las cosas es tan importante como la manera en que se lleven a cabo. Elegir el día, la hora y hasta el minuto. Y de eso, el Real Zaragoza sabe. Mucho.

Ayer los chicos de Escribá llegaron a Ipurúa con un cartel colgando de sus camisetas en el que se leía “3%”. A alguien se le ocurrió la pintoresca idea de hablar de las posibilidades que tenía el equipo de alcanzar la sexta plaza. Vale, está bien. El zaragocismo, sediento como un fugitivo en el Sáhara, se enganchó a la idea. Algo así como llegar al oasis con la desesperación que te otorga llevar diez años en el infierno. Luego, la crudeza del espejismo le recordó que la arena no calma la sed.

Se jugó en Eibar un partido de alambrada. Un choque de dos trenes con desigual carga. Uno, con vagones repletos de oro sucio, pero oro al fin, camino al ascenso. Otro, con vagonetas medio vacías en las que, si buscas bien, puedes encontrar algún lingote que no lo parece, pero es. Un partido a cara de perro, con feroces pugnas de las que siempre salía bien parado el equipo local. Porque el juez no fue juez, sino torpe escriba a sueldo del poderoso. Porque la ley no se lee igual si eres señor que si eres lacayo. A pesar de todo, los primeros quince minutos sonaron como el zumbido de una avispa.

Escribá repitió alineación por tercera jornada consecutiva y sus chicos, confiados que están, le enseñaron al Eibar el camino del desafío. Fueron quince minutos trepidantes en medio de los cuales anotamos una descarada carrera de Giuliano que casi llega a la red de Luca. Estuvo bien. Sirvió para poner en su sitio a un equipo que parece estar de pretemporada, preparándose para la liga 23-24 y se atreve a hacer de todo. Perfecto. A partir de ahí, el Eibar dijo “hemen nago” (aquí estoy yo) y se lanzó a por la vida.

Hasta siete ocasiones tuvo. El equipo de Garitano parecía jugar con dos más y es que la movilidad de sus jugadores abría brechas por los territorios medios y abrumaba los flancos propiciando situaciones de superioridad incontestable. Sin embargo, la estructura defensiva del Zaragoza es ahora mismo de las más fiables de la categoría. Nada ocurrió por el buen trabajo del equipo aragonés y por las acciones brillantes de Cristian. Este nos regaló la parada de la noche tras chut de Pereira, firmando otra tarjeta de dos bajo par. ¡Ah! O porque la fortuna ayer tenía cara de león.

Y así estaba el paisaje cuando en el último minuto de la primera parte Bebé se inventó a así mismo, convirtió una baldosa en el Valle del Ebro. Se movió como un puma en medio de mil obstáculos y disparó con su misma fiereza. El frágil despeje de Luca lo recogió Jair en postura extraña y logró el 0-1. Hubo VAR, eso sí, que en este punto del campeonato si no se detiene un partido tres o cuatro minutos parece que no sea fútbol, pero su veredicto fue favorable. Si el viento sopla limpio y las velas están bien desplegadas, la nave va.

En el descanso el Eibar salió diferente. Tejero ocupó la banda derecha Vadillo suplió a Rahmani. Y se encendió la mecha. El fuego recorrió la cobertura aragonesa, un tanto blandengue, aunque sin carrito. Había pólvora por doquier y que llegase el gol local parecía cuestión de tiempo. De poco tiempo. Los errores de los armeros se sucedían y los minutos corrían, encendiendo la impaciencia de la grada. No estaban finos los vascos, pero son líderes, asíq eu había que esperar que en alguna acertasen.

El Zaragoza se acomodó en las almenas. Soportaron las catapultas, los arietes y hasta rechazaron las oleadas de los adversarios. Y por demás, llegó el golpe de mar favorable. Vadillo, fuera de sí como muchos de sus compañeros por las incordiantes acciones de Azón y Giuliano, golpeó con fiereza desmedida la tibia del 20 del Zaragoza. Era una acción de roja directa que tuvo que ser advertida por el VAR porque Caparrós, el mediocre colegiado, solo vio amarilla. Y el partido se abrió de par en par para regocijo de la leal afición zaragocista presente en el coqueto campo guipuzcoano.

¿Era una buena noticia? Con el manual en una mano, sí. Con la historia reciente en la otra, no. En unos primeros momentos pareció que nos íbamos a quedar con la primera opción. Contragolpes, carreras eléctricas tras robo de balón, ocasiones poco ortodoxas, pero ocasiones, en fin. Azón en el minuto 70 y Giuliano en el 72 las tuvieron, pero también en situaciones así se precisa templanza y madurez. No fue el caso.

Quedaban quince minutos, quince microcosmos para explorar. ¿Podía ocurrir algo más? Sí, siempre puede suceder. Y de ello se encargaron Gámez y Bermejo. Cinco segundos de ausencia, de desconexión mental fueron suficientes para que Ríos Reina se encontrase, estupefacto, con un balón favorable y sin nadie que pudiese disputarle el gusto de centrar para que Tejero, que llegaba por la otra banda como un torpedo sin gravedad, acomodase su empeine y batiese por bajo a Cristian.

El edificio que tanto había costado construir se vino abajo con estrépito, aunque aún quedaban andamios para sostener un punto que podría ser de oro. Más cuando Caparrós señaló un penalty en contra por una extraña entrada de Bermejo a Arana. Habría sido devastador, no tanto por la derrota como por la forma en que se habría producido. Sin embargo, el VAR ayer miraba al Ebro y anuló la decisión arbitral. Definitivamente, Ipurua fue ayer templo blanquillo.

Desde ese instante hasta el final, con un carrusel de cambios digno de un partido de verano, el partido se pintó la cara de color imprevisión. Se fragmentó el orden, se esfumó la organización y se generaron varias acciones que muy bien podrían haber colocado el 2 en cualquiera de los dos casilleros. Por parte zaragocista, Puche y Nieto pudieron haber logrado ese gol inesperado, pero el agua llegó a la orilla después de ocho minutos de alargue. Nada que alegar, señoría. El empate se quedó anclado en ambos banquillos como una espina inmerecida que a nadie satisfizo. A unos, porque acorta la luz del ascenso; a otros, porque el 3% se convirtió en una página en blanco en la que se puede leer “Temporada 2023-2024”. 

Ficha técnica

SD Éibar:
Luca Zidane; Sergio Álvarez (Tejero, 46), Berrocal (Ríos Reina, 76), Venancio, Arbilla; Javi Muñoz, Matheus Pereira; Corpas (Nolaskoain, 81), Rahmani (Vadillo, 46); Stoichkov y Bautista (Arana, 76).

Real Zaragoza:
Cristian Álvarez; Gámez, Lluís López, Jair, Nieto; Grau (Zapater, 78), Francho; Bermejo (Larrazabal 89), Bebé (Vada, 78); Simeone (Puche, 87) y Azón (Gueye, 78).

Goles:
0-1, min. 45+2: Jair. 1-1, min. 77: Tejero.

Árbitro:
Caparrós Hernández (Comité Valenciano). Expulsó a Vadillo por juego violento sobre Simeone (66). Amonestó a Gámez (32), Stoichkov (45+2), Berrocal (56), Arbilla (67), Lluís López (67) y Puche (98).

Incidencias:
Partido de la Jornada 37 de LaLiga SmartBank 2022-23 disputado en Ipurúa, con 6.300 espectadores.

Puntuaciones

Cristian: 4. Magnífico. Solventó varias ocasiones con maestría.
Gámez: 1. Inestable y muy incierto.
Lluís López: 3. Correcto, aunque próximo a los altibajos.
Jair: 4. Muy bien en el corte y goleador.
Nieto: 3. Tuvo mucho trabajo que solucionó con pundonor.
Grau: 1. Fuera de sitio y desbordado por los contrarios.
Francho: 3. Gran trabajo a pesar de no contar con apoyos.
Bermejo: 1. Enorme bajón. No entendió el partido.
Bebé: 4. Una jugada enorme propició el gol. Siempre peligroso.
Azón: 4. Se partió la cara con el mundo. Desestabilizó al contrario.
Giuliano: 4. Destruyó a la defensa del Eibar con su movilidad.
Zapater: S. C.
Vada: S. C.
Gueye: S. C.
Puche: S. C.
Larra: S. C.

por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello

aupazaragoza

Deja tus comentarios el foro de AupaZaragoza.com. El Real Zaragoza es nuestra pasión.