Hay pocas certezas en el fútbol. Se podría decir que ninguna. Un balón parado, un penalty, una expulsión. Mil situaciones inmanejables pueden dar al traste con el mejor plan, con la estrategia perfecta. Sin embargo, hay equipos
que transmiten. Su presencia ya es un mensaje y no hay grietas en sus párrafos.
La última vez que el Real Zaragoza vivió en esa mansión segura fue en la temporada 2019-20, justo antes de la pandemia. Aquel partido en La Rosaleda, aquel gol de Luis Suárez a pase de Nieto fue el último gesto de un grupo que perfumaba la categoría con su seguridad. Luego, el abismo.
Cuatro años después el césped de La Basílica acoge el paso firme de un grupo que no sabe cuál será su punto de llegada, pero que ha escrito ya varios capítulos de lectura obligada. Cuatro encuentros, cuatro victorias. Cuatro nortes, cuatro sures, cuatro estes, cuatro oestes. En cada punto cardinal se percibe el aroma de un equipo campeón. ¿Queda mucho? Sí, todo. ¿Hemos hecho algo? Nada. ¿Nada? Eso no es verdad: hemos logrado que una afición, una ciudad, un corazón blanco y azul lata con la potencia del campeón. Veremos. Veamos.
Empezó el partido con una novedad, Valera, y un cambio luminoso con la vuelta al 4-4-2. El joven murciano/lituano se hizo el jefe de la calle. Gobernó las puñaladas, limpias y profundas, con que el Zaragoza quebró la defensa del Eldense. Sin embargo, la variación táctica no funcionó al principio. El equipo novato, el recién ascendido consiguió perturbar los primeros minutos con un fútbol de alambrada que a punto estuvo de fragmentar la idea de los blanquillos. Solo su torpeza en el remate y su actitud ultraconservadora impidió que la ilusionada afición zaragocista recibiese alguna mala noticia en forma de gol inesperado.
Pero hablábamos de Valera. El extremo se bastó y sobró para desequilibrar a los defensores alicantinos en varias ocasiones. Sus movimientos, alegres y atrevidos, sirvieron para propiciar diversos disparos a cargo de Francho y Nieto que agitaron el partido y activaron a una grada deseosa de moverse y cantar un gol.
Este llegó en el minuto 37. El mencionado Valera fue su espoleta. Un pase con el exterior del pie no llegó a su destinatario, pero el rechace cayó en Territorio Azón. El zaragozano, girando sobre sí mismo, recogió el balón y
fabricó un chut propio de tiempos pasados, cuando se jugaba al fútbol sin tener en cuenta los espacios. Vallejo, el buen portero levantino, aunque sacó una mano de la nada, no pudo detener el misil. ¿Queríamos algo más?
Quizás minutos antes habríamos reclamado más justicia arbitral. Los bravos jugadores forasteros utilizaron un exceso de energía en cada disputa y como vieron que el colegiado López Toca mostraba gran habilidad en ponerse de perfil, porfiaron en su actitud. Tal vez el momento más descarado fue cuando Francho fue derribado por agarrón de Timor cuando se escapaba hacia el gol, pero la vociferante hinchada blanquilla cambió la indignación por exultante alegría.
Tras el descanso, el Zaragoza salió ya completamente ubicado. Y la primera señal de semejante solidez mental y futbolística llegó con un bonito chut de Nieto que acarició el poste derecho de Vallejo. Como golpeó la red por
la parte exterior no extrañó que media Romareda cantara gol. No lo fue, pero cuando un equipo está construido sobre los cimientos del talento, la potencia física, el aprendizaje colectivo y la voluntad de victoria es fácil que ocurra algo
bueno. Y eso le sucedió al Zaragoza poco después. Francho finalizó una jugada, una de las muchas que este grupo es capaz de generar, con un disparo que acabó en corner. Breve conversación entre él y Valera, “lo saco yo”, “no, ya
lo saco yo” y al final el de la cantera, el que nació con un león cosido al corazón botó el saque de esquina.
El remate, esquinado, al centro del área pequeña, fue de Francés y como hay dulzura en las estrellas, el balón rebotó en Íñigo Pina y entró en la portería de Vallejo. Era el 2-0. Era la rúbrica de otro partido victorioso. Todo eso
que llevamos diez años viendo que les sucede a los equipos grandes, a los que triunfan, a los que suben, a los que ganan títulos, nos sucede ahora a nosotros. El Eldense, que venía de derrotar a todo un Eibar, se echó al monte. Y
jugó sus bazas con audacia, valentía y voluntad de hacer daño. Casi lo logra cuando Chapela rompió la impecable línea defensiva y se plantó ante Cristian. Un mano a mano de libro que, por fortuna, deshizo con un paradón el icono del
zaragocismo. Una acción determinante de alto valor simbólico, pues mantener la portería a cero por cuarto partido consecutivo es algo más que matemáticas: es el reconocimiento al trabajo bien hecho construido con la autoridad del
rosarino, la solidez de Jair y Francés, pero también la inteligencia de Aguado, el compromiso de Nieto y Gámez, la solidaridad de Francho y Bakis, la potencia de Maikel, la bravura de Iván y la verticalidad de Valera. Todos ellos fueron magnificos en la tarde del domingo, bendito símbolo futbolero.
Después, Escribá miró al banquillo y empezó a abrir varios regalos envueltos en el celofán de la calidad y la solvencia. Primero Manu Vallejo y Bermejo, pero después Toni Moya, Mollejo y Enrich. Los cinco ayudaron a desbrozar el camino del polvo que levantaron los del Eldense en los últimos minutos. Es cierto que los de Estévez no reblaron en ningún momento, pero cada vez que el Zaragoza recuperaba el balón la grada se movía, ¡ya lo creo que se movía! Y los cánticos y el bufandeo tiñeron de ilusión la tarde zaragozana. Y así acabó el cuarto capítulo de un relato que ha comenzado sin desvelar quién es el malo pero sí anunciando quiénes son los buenos, los que nos tienen que llevar de vuelta a casa. A Primera.
Real Zaragoza: Cristian Alvarez, Fran Gámez, Francés, Jair, Nieto, Francho (Toni Moya, 73), Marc Aguado, Maikel Mesa (Manu Vallejo, 63), Valera (Bermejo, 63), Iván Azón (Mollejo, 73) y Bakis (Sergi Enrich, 84).
Eldense: Vallejo, Abad, Piña, Dumic, Poloni (Soberón, 58), Timor (Álex Bernal, 82), Sergio Ortuño, Cris Montes (Arnau Ortiz, 69), Mateu, Juanto Ortuño (Chapela, 58), y Andone (Eddy Salcedo, 69).
Goles:
1-0, min. 41: Azón
2-0, min. 57: Piña 8en propia puerta)
Árbitro: López Toca (Comité Cántabro). Mostró amarilla a Maikel Mesa, Dumic y Francho.
Cristian: 5. Seguro y salvador.
Gámez: 4. Muy trabajador y resolutivo.
Jair: 5. Emperador: dícese de quien gobierna un imperio.
Francés: 5. Es internacional. ¿Alguna pregunta?
Nieto: 4. Firme en defensa y peligroso en ataque
Aguado: 4. Talento y gobierno.
Francho: 4. Su potencia y derroche, impecables.
Maikel: 4. Es elegante y sustancial.
Valera: 5. Miró a los ojos al rival, lo desafió y lo superó.
Azón: 4. Bravo, bravísimo. Y goleó.
Bakis: 4. Se lo dejó todo. Tic, tac. El gol le está esperando.
Manu Vallejo: 4. Hizo brillar el polvo. Nos va a dar mucho.
Bermejo: 3. Está recordando lo que fue. Le falta muy poco.
Vallejo: 3. Aquí estoy yo. No defrauda.
Toni Moya: 3. Serenidad y buena colocación.
Enrich: 3. La grada ya lo quiere. Y él se lo gana.
por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello