Lloraba “La Basílica”. Lágrimas de miedo, de impotencia, de quebrada esperanza se deslizaban por las mejillas de la Romareda. Y fue entonces cuando Enrich, delantero apagado, sin luz, sin voz hasta ayer conectó un cabezazo que anuló el abismo por una semana más. El domingo, milagro.
El horario, el día y la climatología jugaron en contra del Zaragoza. Las gradas, vaciadas cual España interior, acogieron con tímido entusiasmo a su equipo, muy necesitado de calor y apoyo en un momento histórico que solo el futuro sabrá calibrar. Por su parte, Víctor tuvo que tirar del universo juvenil para completar una alineación que está deshecha por las lesiones, de un lado, y la incompetencia de algunos jugadores por otra. Y se vio en la necesidad de variar el plan, volviendo a la defensa de cuatro y construyendo una medular 1-4 para paliar la ausencia de Toni, Francho, Raúl y los demás. Una melodía de difícil interpretación.
Así y todo, el partido lució guapo muy pronto. Lucas Terrer, el joven espadachín al que recurrió el mister para suturar la herida de Toni Moya, le regaló un balón a Mollejo quien, todo energía, corrió la banda con furia. Le dio el pase a Gámez para que el valenciano ejecutase un centro curvo que cabeceó Azón hacia atrás. Y allí estaba Adrián “Fisher” Liso para empujar su primer gol en casa. La locura iluminó la noche zaragozana porque no era para menos.
Quedaba un mundo, o dos, pero mejor encarar la inacabable travesía con el marcador de cara, porque el asedio al que sometió el Racing Club Ferrol al Zaragoza fue de una intensidad extrema. Mil llegadas y ocho córners hasta el descanso nos dan idea del peligro que generó el equipo gallego, suelto, dinámico, industrioso. También es verdad que el equipo aragonés no se arrugó y martilleó con interés los flancos de los visitantes y rozó el segundo con un granítico disparo de Liso que rechazó el cuerpo de Cubero cuando todo apuntaba a un gol de bandera.
A esta jugada inesperada pero cierta el Ferrol respondió con un par de jugadas que en otro momento habrían acabado en la red de Cristian. La primera finalizada con un chut de Losada que se fue fuera porque el gallego se precipitó; la segunda, acabada con un remate de Nico Serrano que no encontró puerta por la misma razón.
El partido adquirió un ritmo frenético e inestable y a su amparo cualquiera podía convertir. Nos lo recordó Azón, que se sacó un cabezazo imposible y obligó a Cantero a detenerlo con dificultad aproximando su manopla al poste; nos lo recordó Clemente, magnífico todo el partido, con una esforzada chilena que se fue fuera o con una galopada magistral que Losada no entendió. Afortunadamente.
Los equipos se retiraron a la caseta bajo una lluvia tensa y molesta y regresaron con las energías intactas. Lo demostró Liso, quien puso a prueba a Cantero con un eléctrico chut cruzado que no encontró puerta, pero sobre todo lo certificó Álvaro Gimenez, quien nos endosó un gol de ensueño con un sutil toque a centro de Cubero. Gol para el recuerdo y detalle del alicantino al no celebrarlo. Y manto de pánico sobre la grada.
El empate activó los cambios. El primero en entrar en el campo fue Vaquero, refresco natural de la sala medular, pero apenas tuvo tiempo de engarzar en la maquinaria. A los pocos minutos, tras un córner a favor, el Racing Club Ferrol generó un contraataque de tiralíneas y de nuevo Álvaro fue el verdugo. Su remate, de corte saltimbanqui, acabó en el fondo del marco de Cristian, que ayer no fue salvador. Segundo manto; mejor, sudario para cubrir un cuerpo con color de cadáver.
El segundo crochet parecía definitivo. El Ferrol se acomodó en el césped y aceptó lo que el destino le había regalado. Sujetó el timón de la nave, sorteó las olas que trataban de derribarle y acogió los vientos que soplaron a favor. La traducción del furibundo ataque que el Zaragoza desplegó, con alma y corazón, fue la parada de Cantero, por ejemplo a cabezazo de Enrich. O la imposible estirada que acompañó el certero machetazo de Vaquero al larguero, en un alarde más del joven centrocampista, que ya nos deslumbró la semana pasada con su gol al Pontevedra.
Las sombras eran las reinas de la noche y la hinchada blanquilla alentaba a los suyos a empentones, aterrorizada pero fiel al león que luce en cada pecho zaragocista. Liso, siempre Adrián, se atrevió con la oscuridad y lanzó un zurriagazo que obligó al portero gallego a estirarse y evitar el empate. No se podía hacer más.
Eso pensaron todos, eso creímos todos. Pero si algo tiene este equipo, lo poco que le queda, es rasmia, incluso en medio del bardo que cubre una temporada horrenda. Francés recibió al borde del área y colgó un centro curvo que llegó hasta Sergi. Su giro de cuello catapultó el balón fuera del alcance de Cantero, quien, batido y abatido, se dejó caer emulando un tanto a Seaman para ver cómo su sueño de luchar por la gloria se hacía más pequeño.
Estalló la grada, sí. Por unos segundos la vieja Romareda pareció celebrar algo grande. Sonó como el tercer gol al Chelsea, ciertamente. Solo por unos segundos. Luego, el llanto. Ahora queda una semana para crecer y creer. Porque esto aún no ha terminado. Porque aún nos azotan las olas del drama.
Real Zaragoza:
Cristian Álvarez; Gámez, Francés, Jair, Zedadka (Lecoeuche, 83); Grau, Terrer (Vaquero, 56), Maikel Mesa; Liso, Mollejo (Valera, 63); y Azón (Sergi Enrich, 63).
Racing C Ferrol:
Cantero; Cubero, Jon García, Clemente, Brais Martínez (Delgado, 46); Bernal, Señé (Manzanara, 67); Pinchi (Álex Martín , 82), Losada (Álex López, 76), Serrano; y Álvaro Giménez.
Árbitro:
Guzmán Mansilla (Comité Andaluz). Amonestó a Mollejo (21), Brais Martínez (38), Clemente (43) y Pinchi (66).
Goles:
1-0, min. 3: Liso. 1-1, min. 47: Álvaro Giménez. 1-2, min. 56: Álvaro Giménez. 2-2, min. 93: Sergi Enrich.
Incidencias:
Partido de la Jornada 40 de LaLiga Hypermotion 2023-24 disputado en la Romareda, con 18.000 espectadores.
Cristian: 2. Tuvo poco trabajo y lo que le llegó, salvo una, fue gol.
Gámez: 2. Inestable y poco decidido. Se le vio debilitado.
Jair: 2. Débil en la anticipación, no aseguró la defensa.
Francés: 4. Sin ser su mejor partido, aporta talento y jerarquía.
Zedadka: 2. En una posición difícil, tuvo altibajos.
Jaume: 2. Despistado e inexacto, estuvo irregular.
Lucas Terrer: 3. Dio todo lo que se le pidió. Estuvo a la altura.
Maikel Mesa: 2. Lento, distraído y desordenado. Aún así, peligroso.
Mollejo: 3. Motivado y audaz en las porfías. Generó el primer gol.
Azón: 3. Lo peleó todo aunque con poco acierto.
Adrián Liso: 5. Inmenso. Vertical, osado, talentoso y bestial en el disparo. Y goleador.
Vaquero: 3. Ocupó el espacio, le dio tempo al juego y se atrevió con el disparo.
Valera: 2. Su afán por progresar y su voluntad fueron sus armas.
Sergi: 4. El gol le otorga su mejor puntuación del año.
Lecoeuche: S. C.
por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello