De Oktoberfest a Oktoberpest | De 5 en 5

Ha finalizado el mes de octubre. El mes octavo del calendario romano que si bien comenzó con buenas sensaciones, finalmente nos ha dejado un regusto amargo. Un período que comenzó con parabienes por los dos primeros partidos, ha devenido en la crónica enfermedad que viene padeciendo el Real Zaragoza. De la fiesta otoñal que se preveía tras el partido frente a la Real Sociedad, hemos recaído de nuevo en la afección que creíamos ya sanada. Ya sea por la cercanía de las fiestas del Pilar o por los últimos estertores del buen tiempo veraniego, la verdad es que nos las prometíamos muy felices a principios de mes. Es cierto que los resultados anteriores no fueron óptimos, pero se intuía una relativa mejora en el juego.

Ahora ya es un tiempo en el que se dejan atrás los ensayos de pretemporada. Ya no hay tiempo para excusas de falta de rodamiento de los jugadores, de escasez de acoplamiento entre compañeros y demás “blablamientos”. La liga ya se ha desperezado y debe darse todo de sí. Los puntos perdidos por el camino son como las oscuras golondrinas que ya no volverán.

Los partidos de este lapso de temporada fueron como suelen ser los excesos, agradables al principio y con el malestar de la indisposición final. La satisfacción de los partidos seis y siete supusieron un alivio por dar la sensación de que el equipo, si bien no haría una temporada excelsa, sí que nos otorgaría una tranquilidad mayor que en temporadas anteriores.

Vuelta a la realidad y de nuevo a ser conscientes que esta temporada será de lucha y pelea hasta el final.

Comenzó el tramo a analizar con la visita al Villarreal. Fué un partido intenso, como la cerveza tipo ambrée. Frente a un equipo que todavía atesoraba el dorado de ese juego que ha asombrado por Europa. Un encuentro con fuerza y lúpulo. Con penalty injusto en contra fermentado en la mente de un árbitro incapaz. Por lo menos la bella factura de los tantos zaragocistas, las ganas y el juego desplegado hicieron concebir la idea de un progreso posterior.

El partido siguiente supuso el culmen del juego visto en la temporada. Un partido trapense, bien reposado en barrica y con una espuma perfectamente tirada gracias a la chilena ejecutada por Postiga. En pocos partidos podremos ver otro gol de tan bella factura. El delantero portugués firmó un doblete que significó su despertar goleador. Queda la duda de si en el óptimo partido tuvo algo que ver el decaimiento de la Real Sociedad con jugadores principales en el papel de suplentes. Además se ha comprobado al final de este mes que estos rivales son de los que más están sufriendo tanto clasificatoriamente, como por cuestionamiento de sus entrenadores.

El periplo continúa con la vorágine de tres partidos en apenas ocho días.
El primero contra Osasuna. Partido turbio, con actitud pálida por parte de los defensores de nuestra camiseta. Su comportamiento sin poso, malta ni levadura acarreó un 3 a 0 al descanso que ya no pudo ser enmendado. Partido frío en el alma de los jugadores, cuando debió ser una muestra de entrega y rasmia. Se esbafó el equipo. Perdió la frescura y quedó el juego excesivamente amargo sin el gusto intenso y agridulce que se expuso frente a los donostiarras.

El segundo contra el Valencia. Ya con síntomas evidentes de embriaguez dorada. Sin ingredientes de calidad, soso, aburrido, parsimonioso. Con un regusto excesivamente seco y amargo donde lo más digno de comentar es el papel grotesco de la defensa. Al final al permitir el gol de Alba en el ocaso del encuentro, y previamente al demostrar que la realidad siempre supera a la ficción, creando una gran aflicción entre la afición con el triste lanzamiento de un libre indirecto. No existe gag humorístico que resuma esa jugada táctica. Esa burla al sentido común que demostró la improvisación y descontrol que reina en el Real Zaragoza dentro y fuera del rectángulo.

Finalmente, la melopea evidente del concepto futbolístico del Real Zaragoza se puso de manifiesto frente al Atlético de Madrid. Equipo que deambulaba con pésimos resultados, vió la serpiente enroscada en el cáliz de la farmacia zaragocista y tomó la medicación necesaria para resolver el partido en media hora, así como para paliar temporalmente su crisis de identidad. El Real Zaragoza mientras tanto ha sufrido en este octubre la resaca de las fiestas del Pilar. El rey Gambrinus ha venido a golpear en la psyché zaragocista, envalentonada en un triunfo pírrico sobre un rival irreal. Esperemos que con el cambio de mes y pasada la noche de brujas, el destino del Real Zaragoza mejore sin necesidad de salir trasquilado con un truco o trato perjudicial para nuestros intereses.

Haciendo referencia a las cuestiones que nuestro camarada Auseti proponía, hemos de detallar que este segundo ciclo de cinco partidos ha sido más escaso en recompensa. A los cinco puntos obtenidos en el primer cuarto de liga tan sólo podemos añadir cuatro más. Muy poco bagaje si tenemos en cuenta que han sido obtenidos en los dos primeros partidos y frente a equipos que están en posiciones inferiores de la clasificación. En los tres siguientes partidos el rédito ha sido de tres dolorosísimas derrotas. Si se siguiera esta media de puntuación, al final de temporada apenas se alcanzarían los 36 puntos. Y aunque es cierto que todavía tenemos equipos por debajo, la inercia que ha adquirido el grupo es de debacle en el juego colectivo e individual.

El Real Zaragoza ha sufrido una involución en su juego. Algo que se aprecia en el llamado “efecto manta”. Es decir, si se defiende bien el equipo no da para atacar con profundidad, y si se organiza un juego ofensivo aceptable el juego queda resentido en la retaguardia. Esta sintonía que se producía en los primeros cinco encuentros ha tenido un giro de tuerca más. En la actualidad ni se pincha, ni se corta. El juego ramplón que se ofrecía en los primeros cinco partidos ha empeorado. No sólo queda clara la falta de calidad en muchos de los jugadores, sino que el valor, la voluntad y los vuebos brillan por su ausencia.

En este ciclo se ha producido el desvirgamiento goleador de Hélder Postiga. Aunque ya había perforado la red anteriormente, al menos ahora lo hace con el beneplácito de los árbitros de turno. De todas formas la relación entre el Real Zaragoza y el colectivo arbitral no parece en absoluto ser muy fluída y amistosa. No hay partido en que no haya una decisión comprometedora para los intereses del Real Zaragoza. Se percibe incluso que, algunos jugadores novatos en nuestra liga, se sienten extrañados y vituperados por el trato arbitral. Todo esto puede tener explicación por el ínfimo nivel que tiene el arbitraje en la mejor liga escocesa del mundo. Aunque también habría que comentar que si los jugadores del Real Zaragoza no manifiestan sus quejas, aquí nadie dice nada. Nadie protesta, nadie levanta la voz, nadie llora y por tanto ninguno mamamos.

Sobre el jugador que más deslumbró en el primer tramo liguero, sobre todo a partir del partido frente al Betis, no hay mucho que se pueda explicar. Juan Carlos no disfruta de la confianza de Aguirre. Tiene el apoyo de la prensa, de la afición e incluso el respeto de los entrenadores rivales. Si recordamos las palabras de Mourinho tras su victoria frente a nosotros, podremos recordar que justificó el débil papel desarrollado por el Real Zaragoza debido a las bajas que teníamos. Entre ellas la de Juan Carlos. Sintomática fue la situación que se produjo en el último partido frente al Atlético de Madrid. Aguirre saca al campo a Juan Carlos en el minuto 64 y, rápidamente, Manzano reacciona y pone en liza en el minuto 66 a Perea, su defensa más rápido. También resalta especialmente, la culpa que del gol del Valencia hizo recaer en rueda de prensa el técnico sobre el joven jugador.

Respecto a la comunicación de la SAD Real Zaragoza, seguimos sabiendo un dato fundamental: no sabemos nada. El número de abonados es el mismo que el de personas que disponen de abono. Esas mismas personas son las que tenían derecho a votar para elegir el escudo del Real Zaragoza SAD. Eso es lo que sabemos y no hay más. El que quiera tener más datos tendrá que tener paciencia desde ahora mismo. La anterior ya está agotada.

Por lo menos si en este período se ha resuelto un asunto acertadamente, éste sin duda ha sido el de la desvinculación de Braulio Nóbrega. Se han respetado adecuadamente los tiempos, la legalidad y se ha tenido un escrupuloso cuidado en los comunicados emitidos. Cualquier novedad relativa a los avatares personales de este señor ya deben quedar al margen de la actualidad zaragocista. Braulio debe quedar en el recuerdo del aficionado igual que una piedra que se llevó en el zapato durante mucho tiempo y de la cual por fin se ha podido librar. Cuestión diferente es la opinión que como ciudadano y persona debamos tener de este sujeto y de los presuntos daños físicos o morales que haya podido causar a las víctimas.

Os anuncio que el siguiente “decincocinquero” será el insigne, estilista de la pluma y nunca suficientemente bien ponderado Kicooper. Al cual voy a dejar unas pregunticas para ver la evolución que acontece en la nave zaragocista.

Ante los rumores de deseos de volver a México por parte del míster, ¿seguirá siendo Aguirre el entrenador del Real Zaragoza y volverá a la senda de la lógica en sus declaraciones y planteamientos?

¿Seguirá Postiga en esa mini-racha que ha iniciado y supondrá una mejora en los resultados?

¿Continuará Paredes en la alineación titular y será el máximo exponente en los lanzamientos de falta específicos para zurdos?

¿Llegará algún día alguna explicación sobre la situación del Real Zaragoza, con una basta, por parte de los administradores judiciales?

¿Debutará Antonio Tomás? ¿Supondrá alguna mejoría en la creación del juego?

No os quiero aburrir más con mis parrafadas. Sabed que me dejo muchas cosas en el tintero, pero vuestros ojos y mis teclas no merecen más castigo.

Un abrazo a todos y espero que la situación mejore por el bien de todos los zaragocistas de corazón.

Por Melmoth

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