Vuelve la esperanza | De 5 en 5

Todo comenzó cuando el camillero que, parsimoniosamente, llevaba el cadáver al depósito una vez que el forense había certificado su defunción, atisbara una lágrima deslizándose por el rostro del finado. Un pequeño hilillo de agua vital compuesto por una mezcla acuosa de pundonor, honradez y rabia.

Corrió raudo a comunicárselo a sus doctos superiores y éstos, incrédulos aunque en el fondo también esperanzados, concluyeron: “No lo lleven aún al depósito. Manténganlo en observación durante un periodo de tiempo. Digamos……unos cinco partidos”.

Esto ocurrió nada más terminar el partido contra el Villareal. Aquel partido en el que se hizo patente la división del zaragocismo en la forma de entender la lucha contra el enemigo común: el destructor.

En ese momento la distancia entre la vida y la muerte estaba a 9 puntos. A tres partidos. ¿Seríamos capaces, por primera vez en la temporada, de enlazar dos victorias seguidas?. San Sebastián esperaba al final de la semana y los zaragocistas soñábamos con que dicha ciudad fuera nuestro Stalingrado particular, que hiciera cambiar el rumbo de nuestra guerra hasta la victoria final.

Mientras tanto, los familiares del enfermo buscaban la página del periódico donde figuraba la clasificación y el calendario, abandonados hacía ya bastante tiempo, para soñar con el recurrente cuento de la lechera. Al mismo tiempo, mimaban y arropaban al enfermo en un intento de insuflarle fuerzas para tamaña gesta.

Por otra parte, el personaje que, por imperativo legal, ostenta la propiedad del engendro creado por él mismo, cual Doctor Frankenstein de pacotilla, ni siquiera se digna visitarlo al hospital donde intenta restañar las heridas por él infligidas, tal vez ocupado, como siempre, en intentar vender sus órganos y otros despojos al mejor postor para su provecho personal.

La familia lo sabe e intenta por todos los medios arrancarlo de las garras de su destructor, incluso clama al Juez para que le otorgue la custodia, aunque sea por humanidad pero, de momento, los papelitos que otorgan el derecho de pernada tienen más valor que los sentimientos.

Es entonces cuando, en otro de los golpes de efecto al que nos tiene acostumbrados, “el destructor” comunica la venta del club. Lo que al principio parecía una noticia de gran calado y que abría las puertas de la esperanza, con el paso del tiempo vimos que era una maniobra extraña del susodicho y decidimos esperar a que el tiempo dictara su inexorable ley.

Pero llegó el encuentro de Anoeta y ¡zas! Se acabó el cuento de la lechera porque la leche se derramó. Otro partido sonrojante y Stalingrado se convirtió en nuestro Dunkerke particular. Se acabó.

Mientras tanto, en el aspecto extradeportivo ¡cómo no! seguían produciéndose noticias: la finca de la Almunia mediante el “compro-pero-no-pago” famoso de Agapito, la lista retorcida de las empresas del susodicho, más larga y enrevesada que la lista de los Reyes Godos y más peligrosa que la de Schlinder, el pago de Mediapro, el Twitter de Agapito (o de su testaferro),….
Y vino Osasuna, que profundizó nuestra herida sin merecerlo gracias a un maldito e innecesario corner que, mal defendido como casi siempre, cercenó nuestro penúltimo clavo ardiendo convirtiendo la postrera victoria en un empate sin valor.

¡Qué momento más triste para celebrar el 80º (realmente, para mí son:74 + 6 años) cumpleaños de nuestro equipo!.

Casi de inmediato irrumpió la utopía de Mestalla, partido que sirvió para afianzar aún más si cabe nuestro fervor por la venerada Virgen del Pilar que, ésta vez sí, jugó con la elástica ocasionalmente naranja. Gracias Virgencica porque aún no me creo el que nos llevásemos los tres puntos tal y como se desarrolló el partido. Lástima que, como casi siempre, para una vez que deseo que gane el Madrid, nos haga la pascua dejando la línea de salvación a 6 puntos.

Y la vorágine del calendario nos llevó en un santiamén a La Romareda, en partido matutino (¡benditos sean los partidos de las 12 de la mañana!) contra el Atlético de Madrid. Otra rival a priori superior y que luego no lo fue porque los nuestros, en un partido serio y bien dirigido por Jiménez, consiguieron, gracias a la inocencia del zaguero del Atleti en el último minuto del descuento, ganar el partido de penalty.

Os confieso que, en ese partido salí con la garganta rota de tanto animar y que, después de la celebración tras el gol y el inmediato final del partido, mientras la gente salía del estadio, yo me quedé un rato sentado, sólo, en mi asiento y se me escaparon una lágrimas, pensando en que aún era posible la salvación. Al menos nos ganamos el derecho a seguir sufriendo.

Terminó la jornada con un triple empate a 25 puntos entre los puestos de cola y a 6 puntos de la salvación, ya que espabiló el Villarreal en su visita a Vallecas.

Esperábamos con ansiedad el trascendental encuentro en El Molinón, confiando en que la racha de bonanza no nos abandonara. Y es que cuando los hados son favorables no es cuestión de menospreciarlos. El gol del último minuto (gracias Angelito) convirtió el estéril empate en el enésimo rayo de esperanza.

Señoras y señores, el casi cadáver se ha levantado de un salto de la camilla del forense. Ahora sí. Ahora sí que nos hemos ganado el derecho a ilusionarnos de verdad en que la gesta es posible. Lo que hace un mes era una utopía ahora se nos antoja posible. Difícil, sí, pero posible. Luchemos todos por intentarlo.

He tenido la gran suerte de enjuiciar la tanda de 5 partidos más fructíferos de nuestro Real Zaragoza en esta Liga. 10 puntos de 15 posibles (qué lástima el primer partido en Anoeta y ese postrero gol del odioso Osasuna). Siempre mantuve entre mis allegados que, para poder hablar de intentar conseguir el milagro de la salvación había que encadenar 3 victorias seguidas para luchar de verdad por ese propósito. Y se ha conseguido. Luchemos pues.

Al iniciar este periplo desde San Sebastián estábamos a 9 puntos de la salvación. Ahora nos encontramos solamente a 4. A seguir con el cuchillo entre los dientes.

Contestando a las preguntas de Mercurio, afortunadamente seguimos en la lucha, no estamos virtualmente descendidos, ni mucho menos. Además no solo no se ha ido Manolo Jiménez sino que se ha convertido en el bastión de la lucha por la salvación, a pesar del entorno tan difícil que tiene que sortear.

Del Destructor siempre salen cosas, claro, que si un pisito de lujo en Pozuelo de Alarcón (Madrid), que si una finquita “comprada pero no pagada” en La Almunia como aval ante Hacienda, que si el ERE de unos cuantos trabajadores del Club. En fin, lo de siempre para desestabilizar y hacer de las suyas, en el despropósito más mayúsculo que ningún gestor de la historia del mundo del fútbol haya hecho jamás. Es lo que pasa cuando priman los intereses personales antes que los del Club.

No ha vuelto a hacerse otra Agapirada y creo que ya no la habrá. Supongo que seguiremos compaginando las Agapitadas con los gritos de ánimo al equipo que, por fin, se oyeron en La Romareda el día del Atlético de Madrid.

Y, para no perder la tradición, mis dos preguntas a Michael Imperiolli, que para mí son las más importantes:

Después de los próximos 5 partidos ¿seguiremos vivos en nuestra lucha por la permanencia?

¿Habrá dejado la Presidencia y traspasado esos papeluchos que le otorgan el derecho de pernada para secuestrar a nuestro Real Zaragoza ese ser abyecto e incapaz al que me niego a nombrar?

Esperemos que, por el bien de nuestro Real Zaragoza las respuestas sean afirmativas en ambos casos.

Un saludo a toda la familia zaragocista ¡¡¡AUPA EL ZARAGOZA!!!

Por CRISTINALEX

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