Carpe diem | La Lupa

Valencia 2 – 2 Real Zaragoza

Hace más de 2.000 años, Quinto Horacio Flaco escribió, en una de sus odas, una de las locuciones latinas más conocidas y repetidas de la historia literaria: Carpe diem, quam minimun credula postero, que viene a significar algo así cómo: Aprovecha el momento y confía poco en el mañana. La frase alcanzó fama rápidamente y surgieron decenas de clones idiomáticos en casi todas las culturas, entre las que la nuestra no podía quedarse al margen, y así, tamizada por nuestro espíritu lúdico – festivo, se originó el famoso “que nos quiten lo bailao”

Y en plena resaca comenzó el lance en Mestalla, un sumatorio de la habitual, consecuencia de los excesos de la fiebre del sábado noche y el inolvidable espectáculo que tuvimos la fortuna de vivir en el estado municipal de la Romareda, ante el “todopoderoso” Barcelona de las 18 victorias consecutivas, hazaña de la que fue verdugo un magnífico equipo blanquillo, que hizo hincar la rodilla al invencible rival.

La previa nos sorprendió con los cambios introducidos por el mister en el once inicial, que dio medio descanso a la letal pareja de atacantes que está haciendo las delicias de los zaragocistas, demostrando la verdad a medias que era aquella intención de dejar aparcada la Copa del Rey, y con un regalo para los amantes del buen fútbol, mandando al banco a Delio César Toledo, al que cada día se hace más difícil soportar en el equipo titular del Real Zaragoza, más aún, si se pretende configurar un equipo de buen nivel y competitivo, en el que, creo yo, no tiene cabida un jugador con las increíbles carencias técnicas del Paraguayo.

Casi toda la primera mitad resultó un absoluto acoso y derribo, a balón parado, de los Ches a la portería de César. Las oportunidades se sucedían y salvo el oasis de aquel tiro de Generelo lamiendo el poste derecho de Cañizares, ningún acercamiento blanquillo nos permitía vaticinar una victoria visitante. Pero el fútbol es un arte en el que la diosa fortuna exhibe sus caprichos con tremenda frecuencia y cuándo casi todos suspirábamos por llegar al descanso con un empate, la inspiración de Celades y una brillante pared entre el Príncipe y Sergio García habilitó a éste para batir por raso al teñido cancerbero del Valencia… Estallido de alegría entre la incredulidad y la confirmación del gran momento que demuestra la plantilla del Real Zaragoza.

Los nervios empezaron a hacer mella en los levantinos y en la segunda mitad el Real Zaragoza se creció bajo la brillante batuta de Rubén Gracia “Cani”, el oscuro dominio que Celades ejerce en la medular y, sobre todo, la inspiradísima tarde de un Sergio García bullidor, peleón y con grandes detalles de calidad. Fue precisamente con una magistral jugada del 9 como Ewerthon sólo tuvo que empujar la pelota al fondo de la red del Valencia. Segunda puñalada, un Zaragoza crecido y por rachas insultantemente dominador y un Valencia impotente para contener los certeros contraataques maños…

Todo era felicidad y entonces apareció la bruja mala… Víctor decidió mandar al banco al mejor jugador de la tarde ante el estupor general que, aún aceptando que era un momento lógico para hacer un cambio conservador, vio con cierta sorpresa el número del jugador que debía abandonar el césped. Quizá sea osado decir que el Mister se equivocó, quizá su intención era buena y hasta factible, quizá otros hubiéramos hecho lo mismo en su lugar, pero, desgraciadamente para los zaragocistas, la historia no tenía final completamente feliz…

La estúpida, aunque no del todo increíble expulsión de Generelo, dio al traste con la conservadora decisión del técnico y el Valencia se creció y empezó a bombardear el área del Real Zaragoza, bombardeo que siempre tiene malas consecuencias, principalmente debido a la escasez de centímetros de la zaga o a la pésima capacidad organizativa de la que hace gala desde demasiado tiempo la defensa aragonesa. César nos salvó una vez parando un buen tiro de libre directo que quería colarse por su escuadra izquierda, pero al final y en apenas 15 minutos, el globo se deshinchó y las ilusiones se quedaron en la satisfacción de haber cosechado un buen resultado en uno de los campos más complicados de España y ante un rival de gran calidad. para ello bastaron dos zarpazos de Kluivert en la primera pelota que tocaba el holandés y por enésima vez, en un remate de cabeza de un delantero bajito, de esos que siempre encuentran hueco para elevarse con comodidad entre los centrales del Real Zaragoza.

Sea como fuere, y a fuerza de ser sinceros, muchos hubiésemos firmado el resultado antes de empezar el partido con los ojos cerrados, pero después del desarrollo, nos queda el sabor agridulce de haberla pifiado, de haber visto cómo se nos escurría entre los dedos la posibilidad de aniquilar en tan sólo 4 días a los dos primeros clasificados de la liga española… Y creo que debemos estar contentos, disfrutemos del momento porque hoy por hoy el Real Zaragoza enlaza, con interesante frecuencia, la sorpresa en sus visitas a los campos de la primera división, sigue vivo en la copa y por mucho que a algunos les fastidie y unos pocos impresentables se empeñen en robarnos la ilusión, seguimos estando ahí, seguimos siendo capaces de amargarle la vida a cualquiera y seguimos deseando, sin alardes ni prepotencia, que este bonito sueño se prolongue… Ojala nos dure mucho tiempo.

Por Gualterio Malatesta

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