Medio tiempo para la esperanza | La Lupa

Atlético Madrid 0 – 0 Real Zaragoza

Negros nubarrones cubrían el cielo zaragocista: en la mayoría de las quinielas rellenadas por los aficionados aparecía un “1” fijo en este partido, ni el Merlín más optimista ni los periodistas más afectos al poder ofrecían consuelo a un desconsolado entorno del club, con la moral horadada por una pretemporada nefasta en el aspecto deportivo y por la inutilidad y la incompetencia suma que han demostrado los dueños de los despachos en los tres largos meses de trabajo estival. Pero… empezó la hora de la verdad, los balones reglamentarios comenzaron a rodar y lo que antes era negro puede pasar rápidamente a ser blanco, o gris en el caso del Real Zaragoza.

O muy negro, negro tizón. Ese iba a ser el color del futuro del equipo en el partido inaugural tras ver como un huracán colchonero atravesaba nuestra débil coraza defensiva en la primera mitad. Las ganas de reivindicarse de los jugadores del enésimo proyecto rojiblanco eran enormes, mostraron a partes iguales motivación y verticalidad, y con Luccin y Gaby manejando a su antojo el centro del campo y con un magnífico Petrov en la banda, arrasaron a un triste y lento Real Zaragoza. Las oportunidades atléticas fueron cayendo y sólo la falta de puntería de Kezman y del bello efebo Torres y el acierto de César Sánchez evitaron un desastre sin paliativos. Daba pena y grima presenciar el deambular de los zaragocistas por el césped, con jugadores directamente desaparecidos, como Sergio García y Óscar, y otros desafortunadísimos, como Movilla, Zapater, Ponzio y Toledo. La pregunta era ¿continuaría el infierno en la segunda parte?.

No, afortunadamente no. Las burbujas de la gaseosa atlética se acabaron y en cambio revivieron algunos cadáveres de nuestro equipo. La entrada de Cani en lugar del plúmbeo Óscar aportó mucho más toque y control de balón al juego del equipo, favoreció la conexión de Movilla con las bandas brasileñas, mucho más activas en este periodo y eso permitió que fuésemos dominadores de casi todas las facetas de un encuentro, antes calamitoso en su desarrollo. Las ocasiones de gol cayeron todas del lado zaragocista, pero con idéntico y lamentable resultado que las anteriores colchoneras, la nada más profunda, lo que conllevó el 0-0 final.

Del pesimismo inicial pasamos al muy moderado optimismo actual. La sensación de que Víctor Muñoz ha trabajado bien al equipo en esta pretemporada, con los dispositivos defensivos activados, con el eje central de la retaguardia a pleno rendimiento y con un guardameta de verdad, es cierta. El trabajo del técnico aragonés, cuestionado antes del comienzo de la temporada, es irreprochable; existe mucha gente interesada en su fracaso sin analizar las difíciles condiciones en las que desarrolla su labor. Muy lejos del calificativo de “irreprochable” están las lamentables actuaciones veraniegas del Consejo de Administración y de la Dirección Deportiva del club, con el Sr. Pardeza al mando, que nos han ofrecido un curso gratis a distancia de incompetencia, incapaces de construir una plantilla altamente competitiva y de cubrir las carencias de la misma en un grado de satisfacción normal, ya no digamos alto, pero la economía manda, aunque sea para mal…

Pero… esto es lo que hay y tampoco es tan desastroso. El Real Zaragoza tiene un par de grandes jugadores, un veterano crack muy comprometido con la causa, jóvenes prometedores que alguna vez tendrán que dar el paso adelante para triunfar en el duro mundo del fútbol y un entrenador capaz, honrado y trabajador; creo que merecen la confianza de los aficionados y este resultado es un pequeño bálsamo para rebajar el pesimismo.

Por Jeremy North

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